miércoles, 27 de mayo de 2009

ABSURDOS


Ya sé para lo que sirvo. Después de tanto tiempo de preguntarme cual sería mi gracia, la he descubierto: detectora de absurdos. Si en los aeropuertos existiera esa profesión, yo me ofrecería. No lo puedo remediar, soy una fiera.
Ayer leí en el periódico que Ban Ki-moon, secretario general de las Naciones Unidas, se muestra profundamente preocupado porque Pyongyang ha desafiado a la comunidad internacional con un nuevo ensayo subterráneo de una bomba nuclear, y el lanzamiento de tres misiles de corto alcance. Una grave amenaza para la paz, ha dicho Obama, la provocación del régimen de Kim Jong-il, y llamó a buscar medidas. La prueba nuclear de Pyongyang generó un temblor de 4,5 grados en la escala de Richter.
Las medidas que podrían tomarse han sido concienzudamente estudiadas. “No obstante las ultimas provocaciones podrían acarrearles nuevas sanciones económicas como ya ocurrió con el ensayo del 2006”.
No sé cómo no se me había ocurrido. La población, claro. Si había que acabar con el régimen de Sadán, se bombardea Bagdad, si con Ben Laden, se bombardea Afganistán, si quieren coger a Noriega, se cargan a tres mil panameños. Si es que está tirado.
Se imagina alguien que cogieran a unos rehenes y entrara la policía a saco cargándose a todo bicho viviente para pillar al ladrón. Se acabarían los secuestros, eso es verdad. Pero quedaría feo, ¿a que sí? Pues no sentó mal ni nada la que montó Putin en el teatro cuando arrasaron con cincuenta terroristas y ciento veinte espectadores. Aunque eso sí, el hombre elogió a los rehenes por su valor, reserva y autocontrol.
Pero si embargamos al país y dejamos a la población en un ay, para jorobar al tal Kim Jong-il, pues como que lo vemos de otra forma. Y si el que embarga se llama Ban Ki-moon, pues además de todo, nos suena lejano, de otras tierras. Oye, pues que no se metan en líos, que son “unos broncas”.
Yo, que quieres que te diga, lo veo absurdo. Que se lo jueguen a los chinos entre Ki-moon y Jong-il, pero que dejan en paz las bombas nucleares, y los embargos a la población, que bastante tienen los pobres con esa tropa.















martes, 19 de mayo de 2009

MIRADAS


No todos miramos en la misma dirección, y por eso nos cuesta tanto entendernos. Es como si al entrar en una habitación a oscuras, dirigiéramos la linterna a un pie o a una mano. Al final resulta que tú no has estado en la misma habitación que el otro. Vale, eso nos ocurre frecuentemente. Estamos acostumbrados. Pero hay algunas personas que parecen llevar un detector de trivialidades, y no se les escapa ni una. Se fijan en lo accesorio, en lo superfluo, en aquello que está de más, que no añade o quita nada. Pero ellos arriman el ascua a su sardina y te discuten, y te hacen quedar de pena, como si no te enteraras de nada. Cuesta tanto entenderse con ellos que cuando te los tropiezas tratas de salir corriendo. Saben como hacerte sentir mal. Por mucho que creas que los has detectado, siempre te sorprenderán con sus consideraciones sorprendentes. Hay que tener mucho cuidado con esa gente Mi compañera Juani, por ejemplo. Si comienzas a contarle que el martes a las tres de la madrugada te tuviste que ir a urgencias, no te preguntará qué es lo que te pasó, sino la edad del médico que te atendió, si era alto o bajo, si llevaba perilla o había perdido el pelo. Y si continuas contándole que te tienen que poner una válvula, te preguntará que si porcina o sintética. Y así hasta que reconozcas rendida, que no tienes ni puñetera idea de por qué fuiste a urgencias a las tres de la madrugada y que prometes no volver jamás.
Ella se aprende de memoria las fechas en que toman vacaciones los compañeros de desayuno, y luego te examina.
-Ay, Carmela, que no te enteras de nada. Te lo dije, Alfonso tomaba vacaciones del martes 17 al jueves 26 y Sonia del lunes 13 a...
Y yo bajo la cabeza y asiento, porque no me atrevo a decirle que me importa un pito cuando tomen las vacaciones Alfonso y Sonia, y que seguramente por eso se me habría olvidado. Y no se lo digo por no hacerle el feo a su memoria de elefante trastocado.
Cuesta un poco hablar con gente así, la verdad. Quizás es por eso por lo que se enfada tanto cuando me demuestra que no me he enterado del número de bolardos que hay frente a la catedral de Sevilla.
-Es que viajas como las maletas -me dice.
Y yo continúo asintiendo.

jueves, 14 de mayo de 2009


A mi compañera le ha caído el cristal de una ventana a su terraza. Ha sido su vecino. Dice que no le cayó encima por un minuto, que había salido a tomar el sol, pero que sonó el teléfono y se salvó. Desde entonces el vecino no aparece. Ha cambiado el cristal, eso sí, pero no da razón. Ella sube una y otra vez a su casa para hablar del asunto, pero él ni está ni se le espera. Le abre una asistenta china que se hace la sueca. Ella ya no sabe cómo pedirle los datos del seguro. El señor es un hombre muy ocupado, le dice la china sueca. Y mi compañera le escribe cartas. El señor o el vecino, según se mire, fue ministro, y ahora, por los servicios prestados, es presidente de una gran empresa. Y tiene chofer, y asistenta, y secretaria, y mucho, mucho trabajo. No está para atender chorradas de cristeles que le caen a la gente en la cabeza.
Denúncialo, le digo. Ese tío tiene agarraderas, dice mi compañera desalentada. Y mucha prepotencia, le digo yo. Fue político, ¿sabes? y ahora presidente. Debe ser que se ha acostumbrado a desentenderse de los daños cometidos. La irresponsabilidad de los cargos, se llama
Ahora lo entiendo todo.

domingo, 10 de mayo de 2009

NOTICIAS Y POLLOS



Leo en el ADN del 3 de abril de 2009, en la sección: En breve: “Los pollos de cinco días saben leer. Así lo publicó ayer la revista Proceeding or the Royal Society, haciéndose eco de un grupo de investigadores italianos”. Y yo, desde ese 3 de abril, ando descentrada. No he dejado ni un solo día de buscar la noticia por si amplían información. Pero nada, un silencio sepulcral sobre los pollos y sus preferencias literarias.
¿Y ahora qué hago yo con las croquetas o con el pollo frío de la merienda? ¿Cómo me voy a zampar a un pollo que es capaz de leer el periódico o la guía del ocio? Y es que hay miles de asuntos que ocuparon la primera página de los periódicos o salieron hasta hartarnos en la televisión, y de repente, sin una clara explicación, nos dejaron de hablar. Quién mató a Kennedy, por ejemplo. Pues no estoy dispuesta a morirme hasta que no lo descubra. Es que yo soy muy mía, y no me gusta que se dejen tinta en el tintero.
Que sí, que hace mucho tiempo, ya lo sé. Bueno, ¿y qué? Yo todavía quiero saber quién estaba detrás del 23F, del 11M, del 11S. ¿Vive Ben Laden? Qué se ha descubierto de la niña Melani o del dinero de Roldan. Si es feliz Eliancito en Cuba, o recuerda a los parientes de Miami. Si es verdad que prescriben delitos económicos sin que haya ningún responsable, o si el sargento Micó (uno que en el 83 se refugió en el embajada española en Guinea) logró escapar.
Son noticias tremendas con las que nos hemos despertado, nosotros o nuestros padres, y que un día cualquiera dejaron de importar. O de informar, que es casi lo mismo. Porque no se puede jugar con la gente de esa forma.
Como sigan así, sin darme respuestas, no voy a ver más tele, ni leer periódicos, ni merendar pollo frío, ni nada de nada. A ver, qué necesidad tiene una.












viernes, 1 de mayo de 2009

VECINOS


Tengo unos vecinos que se pelean. Bueno, para ser exactos, el que se pelea es él, ella canta. Basta con que suene el teléfono una vez para que él le pegue una bronca. Joder, quieres coger ese teléfono de una puñetera vez, grita, y ella emite un tarareo. Porque cuando él chilla, ella canta. Es una especie de acción, reacción muy coordinada. No tendría importancia si no fuera porque es como si discutieran a mi lado. Quiero decir, codo con codo. Y es que mi casa tiene las paredes y los techos de papel. Por eso, no solo participo de las discusiones, sino que tomo partido. A veces resulta un poco agobiante, para qué engañarnos. El hijo, por ejemplo, que ya no vive con ellos y tiene más años que un camino, les sigue pidiendo dinero para comprarse unos vaqueros. ¿Vaqueros?, grita él. Sí, vaqueros, afirma ella, y luego canta. La hija, es otra cosa. Mira Dorita, dice él, que se las apaña sola desde tan joven. Pero es que Dorita gana como un hombre, dice ella. Y él la manda callar. Porque él tiene una baja resistencia a las chorradas. De forma que no solo sé cuando discuten, si no que conozco las vicisitudes diarias de esa pareja de jubilados. Me despiertan a media noche sus ronquidos, los de él, y las toses rebeldes, las de ella. Que te vallas de una vez, grita él, que contigo no hay quién duerma. Y los sigilosos pasos arrastrando las zapatillas, me indican que él por fin descansa.
Pero eso ya carece de importancia, me he acostumbrado a vivir en comuna. Cuando me los encuentro por la escalera, los saludo con cierta complicidad, pero ellos no se dan por aludidos. Él me sonríe beatíficamente y agarra a su mujer del brazo no vaya a caerse, como si no supiera yo. Con lo mayores que son y tan cariñosos, me explica el portero. Y yo asiento.
Seguramente a ella le pasará como a la tía Clara, que hace diez años que está viuda, y todavía sueña con que su marido le riñe y se despierta con sudores.
Y es que hay que ver, la juventud de ahora, que se separa por cualquier cosa, dice el portero. Es cierto, ahora no aguantan nada, le contesto por no hacerle el feo.
Hoy he leído en el “Qué”que se ha descubierto una solución para mejorar el aislamiento acústico en las viviendas. “No oirás a tus vecinos” reza el titular. Haz un lavado de cara provechoso a tu piso. Estás a tiempo.
He decidido no hacerlo, no sé que sería de mí sin los gritos de él y los cánticos de ella. No sabría valorar el encanto de la indisolubilidad del matrimonio, ni de una noche sin ronquidos. Que no me aíslo, hombre. No me diga usted cosas raras. Si quisiera estar sola, me iría a vivir al campo ¿no?