domingo, 10 de octubre de 2021

EL LACTOBACILLUS KEFIRI Y EL ANTEPROYECTO


                                   

 

 

 

La tía Guillermina me ha regalado un lactobacillus Kefiri. Dice que lo hace porque combate los tumores y microbios dañinos carcinógenos. Me he preocupado, la verdad,  pues con el nuevo anteproyecto de ley sobre animales, a mí eso de que esté vivo me agobia, me turba, me angustia.. Se lo he dicho, pero ella asegura que es una protección para mi organismo. Dice que no solo cuida de mi flora intestinal sino también de mi cutis y mis huesos. Lo único, insiste, es que debes cuidarlo con esmero. Nada de colarlo en colador metálico, ni que pase frio, ni que pase calor. No le des más que leche entera de la mejor calidad, límpialo con agua y déjalo en un frasco de cristal con un trapito por encima, a ser posible de hilo y con festones. Luego deja que fermente y te bebes el resultado. 

No es tan fácil, le explico, el anteproyecto de ley sobre cuidado de animales exige más que un simple vaso de leche para su alimentación. En primer lugar, ¿lo has comprado en una tienda o lo encontraste desamparado y lo recogiste para cuidarlo? 

Ella respira hondo y yo prosigo: Es importante. 

Me dice que no sea pesada y que si no lo quiero se lo regala a otro/a con más empatía. 

No es por no cuidarlo, le explico, pero y si se muere… ¿Debo avisar a las autoridades sanitarias? El anteproyecto lo exige y mi marido lo primero que ha hecho al ver el tarrito en le encimera, ha sido meterlo en el congelador. Parece que a la tía Guillermina le da patatús, pero no, porque enseguida me increpa: Sácalo ahora mismo y hazle el boca a boca, me dice recuperando la respiración. Estamos ante un ser vivo, una bacteria de hasta 30 cepas. Madre mía, como no entre en calor la liamos. Por supuesto, aunque bien pensado, el hecho de que provenga de las montañas del Cáucaso demuestra que está acostumbrado al frio. 

¿Del Caucaso? le espeto ¿Tiene al día el pasaporte y las vacunas?

Saco el frasco del congelador y lo observo concienzudamente. 

Con una mano sostengo el lactobacillus Kefiri y con la otra el anteproyecto de ley. Espero que todavía no haya entrado en vigor y si lo hace, que no tenga efectos retroactivos. La ley que te perjudica nunca lo tiene, pero tal y como están las cosas, todo puede pasar. 

Hay que tener un curso de formación antes de tener perro, pero del lactobacillus no dice nada. Se debe educar y manejar al animal con métodos ni agresivos ni violentos para no causarle ansiedad. Solo se acudirá a la eutanasia para evitarle dolor innecesario, dice el anteproyecto. Y por supuesto no abandonarlo en espacios cerrados, abiertos o mutilarlos. Acerco la lupa, pero no alcanzo a valorar su estado emocional

Mira Guillermina, mejor te lo reenvío y que te cure a ti de todos los males, yo no me siento capaz de cuidar, respetar y amar al bacillus hasta que la muerta nos separe. 

¿Qué dices?, grita. 

Que me conozco, que soy muy mía, que seguro que me lo cargo en una de esas. 

La tía Guillermina cuelga el teléfono  y no vuelvo a saber nada de ella. El bacillus me mira rabioso. No le caigo bien, se le nota. Este viene a hacerme la vida imposible y además cargado de derechos.

miércoles, 6 de octubre de 2021

CONOCETE A TI MISMO O BÚSCATE EN EL BOSQUE

                        



 


 

 

 

Sócrates lo dijo: “Conócete a ti mismo”.

 Una persona que, en el sentido griego, se conoce a sí mismo, es capaz de gobernarse y de poner el pensamiento en el puesto de mando de su vida

La frase estaba inscrita en el templo de Apolo en Delfos. Era una recomendación divina, como una pauta de comportamiento.  Y eso, exactamente, es lo que le pasó a Beyhan Mutlue el 28 de septiembre de 2021 en el distrito turco de Inegol. 

Ese día sus amigos denunciaron su desaparición: al parecer había estado en el bosque, punto de reunión habitual de este grupo de amigos. Cuando todos volvieron a casa, no encontraron a Mutlu, llamaron a su domicilio para cerciorarse de que había llegado bien. Sin embargo su esposa indicó que no había regresado después de la noche de fiesta. Llamaron a la policía y ésta organizó una búsquedas en su distrito y a la que se sumaron varios vecinos para rastrear el bosque en su búsqueda. A esa exploración se sumó el propio Beyhan, la mar de ilusionado por hacer un servicio a su comunidad y vecinos. Beyhan buscó y buscó con desenfreno, linternas y sin descanso. Fue en el momento en que  empezaron a llamarlo a gritos y por su nombre, cuando el hombre gritó: “Estoy aquí. Yo soy Bayhan. 

Y fue entonces cuando se encontró a sí mismo con gran regocijo por su parte y gran desconcierto por parte de aquellos que le buscaban. 

Lo que no sabemos es si ese encuentro ha tenido consecuencias en sus pautas de comportamientos. Si por fin supo gobernarse a sí mismo, o si los vecinos de su comunidad le han corrido a gorrazos, por asustarles y hacerles perder el tiempo. 

 Lo cierto es que encontrarse a sí mismo sin meditaciones ni zarandajas de esas, en medio de un batallón de vecinos, debe dar un gran conocimiento personal y trascendente.