Feria
del libro 2015, once y media de la mañana. El sol no pega todavía con la fuerza
que él sabe hacerlo. Me esperan en la caseta 288 de Narval porque entregamos el
premio de Fomento a la lectura. La ganadora ha sido Inés Ramos Pastor. He leído
su trabajo tantas veces que hasta me lo sé de memoria. Ni la reseña más
importante en el cultural de moda me hubiera conmovido tanto. Estoy deseando
conocerla. Tenemos dispuesto el premio, un lote de libros de la editorial.
Merche tiene preparada una caja muy bonita con pompón incluido. El sol empieza
a atacar con fuerza pero no tengo calor, la expectativa me alivia. Ni siquiera
me abanico. Me siento tan bien. No hay mayor ilusión para un escritor que una buena
crítica que salga del corazón. A mi derecha se apilan los libros de “¡Vuela,
Iván!” que en su condición de recién nacido ocupa el lugar central de la
caseta. A su lado, un poco más oculto, como un hermano mayor un poco celoso,
está “Gus y la casa voladora” Lo veo mohíno, como mi nieto Nicolás cuando nació
Gonzalo. Lo quiere, sí, pero…, hombre, que ya no soy el rey. Le hablo bajito y
le cuento que está a punto de volver a serlo, que viene una niña a ensalzarlo.
Que va a volver a ser el rey por unos minutos. Como lo fue Nicolás el día de la
fiesta del colegio.
Ese
libro me ha conectado con Inés, mi lectora, y con otros muchos niños. Me ha
dado tantas alegrías que lo voy a
continuar. Te vas a hacer más grande, ya lo verás, tonto, le digo a Gus que
yace en el rinconcito un poco mosca.
Se
acerca una niña seguida de su padre y hermana. Soy Inés, dice. Le doy un beso
muy gordo y le agradezco su reseña, su gran reseña sobre ese amigo que nos unió
por unos días. Dice que se le hizo corto, que le gustaría más. Le guiño un ojo
a Gus. Inés entra en la caseta y nos
hacemos mil fotos. Se fotografía con el libro en una mano y el lote con lazo en
la otra, pero no sale. Con lo bien que lo había dejado Merche. No importa,
seguro que alguien habrá hecho alguna foto panorámica. Su padre mete el paquete
con los libros en una mochila y ella le pide que saque “¡Vuela, Iván!” ¿Pero
ahora? Asiente y se pone a leerlo allí mismo. No tiene arreglo, nos explica.
Ella me cuenta que también escribe, que ha escrito cuentos. Serás una gran
escritora porque eres una gran lectora, le digo, y ella sonríe, con esa sonrisa
que solo tienen los niños que parecen estar a punto de dejar de serlo, pero que
nunca lo dejaran del todo. Como yo, como tantos escritores. Te deseo lo mejor,
Inés.
El
sol se ha ocultado por unos momentos. Se acercan muchos padres con niños.
Merche les pregunta la edad para dirigirlos a la lectura apropiada, si son muy
pequeños les hace un cuenta cuentos improvisado. Los niños se suben a un poyete
y la escuchan. Los padres preguntan a sus hijos cual les gusta. A mí los que me gustan
son ellos por el interés que ponen en inculcarles a sus hijos la ilusión
de leer, de imaginar. Siento que podrán cambiar los formatos, podrá existir el
cine y los video juegos, pero mientras haya padres así, mientras haya colegios
que fomenten la lectura con ilusión, nunca tendremos hombres máquinas incapaces
de pensar por sí mismos.
El
sol ya no calienta tanto, una brisita se cuela por la puerta entreabierta de la
caseta. ¿De qué va este libro?, me pregunta un niño. De aventuras, de viajes en
el tiempo, de familias numerosas… ¿Y éste? De persecuciones, de superpoderes…
¿Me lo compras papá? El padre sonríe mientras Merche continúa contando cuentos
a los más pequeños. Ya es la una de la tarde y el Retiro está a reventar. Un
cantante famoso ha escrito un libro y las colas dan varias vueltas a la caseta
donde firma ejemplares. A lo lejos veo acercarse a unas amigas. Quiero los dos
para mi nieta. Pero si tiene un año. No importa, que se lo lea su padre cuando
crezca. Amistad, cariño, juegos, imaginación y un sol soportable para esta estupenda
mañana de Feria.
Gracias
a Gus, a Iván, a Inés, a Maristas, María Auxiliadora, Esclavas del Sagrado
Corazón, Ángel de la Guarda, a mis amigas que compran libros a sus nietas aunque
tengan tan solo un año. Gracias a los padres que procuran tener unos hijos
fuertes y con criterio, a los niños que lo preguntan todo. Gracias a Narval a
los cuenta cuentos y al sol por no achicharrarnos. Pero, sobre todo, gracias a
Inés por hacerme tan feliz en una mañana de mayo.