domingo, 8 de septiembre de 2013

EL AMOR DE MIRANDA




imagen. Salvador Dalí




Mi hermana Miranda se había quedado como pocha cuando  su marido se marchó con otra. Yo la veía aburrida, sin alicientes. Pero enseguida alguien le habló de las páginas de contactos, le dijo que  allí encontraría a un hombre  para compartir su vida. “Un hombre a tu altura”, le explicó. Y ella me lo cuenta atusándose el pelo, un pelo seco, sin brillo y desparramado. Dice que no se lo lava desde hace una semana, que para qué, que lavarse el pelo con frecuencia lo estropea.

 “Lo bueno del ciberespacio es que no tienes que vestirte, ni ponerte zapatos de tacón, ni siquiera pintarte las uñas”, me explica con sus zapatillas rotas por el dedo gordo, sus uñas mordidas y sus enormes greñas.
Ha puesto una foto para su perfil de cuando tenía veinte años, pero no ella sino Sharon Stone. Está muy mona.
“Ya veras cómo  me salen muchas propuestas”, me explica.
No come ni se levanta del sillón.  Dice que está enamorada de varios. Siempre está tecleando en el ordenador, ya ni se alimenta ni duerme, y las rodillas se le están quedando anquilosadas por la artrosis.
 Desde la calle se ve su silueta iluminada por la luz azulada del  ordenador.
Ramses, el faraón, es el que más le gusta, la llama “hermoooosa” y le pregunta constantemente si quiere “gozag”. Ella le dice que bueno y sonríe al contármelo. Me explica  que es muy hombre,  que tiene músculos de acero y que  baila rap. “¿Quieres conocerlo?” me pregunta como si estuviéramos en un pub de moda. “Mira, Ramses, te voy a presentar a mi hermana, se llama Claudia y es enfermera”. Él teclea: “Encantadoooooo”. Ramses es que todo lo alarga mucho. Me pregunta que si yo también quiero “gozag” y le digo que no, que mejor otro día porque mañana tengo que madrugar. Lo entiende y me llama “hermosaaaa” a mí también. Es parco en palabras.
La foto que ha colocado en su perfil es la de Brad Pitt cuando salió en la película de Thelma y Louise.
Miranda me explica que es ingeniero, arquitecto y un poco cirujano. Que habla varias lenguas pero casi todas muertas, desde el latín al aquitanio pasando por el Árabe andalusi
Busco una excusa para largarme sin ser descortés y la dejo con su amante virtual en esa realidad sin aristas. Me marcho a la cama. Ella no dormirá, y si lo hace, despertará temprano, volverá a teclear una y mil veces su vida inventada, y yo me iré a trabajar para que no se encuentre sin nada a la hora de comer.