sábado, 18 de noviembre de 2017

MENTIRAS


                                               








Esta mañana, mientras paseaba por el estanque de El Retiro, he escuchado como un señor hablaba por el móvil y explicaba que se encontraba..., en “Embajadores”. Luego ha cantado un gallo. Se trata de uno de esos gallos orondos que viven en la zona del Huerto”. La han instalado para que los niños se aficionen a la vida bucólica. No se si negar que estuviese en El Retiro lo repitió tres veces, como San Pedro, o simplemente cantó el gallo porque estaba en su ser, pero lo cierto es que la mentira no cesa, y habita entre nosotros. La contemplo en la terraza de la casa de enfrenta, cuando veo unas zapatillas tras un rododendro, dejando entrever a un hombre con móvil a la oreja, escondiéndose de la vigilancia familiar.
 En esa ocasión no cantó el gallo porque el huerto de El Retiro esta lejos, pero son tales las mentiras que se dicen últimamente que hasta los móviles los venden con localizador.

Lo que todavía no se ha inventado es el detector de trolas de los de ERC. Es una misión difícil porque aunque dicen que las mentiras tienen las patas muy cortas siempre hay un extranjero o un Belga que se las traga y, en su afán de buscar tres pies al gato, pide los planos de las cárceles españolas para ver si Puigdemónt va a estar cuidadito, atendido y con suficientes metros cuadrados después de la sedición, el desplome de la economía catalana, el enfrentamiento que ha dejado entre sus ciudadanos y el resquebrajamiento de su pueblo. En fin, oye, no sea que le pongan esposas como quiere ponerle Rufián a Rajoy, y se nos constipe. Marta Rovira dice ahora, que el gobierno amenazó con sangre, tanques, tiros y garrotazos si se declaraba la independencia en Cataluña. Y suponiendo que fuese cierto, que no lo es, van ellos y la declaran.  ¡Con dos narices!, porque los ciudadanos, la sangre, los tanques y el sufrimiento de su pueblo, les deben traer al pairo. Después de esas declaraciones han debido cantar todos los gallos de Europa, aunque los belgas no los hayan escuchado porque están en lo suyo: las dimensiones de las celdas y las garantías democráticas españolas.

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