martes, 23 de junio de 2015

UNA MIRADA OMNISCIENTE

Esto de las elecciones municipales y autonómicas me aclara muchísimo las ideas. Me refiero a que me confirman que desde la primera persona del singular no se ve “tres en un burro”.
Propongo a los políticos que se hagan omniscientes, como los narradores de novelas o relatos, que miran un poquito más allá, que lo abarcan todo con su visión cosmológica.
Las elecciones generales están al caer, nos la jugamos todos, y sin embargo se suceden sin cesar las actitudes chulescas por una y otra parte. No sé si se habrán dado cuenta nuestro políticos de que hay una gran mayoría de ciudadanos que inclinan la balanza a uno u otro lado dependiendo del comportamiento.
Los hay acérrimos del PP, del PSOE, o de lo que sea, como los hay del Real Madrid  del Barcelona o del Sporting de Gijón, pero si la balanza se mueve no hay que ser muy listo para darse cuenta de que los que la mueven no son los viscerales de uno u otro bando. De ser así no hubiéramos cambiado de rumbo desde el 78. Los que deciden son los que, aún teniendo unas u otras ideas, no odian ni a la derecha ni a la izquierda, los que votan según la gestión realizada, con objetividad. Son esos votantes que no perdonan el incumplimiento de promesas, ni la corrupción, ni la pasividad a la hora de emprender reformas para evitar fechorías, puertas giratorias, chalaneos. Que no olvidan a los que tuvieron en su mano cambiar las leyes y no lo hicieron. Tampoco olvidan a los que se conchabaron para mantener las cosas como estaban y seguir con el “si tu no dices yo me callo”.
El pueblo se concentró en la Puerta del Sol pidiendo el cambio. Se ilusionaron los de izquierdas y los de derechas, porque no se podía más.
Y que se enteren de una vez los implicados que el pueblo no perdona que le llamen perroflauta, que desprecien sus deseos con insultos,  pero tampoco perdona a los que reivindican con mochila y dinamita, ni a las que se desnudan en una iglesia para pedir laicidad en las universidades, porque de viscerales estamos también hartos, porque el respeto para no llamar perroflauta es similar al de no desnudarse ante símbolos o lugares de culto, defender posturas de forma agresiva. Que el presidente del gobierno se pase la vida dando largas a los ciudadanos, que diga sonriente que hablará cuando le plazca, nos hace sentir a los votantes como alumnos a la puerta del profesor, esperando dos horas a que nos reciba porque no nos merecemos más.
Con insultos y vejaciones puede que consigan enardecer a sus fieles electores, pero no a esos a los que se tienen que ganar.
Lo que necesitan es ilusionar al máximo de ciudadanos posibles con humildad, y el respeto es para todos, para la derecha y para la izquierda, para los símbolos que nos gustan y para los que no.
La masa que va a cambiar el espectro político no acepta el desprecio, ni la zafiedad, ni el odio, ni la prepotencia.
Hay una masa silenciosa y responsable que sabe lo que quieren y lo elegirán. Peor para los que no sean consciente de eso. No es el voto del miedo, es el de la sabiduría. Y yo confío en mi pueblo.





lunes, 22 de junio de 2015

LA GALLETA DE LA SUERTE



                                   








Esta mañana ha desapareció el fondo de pantalla de mi ordenador, era una foto que hice el verano pasado de un ocaso en la Albufereta. En su lugar se había colocado el Gigante de Yosemite.
Me extraño tanto que quiero volver a colocar la mía y no la encuentro.  Busco en Iphoto, un programa del Mac al que por fin le había cogido el tranquillo, y descubro con un disgusto tremendo que no me queda ni una sola foto de las que tenía guardadas. Se han borrado los eventos, los pases de diapositivas, los recuerdos, las películas y los proyectos.
Llamo a Apple, me conectan con el servicio técnico y me explican que han cambiado el programa, que ahora se llama de otra forma. ¿Y mis fotos de toda la vida? No sé qué decirle, me explica una chica muy simpática y con entera dedicación pero completamente liada. Abra Finder, ciérrelo. Abra Movie, ciérrelo. Abra escritorio, ciérrelo. Aplicaciones, Preferencias del sistema, Time Machine… Porque Mac tiene eso, que a programas raros no hay quién les gane. Después de pasarnos una hora intentando encontrar los archivos sin éxito, me ofrece la posibilidad de ponerme en contacto con un técnico especializado. Sí, por favor, le digo a punto de echarme a llorar.
El técnico se llama Gerardo, tiene acento cubano y es un muy agradable. Me pide permiso para entrar en mi ordenador, y lo dice de una forma que es como si me invitara a una copa en su casa después de cenar. Le doy permiso y, mientras conectamos por teléfono, aparece su rastro en forma de flecha. Me va guiando por todos los programas habidos y por haber. No encuentro las fotos perdidas pero sí otras ya olvidadas, algunas que ni sabía que existían, casi todas de hace por lo menos veinte años. Yo en un castillo medieval con el pelo rubio y los ojos azules (debe ser alguna prueba que hice con photoshop allá por el mil novecientos noventa y algo), otra encima de una roca la mar de seductora, o con diez quilos menos y biquini de lunares en la playa. Un recorrido por el pasado más remoto, interesante pero inútil. No son esas las fotos que he perdido, le explico a Gerardo que cada vez que encuentra una se pone más contento. Yo creo que le gusta la rubia de ojos azules o la del biquini de lunares porque no me permite quitar las foto, tan solo me sugiere que las minimice mientras continuamos buscando. No le digo que son del año de maricastaña para no quitarle la ilusión. Con su flecha y mi obediencia hemos hecho un barrido a mi Mac que han salido hasta excursiones del 90, relatos sin acabar, hojas de Excel de cuando hice la obra de la cocina. De pronto se nos abre un icono de Flas Player que no conseguimos hacer desaparecer. A penas nos descuidamos mirando una foto antigua, emerge en el escritorio el dichoso icono cual afrodita del mar Egeo. Ya está instalado pero no desaparece. Arrójelo a la papelera, me pide de palabra, y con la flecha me indica cómo hacerlo. No lo entiendo, me dice Gerardo contrito. No aparecen sus fotos. Yo tampoco lo entiendo, le contesto juguetona. A estas alturas me he dado cuenta de que su voz se ha vuelto cada vez más sugerente. Su tono es inversamente proporcional a la antigüedad de las fotos  que emergen de los archivos. Cuanto más antigua es la foto, mas sugerente se torna su voz. Recupero la cordura y le digo que debemos continuar en nuestro empeño sin dispersarnos. La flecha me indica dónde debo buscar, qué debo borrar y qué mantener. Gerardo, un hombre paciente donde los haya, va modulando su voz hasta hacerse cavernosa y suave, como la de Rhett Butler cuando se enfada y coge en brazos a Scarlett  
O´Hara para darle un beso de tornillo o subir por la escalera con ella en brazos (no me acuerdo).
Gerardo no ha logrado encontrar ni una sola foto del álbum pero ha entrado en mis más ocultos archivos. Después de dos horas de paciente búsqueda se ha rendido. La flecha se ha quedado un poco pocha y me ha reconocido que los archivos se han perdido, que lo siente, que esas cosas no suelen ocurrir  pero qué le vamos a hacer. Me ha aconsejado que a partir de ahora guarde en un disco duro toda la información y se ha despedido muy cariñoso. Lo he sentido, la verdad, después de dos horas compartiendo información reservada, voz cavernosa, halagos y encuentros con el pasado, le he cogido mucho cariño.
 Estoy de los nervios contra Appel pero no me atrevo a denunciarles por si se la carga Gerardo, y a ese que ni me lo toquen.
Luego he entrado en Facebook para olvidar, y he descubierto que habían colgado una foto antigua, de mi fiesta de fin de carrera. No se me ve muy pasada de rosca porque está tomada de cerca, pero ya no soy esa. He recibido miles de “me gusta”, y algunos comentarios muy halagadores de personas que no me conocen de nada pero que son amigos de amigos. “Terminar la carrera da mucha seguridad en estos tiempos aunque te tengas que ir a trabajar a Alemania”, dice uno. “Que no”, escribo, “que no sé de dónde ha salido.”
Me ha entrado un mosqueo tremendo. Explico a los amigos de Facebook que no he terminado la carrera, que la terminé hace mil años. Pero no importa porque siguen felicitándome.
“Será que has puesto en la biografía algo sobre aniversario”, me escribe mi sobrino. Abro la biografía, la leo de cabo a rabo y no encuentro nada que les permita coger mis archivos y colgarlos cuando les venga en gana. Me entra un cosquilleo. A ver si ha sido Gerardo que ha abusado de mi confianza al darle las llaves de mi ordenador. Estoy por llamarlo y decirle "Devuélveme mis llaves, traidor". Me contengo, no quiero entrar en ansiedad porque luego dejo de respirar y la lío. Busco en mi muro y descubro una nueva intromisión en mi biografía. Han colgado un evento en mi nombre para acudir a la presentación de un libro en Cortijuelo. No conozco el libro, ni siquiera he estado nunca en Cortijuelo. A los que les gustaba mi titulo universitario recién conseguido aseguran que acudirán a mi evento. Les digo que no, que es un error, pero siguen llegándome avisos de asistencias confirmadas, felicitaciones, “me gusta” y emoticones.
Quiero borrarme de Facebook pero cuando lo intento me sale Flas Player de nuevo. Le doy a trasladar a la papelera y me sale una galleta de la suerte. La abro y me asegura que voy a encontrar al hombre de mi vida. Apago el ordenador. Ya me estoy alejando cabizbaja hacia mi habitación cuando escuchó una musiquilla de bar de copas en penumbra.
El ordenador se ha encendido solo. Veo que de nuevo se ha cambiado el fondo de pantalla. Un hombre joven, moreno y navegando en tabla de surf me sonríe. ¿Será Gerardo? ¿Le cuento que nunca he sido rubia, que tengo los ojos marrones, nietos y estoy jubilada? ¿o mejor lo dejo con la duda?

 Ya lo pensaré mañana.

sábado, 6 de junio de 2015

EL MIEDO DE MI VECINA

imagen: Rafal Olbinski






El viernes tuve que recoger un paquete en casa de Soli, la vecina del cuarto izquierda.  Dice que de joven se parecía mucho a Brigitte Bardot y para que nadie lo dude ha llenado la casa de fotos de la artista francesa. Algunas son mundialmente conocidas aunque ella asegura que son de su adolescencia y juventud. Una es del cartel de la película “Y Dios creó a la mujer“ pero no se lo digo porque no hay ninguna necesidad de desairarla.  Tiene un hijo que se desnuda y duerme en el descansillo cuando regresa borracho. Me lo ha contado el del octavo centro,  que acudió a una reunión de la comunidad en la que se trató el tema. Pero eso sí, con la deferencia que se tratan todos los temas en mi comunidad, echando pelillos a la mar. Al hijo parece que le gustan el vino y las mujeres y ese es el motivo de que pida sexo a la primera vecina que encuentre en el ascensor cuando ha tomado una copa de más. Dice que no lo puede evitar.
La madre, viendo que ya era agresivo desde la niñez, lo apuntó a karate y ahora sus golpes son certeros. Los vecinos se quejan pero perdonan. El caso es que entre que nuestro portero falsifica cheques, nuestro vecino se desnuda porque le gustan el vino y las mujeres, el del noveno aporrea el piano con una sola mano porque tuvo un profesor manco, la comunidad es laxa y Soli, Brigitte Bardot, da mucho miedo entrar en mi portal sin protección. Ya ni siquiera los ladrones se avienen a robarnos.
El problema es que cuando llegué a casa de Soli para recoger el paquete, la encontré de los nervios, me dijo que llevaba tres noches sin dormir, que ya no le hacían efecto los hipnóticos, ni las Valerianas, ni las broncas del hijo. Me explicó que desde las elecciones autonómicas y municipales duerme con un cutter debajo la almohada  por si entran los de Podemos o los de Ciudadanos y la decapitan. Me lo dijo mirándome fijamente con esos ojos saltones que ella tiene. Luego elevó una mano y se la pasó por el cuello muy lentamente. La verdad es que representa con mucho dramatismo. “Que no, mujer. ¿Quién te va  acortar el cuello a ti y por qué?” 
“¿Tu crees que no pasará nada con todo este batiburrillo de las elecciones?”, me pregunta bajando la voz como si Monedero le hubiese llenado la casa de micrófonos. “Aquí va a ocurrir como en la revolución francesa, que nos guillotinarán a todos.”
No sé cómo recoger el paquete y salir corriendo pero se coloca delante de la puerta. Dice que tiene gusto en invitarme a una cerveza para hablar de la guerra, de la situación de España, de los principios del Movimiento Nacional y de las restantes leyes fundamentales. Tengo prisa, Soli, le explico. “Nos van a quitar la casa”, insiste, y vuelve a pasarse la mano por el cuello. “Y si no, nos meten a vivir a otra familia, ya lo verás” Le ha entrado complejo de doctor Zhivago mezclado con el síndrome Robespierre y no vive. Miro la entrada abarrotada de fotos de Brigitte Bardot y le digo que no cabe en su casa ni un alfiler, que ni siquiera Errejón soportaría tamaño abigarramiento. “¿Y la plata?” “Menos, ya no se lleva, se pone negra enseguida.” “A mi abuelo le quitaron la casa y los mantones de Manila.”, me explica cerrando los ojos y guardándolos un ratito tras los párpados para mi sosiego.  Le expongo que en todo caso deberían tener miedo todos aquellos que tengan algo que ocultar, que ojala se levanten las alfombras y salga toda la corrupción que ha habido en esta país, pero que no tenga cuidado, que las fotos no suelen confiscarlas, que en eso son muy comedidos. Suspira. Aprovecho su congoja para recoger el paquete y salir corriendo. Menos mal que el hijo no ha llegado todavía y el descansillo está solitario y en penumbra. A lo lejos escucho un jadeo y una mano me agarra del hombro. “Vente una tarde y hablamos”
Se lo prometo y bajo los escalones de dos en dos. En la lejanía aún escuchó su voz.  “¿Crees que me quitaran las mantillas de encaje y el vestido de manola?” Pero ya no le contesto, el corazón me va a tope y temo que la que no va a volver a pegar ojo a partir de ahora soy yo.


miércoles, 3 de junio de 2015

FERIA






Mañana estaré desde las 11 en la caseta 287 para firmar lo que se tercie, pero sobre todo mi última novela, finalista del premio iberoamericano: "Fotos en el congelador". Esa es para adultos que sean capaces de bailar pasodobles con su abuelo cuando lo ven triste, las causas perdidas y los amores muy intensos. Pero, sobre todo, que encuentren las ganas para reírse cuando la vida se pone negra como el tizón.  
También firmaré "Aniceto y los cuentos de la Biblia" para niños en época de catequesis y para todos aquellos que se les haya olvidado que a Jonas se lo tragó una ballena por rencoroso y malqueda. Que se montó un diluvio de padre y muy señor mío por haber sido tan corruptos y tan chorizos como algunos que conocemos y otros que conoceremos. 
Y que no falte "Atrapados en las leyendas de Madrid" que es para niños, pero también para adultos con ganas de darse un paseito por San Ginés, tomarse un chocolate, conocer al decapitado y echarle los tejos a Luis Candelas, un bandido muy sexi.
Hasta mañana.






martes, 2 de junio de 2015

CONCURSO NARVAL



 Este estupendo texto de Inés Ramos sobre 

Gus y la casa voladora


novela de Carmen García-Roméu, ha ganado el 


premio de Fomento de la Lectura que convocó 


Narval editores con motivo del Día del Libro 2015.


Gracias a Inés, y a otras niñas y niños como ella, 


tiene sentido nuestro trabajo.

Gus_InesRamos-001