viernes, 17 de julio de 2015

EL TÉCNICO DE LA LAVADORA


Se me atasca la lavadora en el programa corto. No es que sea la primera vez que me ocurre, es que como vengo a la playa solo en vacaciones, pues se me olvida de un año para otro. Me enfado y llamo a Asistencia Técnica.

-Oiga, que la lavadora entra en bucle cuando faltan tres minutos para terminar y ahí se queda venga a dar vueltas sin parar.

-Ya – me responde una voz anodina.

Pero a mí me gusta dejar las cosas claras y me enrollo.

 - Y aunque trato de hacerle el lío poniendo el centrifugado intermedio, no traga. Algunas veces logro engañarla y después de un buen rato, coge carrerilla, se pone a centrifugar a lo loco hasta que se detiene sola. Es la única forma que tengo de domarla.

-Paso el parte.

-También me roba calcetines y ropa interior.

- Esta tarde irá el técnico.

Nada más aparecer por la puerta lo reconozco  de otros años. Se camufla con diferentes atuendos militares pero a mí no me la da. Está vez lleva bermudas para disimular pero se le nota que su verdadera ilusión no es arreglar lavadoras sino haber sido  boina verde o legionario. También lleva chaleco pero esta vez lleno de bolis que restan credibilidad a sus métodos. No puedo evitar recordar aquellos casset que se rebobinaban con el bic cristal, y barrunto que pretende rebobinar mi lavadora de la misma forma.

En cuanto lo veo entrar en mi cocina con su coleta al viento y su barba un poco evasé,  recuerdo su retaíla del año pasado y un escalofrío recorre mi espalda.

-Señora, es que no debe usted lavar con el programa corto. Mira que  se lo tengo dicho a los clientes.

-¿Para qué pone el fabricante ese programa entonces?

Me contesta con otra pregunta.

-¿Pero usted cree que en 15 minutos se puede lavar algo?

-Pues, hombre. Quitar olor a tabaco, sudorcillo mañanero. Qué sé yo.

Me voy encolerizando y cuanto más me encolerizo más suda él. El calor atraviesa su coleta, baja por los pantalones bermudas, atraviesa su peluda pierna derecha  y gotea el lavavajillas. No es que haya subido la pierna encima, es que ha formado con su postura un pino puente que dirige el fluir del sudor por vericuetos extraños hasta acabar encima de mi lavadora.

-Vera, créame, el único programa que funciona en esta lavadora es el de algodón en frio. Una hora quince minutos no se los quita nadie. De los demás programas puede ir olvidándose.

-Y tengo que dejar la lavadora encendida tanto tiempo por nada.

- Es…, cómo le diría yo: lo que hay.

-¿Entonces si quiero lavar en caliente, si tengo hilo, algodón, ropa de deporte, esterilizado para ropa de bebe?

-No le dé más vueltas. La lavadora es inteligente. Pero no solo de coeficiente intelectual alto, sino también emocional. Siente, tiene empatía. ¿Me comprende? –susurra, y luego la acaricia.

-Explíquese.

-Si la ropa se queda adherida como consecuencia de los giros, pongo por caso, ella piensa que no hay ropa y se aturrulla.  Es una cuestión de desequilibrio. En ese instante es cuando pierde el ritmo y hay que volver a engañarla para que reaccione.

-¿Como un político?

-No me meta en líos que esto va de lavadoras.

-¿No le gusta a usted la política, verdad?

-Bastante poco –contesta atusándose la coleta.

-Hagamos  un símil – le propongo mientras observo cómo se va llenando de agua el tambor

-Pues hagámoslo –contesta y se pasa la mano por el cuello y la cara para quitarse el sofoco de pensar.

- Si ella ve que hay poca carga se detiene, porque se da cuenta que necesita engañar ¿no es así?

-Así es, sí señora

-Y lo hace con el aclarado y centrifugado intermedio.

-Pero… No le dé más vueltas, ella quiere lo mejor para el lavado y en cuanto pierde la ropa o cree que la ha perdido, se detiene y piensa en un nuevo sistema para engañar.

-Esto es una vergüenza- le digo.

-No, señora, es que es muy inteligente, primero pesa la ropa introducida, para hacerse una idea de qué va el lavado, luego, me refiero a cuando ya han pasado unos minutos, decide si empieza o no,  dependiendo de la cantidad de ropa y del peso especifico de esta. Comienza el engaño, unas veces es antes y otras después del centrifugado.  Y si se ve muy atosigada pues no lava, o lava poco. Se detiene cuando alguien descubre sus tejemanejes. Es inesperada.

-¿Nunca sabe una de antemano lo que va a decidir? -le pregunto al sudoroso.

- Pues no. Ella necesita sus tiempos y sus modos.

 -Me da que sabe usted más de lo que dice.

-Chissss. A mí no me comprometa que ahora  las lavadoras llevan webcam incorporada y lo ven todo. 

-Solo  contésteme a  una última duda ¿De dónde  coge al agua para el lavado?

-De donde le pilla más cerca. En eso no tiene escrúpulos

-¿Qué?

-Perdón, se me ha escapado. Hablábamos de lavadoras ¿no es así? ¿Pues de dónde las va a sacar?, de la comunidad.

Coge el agua de donde no debe, decide cuándo funciona o cuándo no, no cumple con las expectativas del libro de instrucciones. La compré creyendo que iba a encontrar un programa y me sale con otro. Luego pone la excusa de que la ropa se había concentrado en una esquina y había menos de lo que pensaba, que por eso se desequilibró e hizo  lo que le apetecía.

-Ya le digo.

- Ni siquiera se responsabiliza de lo que promete el fabricante. No da explicaciones de nada y a nadie. ¿Usted cree que dada su falta de garantía la puedo devolver?

Al hombre le da la risa mientras saca un bic cristal de su chaleco  y me extiende el justificante de su visita. Dice que lo firme y que ya veremos lo que pasa cuando vaya a comprar otra.

Antes de marcharse me dice en un susurro.

-Y sobre todo, no se le ocurra poner el programa de aclarado: se  bloquea y luego sale en la webcam su cara de frente y de perfil.

 

 

2 comentarios:

Unknown dijo...

ja ja ja , Carmencita, pues a la mía le sale agua y no consigo saber de dónde, pero claro, intento saberlo yo antes de llamar a un técnico que está 25 minutos pero te cobra la hora entera y !a precio de oro! y el desplazamiento, que da igual que se desplace Alicante-Muchamiel, que Alicante-Madrid con parada en Almansa. Así es que le doy dos o tres oportunidades a mi lavadora, por aquello del coñazo de ir a Leroy-Merlyn a por otra, pero si no reacciona y vuelve por el buen camino, se la llevan por donde ha venido. (creo que luego Leroy les da una segunda vida y las vende en el 3er mundo. Yo ya lo tengo asumido desde que vi "la noche temática" y explicaban como en los años 40, los fabricantes de electrodomésticos de EE.UU. al ver que los aparatos funcionaban "para toda la vida", introdujeron un "microchip" que hace que a las "no-sé-cuántas-horas de funcionamiento" se estropeen. Y así fué como se salvó la sociedad de consumo: "usar y tirar". Besitos guapa.

carmen dijo...

Ay, Carmina. Se llama: obsolescencia programada. Es hasta legal. Pero lo de la inteligencia me parece una enorme tomadura de pelo. Yo de ti no llamaría al técnico que a lo mejor también es obsolescente y se te desintegra en casa. Menudo marrón. A ver qué le explicas a la policía.