Hay
un poema de José Zorrilla que a mi madre le gustaba mucho y me recitaba algunas
noches. Se le llenaba la boca con lo necesario que era mantener la palabra dada.
Trataba
de un noble que promete matrimonio a una dama. Ella, confiada, enamorada y un
poco de la época, le entrega su virginidad, que entonces las cosas tenían sus propios nombres, y él faltó a su palabra,
no quiso casarse y lo juzgaron. La pobre, a falta de testigos, tuvo que pedir
al Cristo de La Vega que la defendiera.
…¿juráis ser cierto que un día
a vuestras
divinas plantas
juró a Inés Diego Martínez
por su mujer desposarla?
Asida a un
brazo desnudo
una mano atarazada
vino a posar en los autos
la seca y hendida
palma,
y allá en los aires: "¡Sí, juro!"
clamó una voz más que
humana.
Alzó la turba medrosa
la vista a la imagen santa.
Los labios tenía
abiertos
y una mano desclavada.”
El
Cristo certificó a favor de la mujer y dejó al noble en evidencia.
Y
dándole vueltas al poema, se me ha ocurrido proponer una ley que incluya como
delito el faltar a la palabra dada en los programas electorales. Como me temo
que el Cristo de la Vega no pueda pasarse la vida dando la cara por mujeres
ultrajadas y ciudadanos engañados, pienso que sería conveniente que si
otorgamos la administración de nuestro país a un presidente por las promesas
que nos hace en campaña, justo sería poder quitarle el poder otorgado cuando
las incumpla. Sería un poco como le pasó a la ultrajada, que nos engañan y
tenemos que soportar al traidor durante cuatro largos años, o más, porque una
vez que han tomado el poder y controlan las instituciones, se hace muy difícil recuperarlo. Pienso que se podría
tipificar como estafa al electorado. Y si se demuestra que ha sido por culpa de
los que entregaron el poder con cifras manipuladas, pues que auditen las cuentas y
se responsabilicen de la ocultación o tergiversación realizada con penas
disuasorias.
Si
no es tan difícil, cuesta tanto como reunirse para promulgar una ley como las
que han quitado pagas extras, han reducido indemnización por despido, han
aumentado las tarifas eléctricas, las tasas de basura, el IBI, restringido las
becas, las prestaciones a los dependientes…
¿Tan
difícil resulta exigir que los políticos cumplan sus promesas electorales y
respondan por sus incumplimientos?
Apropiación
indebida, manipulación para alterar el precio de las cosas… Yo qué sé. Se pone
uno a buscar delitos tipificados en el código penal y seguro que encuentra
cabida para ese engaño.
Luego
se extrañan de que ganen votos los bolivarianos porque dicen que mienten. Por
supuesto, mientras no se vote la imposibilidad de la mentira, estaremos
vendidos ante tanta impunidad.
“Juráis ser cierto que un día a vuestras divinas palabras juró a los
españoles …”
Qué
cerca están las elecciones y que miedo dan, de verdad.