Siempre había escuchado hablar sobre la sabiduría de los mayores, su
experiencia y sesudez. La verdad, eran las únicas cosas que me consolaban de cumplir
años. En cuanto encontraba una cana en mi cabeza, mi imaginación marchaba a ese
futuro idílico, percibiéndome ante una tienda de campaña con una pipa muy larga,
pelos grises y ralos, hablando a las
generaciones venideras sobre la guerra, la paz y vicisitudes humanas. ¡Qué
placida vejez! Y ahora que se acerca el momento, se me acaban de romper todos
los esquemas. En primer lugar, ya nadie de acerca a un mayor sino es para
llamarle viejo y atacarle cruelmente. Y si algún empanado se le ocurriese
acercar su oído a mis labios, me quedaría catatónica, no podría aportar mis experiencias
sobre los asuntos vividos, porque ahora se solventan de otra forma. Cómo voy a
hablarle a alguien sobre la guerra fría, el miedo y la contención que mantenía
a los dos bloques tratando de no dar pasos en falso, para evitar que la tierra en
la que vivimos se fuera a freír monas. Ese ir y venir de los espías, dobles o
sencillos, de norte a sur, de este a oeste, con sus portafolios llenos de
información y unas gabardinas con cinturón, han quedado en el olvido. Las
películas sobre el entramado político y social, los grises en la universidad y
la consiguiente detención por tener el carnet de Físicas y encontrarte en Medicina
porque te gustaba el “potente” de tercero. Madre mía, si eso sucedía, te metían
en chirona y hasta te quitaban los cordones de los zapatos (oye, ellos eran
así). Aquello era un interrogatorio en condiciones. Los grises eran seres muy
respetados que no se andaban con chiquitas. Y ya no digamos los de la guardia
civil, que solo bastaba detenerte en el arcén para que te declararas culpable hasta
de las tormentas tropicales.
Ahora no. Si saco mi pipa y cuento esto, me escupen y pisotean. Por eso me
tiño el pelo de rojo, me hago un lifting, me disfrazo de extraterrestres con
mofletes y botox, para pasar desapercibida, no vayan a confundirme con una de
esas jurásicas que hablan de respeto, guerra fría, gente seria y espías
paraguayos. Cómo podría explicar y con qué palabras, que dos líderes mundiales
que poseen bombas químicas y mortales se dediquen a insultarse por twitter como
colegiales, en plan “Me voy a ocupar
personalmente del pequeño hombre cohete” “Responderemos con fuego y furia a las amenazas de Kim Jong-un” “Domesticaré con fuego al viejo chocho
estadounidense”. Así las cosas, con la humanidad hecha un flan, ha tenido
que venir el Kremlin, nada menos, para decir que dejen los dos líderes de decir
idioteces (porque esto ya no se llama tragedia mundial sino idiotez)
Así que me marcho a Benidorm a bailar “El Despacito” mientras el mundo se
viene abajo. No imagino mayor sabiduría dadas las circunstancias.
1 comentario:
jajaja, muy bueno Carmencita. Sí, esto ya no es lo que era...las buenas formas de las que hablábamos. Ahora el respeto por el mayor es una utopía. Gracias a Dios hay excepciones. Pero la verdad es que algunos mayores..Trump y similares no han madurado mucho que digamos...Por tanto el respeto también se lo gana uno con su trayectoria.
Publicar un comentario