lunes, 31 de octubre de 2016

CON EL CORAZÓN EN BANDOLERA



                                    





Esta mañana, cuando salía del cajero, se me ha acercado una señora para preguntarme si me importaría sacarle dinero también a ella, que no se aclaraba, que no tenía a quién acudir.  En fin, me ha extrañado su incondicional confianza, pero se la veía perdida, o por lo menos eso es lo que aparentaba.
Era una mujer comunicativa, eso es la verdad. Me ha confesado su edad, los hijos que tenía, los nietos, dónde vivía y lo sola que estaba. No me ha contado dónde guardaba las joyas porque yo no soy de mucho preguntar, pero estoy segura de que si la dejo hablar me hace un exhaustivo plano. Luego me ha explicado que se armaba un lío con eso de sacar dinero del cajero, sabe usted.
He metido la tarjeta que con tanta confianza me había entregado, y cuando le he propuesto que pusiera su número secreto, me lo ha recitado de tirón. Oye, una memoria de elefante. Tan ingenua me ha parecido que he recelado; que si quién será esta señora, que si la habrá contratado una banda de delincuentes revienta cajeros para timar a los que nos acerquemos, que si a lo mejor es el jefe de la banda disfrazado de viejecita. He mirado hacia todos los lados y cualquier persona que pasaba me parecía sospechosa. Ha pasado un niño arrastrando una cartera en la que cabía un cuchillo jamonero, un portero uniformado con las bayetas entre las que podía esconder un puñal de hoja corta. Una chica con pantalones demasiado anchos como para guardar un revolver del nueve largo. La inocente anciana esperaba impaciente mientras yo preparaba mi huida atajando por el callejón. Pero como una no está para ponerse a pensar delante de una casta anciana, le he preguntado que cuánto quería sacar y me ha contado que se arreglaba con cuarenta euros, porque en casa tengo mil más, pero en el altillo de mi armario, y me da miedo subirme a la escalera. Ya sabe, los huesos a mi edad no perdonan. Como viene mi hijo mañana, ya me los bajará él ¿sabe usted? 
¿Quiere realizar otra operación? me ha preguntado el cajero, ya tan mosca como yo. La anciana me ha dicho que no, que para qué. Ni tampoco quiero resguardo, es un incordio.
Pues tenga su tarjeta, su dinero y su corazón en bandolera, que yo me las piro por si su la banda anda merodeando.
Pero no había banda, solo una mujer mayor, parlanchina, inocente y sola.

Menudo peligro.

sábado, 29 de octubre de 2016

MAS RECUERDOS


                                                






Hoy me han enviado un vídeo de recuerdos. Estaba dedicado a los nacidos antes del año 75. Hablaba de las dos horas (en mi casa tres) que debíamos esperar para meternos en el agua, evitar un corte de digestión y morir ahogados (nos proporcionó paciencia). De la cantidad de miembros de una familia que cabían en un seiscientos (nos proporcionó sentido de grupo). De que montábamos en bicicleta sin casco y los columpios eran de metal, con esquinas (nos enseñó el valor curativo de la Mercromina y de los puntos de sutura)… En fin, de cómo nos fortalecieron nuestro padres. Reconozco que he soltado unas lagrimitas de nostalgia, pero pronto he recordado otra realidad: la mía. Yo no salí tan indemne de aquella época. Yo me rompía cosas y me contracturaba viva, viajaba con mi familia en Vespa de Alicante a Benidorm (mucho más emocionante si llovía). Hasta una vez me mordió un grillo y le cogí miedo. Cruzaba de oído mi calle, con lo ojos cerrados … hasta que me atropelló una bici y encima me castigaron, lo que me hizo perder el sentido de la justicia.  Las inyecciones nos las ponía la portera porque tenía un hijo practicante, lo que me impulso a ponérmelas yo misma hasta que casi me dejo coja. Los bolis eran BIC cristal, magníficos, perdían tinta no sé por dónde y acababas pareciendo una zombi y castigada en el colegio por "payasa". Me convencieron de que si me frotaba con piedra pómez se me irían los pelos y evitaría depilarme de mayor. Ahora tengo una porquería de piel que escuece hasta cuando llueve. Pero es verdad, éramos niños y estábamos para eso. Hacíamos revalidas aunque ahora vayamos con el Tranxilium a cuestas. Cogíamos cualquier infección, pero para jugar nos bastaban una caja de zapatos, unas velas y tijeras bien afiladas. Los que hemos sobrevivido nos preguntamos cómo sé tardó tanto en inventar el microondas, si con las velas dentro de la caja de zapatos estábamos a punto.

domingo, 23 de octubre de 2016

ZAPATERO A TUS ZAPATOS



                                   





Es difícil cambiar nuestros talentos. Recuerdo que a mi calle llegaba todas las mañanas “el melonet”, un frutero que vendía melones.  Mi padre lo adoraba porque le guardaba los más pasados, los que estaban a punto de perderse. Él decía que eran los más dulces y, como mi padre era goloso, no había quién comprara en mi casa melones que no fueran de “el melonet”. Su llegada se anunciaba a bombo y platillo con una pequeña trompeta, como la del afilador. Nos asomábamos ilusionados, y allí estaba él, subido a su  furgoneta del año de maricastañas con los cristales rotos y un destornillador que le permitía atrancar las ventanillas si refrescaba.
Un día no vino. Nos enteramos de que le había tocado un buen pellizco en la lotería y pensamos que ya nunca más lo volveríamos a ver. La verdad es que lo echábamos mucho de menos, sobre todo mi padre, que se pasó a la sandía en señal de duelo.
Pero no habían pasado ni dos meses cuando escuchamos de nuevo la trompeta que anunciaba la llegada de “el melonet” Cuando salimos al balcón, vimos al frutero subido en un BMV de gama alta, conducido por un chofer uniformado que le abrió la puerta, mientras él, ceremonioso, abrió el maletero y sacó los melones pochos con un gesto que fue aplaudido por el vecindario. Mi padre volvió a ser feliz y “el melonet” continuó ejerciendo su profesión con entrega y dedicación, aunque eso sí, en BMV.
Y hoy, cuando he visto a las masas en la Autónoma arengadas por líderes con representación parlamentaria, cuando he visto no una protesta estudiantil sino unos revienta actos, promovida precisamente por profesores que deberían fomentar el intercambio de ideas y el respeto a expresarse, cuando los he visto dejando papelitos tipo pancartas en el parlamento, he recordado a “el melonet” con mucha nostalgia. Porque así como el frutero era un hombre hecho a la fruta y su venta, algunos lideres políticos actuales están hechos a la calle, a los acosos, a las multitudes, a la rebeldía, a encadenarse en ministerios. No pintan nada en un parlamento, no tiene ni idea de cómo se produce un debate, cómo se respeta el turno o las ideas de otros, ni cómo se comportan en las democracias sus líderes. Qué van a hacer en un lugar donde hay que currarse los presupuestos, quitar de aquí y poner de allá, escuchar, pactar, pero, sobre todo, hacer proposiciones de ley y no levantar pancartas ni arengas, porque ya no están en la calle. Ahora pueden hacer algo, pero no es lo suyo, lo suyo es llamar corrupto a todo el que pasa por allí, levantar pancartas y volver a casa con (el chofer y el BMV versus acta de diputado), que le ha otorgado el destino y no tienen ni idea de cómo se hace.
Ya lo dice el refrán: “zapatero a tus zapatos”


sábado, 22 de octubre de 2016

PESCOZONES




Lo de que haya niños en pateras, sin comida y víctimas de comercio, es otra historia, también lo es que se acose a niños y profesores en el colegio y no pase nada. La noticia que sale en los periódicos es que al no saberse la jurisdicción que corresponde juzgar a Brad Pitt por enfadarse con su hijo en pleno vuelo, han tenido que mandar al FBI para investigar los hechos.
Los niños antiguos se llevaban pescozones a penas se descuidaran. No era raro encontrar a una madre zapatilla en ristre amenazando a su hijo por el pasillo; el que se fumaba las clases, el que le quitaba el balón al primo, el que le escupía a los viandantes por la ventana. No digo que estuviese bien, solo constato un hecho. Nadie se rasgaba las vestiduras por las amenazas, a no ser que el asunto fuese a mayores.
Hasta en el colegio te amenazaban.
El asunto es que ahora ya no se amenaza a los niños con zapatilla al portarse mal, sino que se les manda a un rincón a pensar. Y yo me pregunto: ¿De verdad piensan?¿En qué piensan en el rincón? ¿Se dedicarán  a recapacitar sobre el castigo o se dedicaran a imaginar cualquier cosa? ¿Quizá se enfurruñen más todavía con sus padres por tenerlos inmóviles durante tanto tiempo? No lo sé, lo que sí sé es que ahora, cómo se te ocurra reñir a un niño en pleno vuelo y no quede claro el espacio aéreo en el que te encuentras, no sabrán si acudir los Mossos d´Escuadra,  la Ertzaintza o la Guardia Civil, hasta te podrían enviar a la Interpol si hay turbulencias y el avión se desplaza demasiado.
Siento haber pertenecido a una generación en la que todo castigo consistía en ver a tu madre amenazándote con zapatilla en alto.
Quizá el asunto de Brad haya sido importante y no lo conozcamos bien, pero que con todo lo que le está sucediendo a los niños en estos momentos, nos interesemos por el espacio aéreo en el que se produjo la riña del padre al hijo me demuestra que nuestra sociedad está muy, pero que muy enferma.
Algún día habrá una civilización que se tronche de risa de la nuestra, del trato a los  niños de un lado y de otro, del cinismo, de la doble moral. Pero para entonces estaremos en el más allá, como en el más allá están los que montaban el espectáculo de los leones y los cristianos en Roma.


sábado, 15 de octubre de 2016

EL IMPUESTO SOBRE LA FLAUTA









Cuando preparaba la oposición, una noche soñé que el tribunal me preguntaban el impuesto sobre la flauta. Yo miraba hacia un lado y otro buscando a alguien que me ayudara porque no me sonaba de nada. Una compañera, pero del colegio (así son los sueños), me dijo muy bajito: “Es un impuesto de aire”.
Ni que decir tiene que me desperté empapada en sudor e inseguridad. Una vez despierta del todo, comprendí que mis pesadillas eran propias de la angustia pre examen. Mis compañeros todavía recuerdan el sueño y me gastan bromas al respecto. Pero ahora, visto lo visto, empiezo a pensar que de pesadilla nada, que aquello no fue más que un adelanto de los impuestos municipales que nos esperaba muchos años después, que yo era, nada más y nada menos, que un Nostradamus de los años ochenta con visión telescópica para el siglo XXI, y que si hubiera tenido a José para interpretar mi sueño como hizo con el faraón, hubiera avisado a los electores de la manada de vacas flacas que se avecinaban.
El Ayuntamiento está tieso, eso no hay quién lo dude, y el equipo municipal está dispuesto a todo para llenarlo. Se le caen los árboles, se le acumula la basura, los atascos, la polución… Y ha decidido que lo paguemos los madrileños con variopintos impuestos; los del cajero, los de tasas turísticas, los de Vallecas para arriba, los de aparcamientos en días festivos por el centro y pronto, aledaños, la subida de las multas,…
Lo que más ilusión me hace de pertenecer a la Unión Europea es que poquito  a poco van echando abajo todas las atrocidades que sufrimos de nuestros gobernantes para recaudar. Ya echaron por tierra el pago de Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones de la Comunidad Valenciana (una aberración que distinguía a los foráneos de los otros) y otras muchas meteduras de pata y mano en  bolsillo.

En fin, que el Impuesto sobre la flauta está al caer, así que no se despiste nadie y se deje de música, sobre todo, sacra.

viernes, 14 de octubre de 2016

VOTOS A VUELAPLUMA



                                  






Si hubiese nuevas elecciones pediría que las propuestas electorales de las diferentes formaciones nos vinieran en una hoja de Excel, un buen análisis de balance y una memoria anual con ingresos y pagos bien determinados. Ya no nos vale con que nos digan que van a subir el sueldo a los funcionarios y pensionistas ni que bajarán las cuotas de los autónomos, que disminuirán los impuestos y aumentarán las zonas vigiladas con subida de cuotas, porque nos supondrían una bajada y un subida que habría que valorar. Necesitamos saber a qué impuestos se refieren cuando hablan de su bajada, porque si bajan las retenciones de IRPF y nos suben las tarifas, nos están tomando el pelo. Si nos van a cobrar cada vez que vayamos a un cajero a sacar dinero, de nuevo habría qué valorar el debe y el haber de la subida de sueldo y la tasa por cajero. Si bajan la cuota de los autónomos, pero les suben el IVA, pues hemos hecho un pan como unas tortas. Si bajan el IBI de Vallecas para abajo y lo suben de Vallecas para arriba, le importará un bledo a un jubilado, funcionarios o autónomos del barrio de Salamanca, pongo por caso, la subida del uno por ciento de sus ingresos anuales. Luego el balance también debe ir por barrios.
Y la verdad es que hasta ahora lo único que tenemos claro es que sobra la estatua de Colon en Barcelona, que la bandera española es símbolo de la barbarie que se cometió en Sudamérica. Sabemos que el himno Nacional es un bodrio y que no merece la pena acudir a un evento de la hispanidad porque eso es vergonzoso para algunos. Porque lo peor es ser hispanos y conquistadores, que los Belenes de Navidad son ancestrales y caducos. Vale, si yo lo escucho todo, pero quiero que además de esos gestos tan grandiosos nos hagan las propuestas con las cuentas en la mano. Porque si no nos lo aclaran, nos están engañando, y ya estamos lo suficientemente escarmentados para que nos pidan un voto a vuelapluma.