miércoles, 28 de enero de 2015

PROMESAS INCUMPLIDAS


                                               




Hay un poema de José Zorrilla que a mi madre le gustaba mucho y me recitaba algunas noches. Se le llenaba la boca con lo necesario que era mantener la palabra dada.
Trataba de un noble que promete matrimonio a una dama. Ella, confiada, enamorada y un poco de la época, le entrega su virginidad, que entonces las cosas tenían  sus propios nombres, y él faltó a su palabra, no quiso casarse y lo juzgaron. La pobre, a falta de testigos, tuvo que pedir al Cristo de La Vega que la defendiera.
…¿juráis ser cierto que un día 
a vuestras divinas plantas 
juró a Inés Diego Martínez 
por su mujer desposarla?
Asida a un brazo desnudo 
una mano atarazada 
vino a posar en los autos
 la seca y hendida palma,
 y allá en los aires: "¡Sí, juro!"
clamó una voz más que humana.
 Alzó la turba medrosa 
la vista a la imagen santa.
 Los labios tenía abiertos 
y una mano desclavada.”
El Cristo certificó a favor de la mujer y dejó al noble en evidencia.

Y dándole vueltas al poema, se me ha ocurrido proponer una ley que incluya como delito el faltar a la palabra dada en los programas electorales. Como me temo que el Cristo de la Vega no pueda pasarse la vida dando la cara por mujeres ultrajadas y ciudadanos engañados, pienso que sería conveniente que si otorgamos la administración de nuestro país a un presidente por las promesas que nos hace en campaña, justo sería poder quitarle el poder otorgado cuando las incumpla. Sería un poco como le pasó a la ultrajada, que nos engañan y tenemos que soportar al traidor durante cuatro largos años, o más, porque una vez que han tomado el poder y controlan las instituciones, se hace muy difícil recuperarlo.  Pienso que se podría tipificar como estafa al electorado. Y si se demuestra que ha sido por culpa de los que entregaron el poder con cifras manipuladas, pues que auditen las cuentas y se responsabilicen de la ocultación o tergiversación realizada con penas disuasorias.
Si no es tan difícil, cuesta tanto como reunirse para promulgar una ley como las que han quitado pagas extras, han reducido indemnización por despido, han aumentado las tarifas eléctricas, las tasas de basura, el IBI, restringido las becas, las prestaciones a los dependientes…  
¿Tan difícil resulta exigir que los políticos cumplan sus promesas electorales y respondan por sus incumplimientos?
Apropiación indebida, manipulación para alterar el precio de las cosas… Yo qué sé. Se pone uno a buscar delitos tipificados en el código penal y seguro que encuentra cabida para ese engaño.
Luego se extrañan de que ganen votos los bolivarianos porque dicen que mienten. Por supuesto, mientras no se vote la imposibilidad de la mentira, estaremos vendidos ante tanta impunidad. 
Juráis ser cierto que un día  a vuestras divinas palabras juró a los españoles …”
 Qué cerca están las elecciones y que miedo dan, de verdad.


jueves, 22 de enero de 2015

LA BBC (BODAS, BAUTIZOS, COMUNIONES…)









 imagen: Rafal Olbinski




Resulta que han cobrado 20 euros a un niño inglés de 5 años por dejar de acudir a una fiesta de cumpleaños sin avisar.  La noticia me ha dejado muy impactada, sobre todo si tenemos en cuenta que mi madre me obligaba a permitir a las niñas que invitaba a mi cumple, que jugaran con todos los juguetes que me acababan de traer los reyes, a recibir con la misma ilusión a las que venían con regalos estupendos que a las que venían por el morro, y a ver impasible como iban destrozando uno por uno los juguetes que yo había deseado tanto.  “No las invitas por el regalo que te vayan a hacer, sino porque son tus amigas, quieres estar con ellas y compartir en un día tan señalado.”
Todavía sueño con mis cumples infantiles las noches de rayos y centellas. 
Mi amiga Loreto decía que si nos educaron con esa rigurosidad, por lo menos nos debían haber metido en una urna con otras memas como nosotras para, de esa  guisa,  continuar viviendo hasta el fin de nuestros días.
 Pero no fue así,  la vida nos deparaba infinitos chascos.
“Nos han invitado a una boda en El Palace”, me explicaba la mar de dolorida Loreto. “Ahora tenemos que pagarnos el cubierto en ese hotel. ¿Por qué? ¿Quién le ha dicho a esa gente que yo hubiera celebrado la boda de su hija en El Palace?, vamos a ver.”
No se lo digo para no enardecerla todavía más, pero me parece que tiene toda la razón.
Antes, me refiero a…“In illo tempore”, los que no tenían posibilidades,  celebraban las bodas de forma modesta y pedían dinero a los invitados a cambio de trocitos de corbata, o de cualquier nimiedad para resultar más elegante. Los pudientes se lo pagaban ellos e invitaban sin esperar a que nadie compensara el menú con sus aportaciones. Se regalaban detalles para la casa, bandejitas de alpaca o jarroncitos chinos del tres al cuarto. Los familiares y amigos cercanos se rascaban un poco más el bolsillo por eso de la amistad y el cariño, y los demás cumplían con cualquier cosa de la lista de regalos.  Aquellas bodas eran un “si puedes pagas y lo celebras donde te apetece sin esperar nada a cambio”, y “si no puedes no pagas pero lo celebras discretamente porque el precio de los trocitos de corbata tiene un límite aunque paguen el convite” (así se llamaba el evento “In illo tempore”).
Ahora no,  ahora se celebra hasta la primera dentadura postiza del abuelo. Total, como lo pagan los invitados, cuanto más rumbosa sea la celebración, mejor.
Ah, y no te atrevas a no regalar en condiciones porque no te invitan por amigo te invitan como paganini, que queda de miedo celebrarlo todo y por todo lo alto, faltaría más.
Ahora se admite cualquier reclamación referida a eventos y esnobismos.
Cuando pienso en la cantidad de indemnizaciones que hubiera podido pedir por los  juguetes rotos en mi cumple, por los no regalos y por los que acudieron a mi boda sin llevar ni una piruleta. Cuando lo pienso y lo repienso, me entra un mosqueo.
Todavía le pregunto a veces ¿Pero con qué lord ingles creías que iba a emparentar, madre? Pero no me contesta, se hace la loca, no porque falleciera sino porque si volviera a empezar, visto lo visto, estoy segura de que otro gallo cantaría.


jueves, 15 de enero de 2015

PREMIOS






Acababa de salir mi novela “Bajo cuerda” y me invitó la editorial  Lengua de Trapo a la cena de entrega de premios “Fundación Lara de novela” 2008.
A propuesta del jurado se podía galardonar cualquier novela escrita en español y publicada en primera edición en ese año con independencia del país. Recuerdo que quedó entre los finalistas Ana María Matute. Pensé que nadie podría comparase a ella. No solo era una de las voces más ricas de la literatura, como había dicho Vargas Llosa, sino que había sido propuesta en 1976 para el Nobel de literatura, premio Cervantes, Café Gijón, Planeta, Nacional de literatura,  Nadal y Fastenrath de la Real Academia. Me parecía que nadie podría competir con una escritora de su talla, que era como competir con García Márquez o Vargas Llosa.  Sin embargo mi sorpresa fue grande al comprobar que no había sido la ganadora. Me sentí muy triste, me parecía que la maestría y  los años habrían acrecentado su talento, por muy bueno que fueran los otros finalistas.  Entonces la única explicación que encontré era la de la edad, quizá le había hecho perder frescura u oficio, o vete tú a saber qué.
Pero hoy, después de algunos años, ha caído en mis manos aquella obra finalista en 2008: “Paraíso inhabitado”.  Una obra fantástica, un canto a la imaginación, a la fantasía de los cuentos como mecanismos de liberación de una niña solitaria. Un relato de iniciación que cuenta el paso de la infancia a la madurez. Con una doble mirada sobre la vida, el enjuiciamiento severo del adulto y el sorprendido descubrimiento de la niña. Dos realidades  separadas, hostiles.
Encierra grandes dosis de critica social a la burguesía acomodada con comportamientos egoístas.
Su modo de contar no es pretencioso o envarado, pero es profundo y serio.
Un libro precioso que me ha devuelto a la niñez y que me ha absorbido por completo Una historia sobre la infancia y los últimos momentos antes de entrar en el mundo adulto, el de los gigantes.  Hacía tiempo que no disfrutaba tanto con una lectura.

Ana María Matute no había perdido ninguna cualidad de las que le hicieron merecedora de tantos premios en su trayectoria literaria. ¿Por qué no fue ella la ganadora?  Nunca acabaré de desentrañar los misterios de los premios literarios. 

domingo, 11 de enero de 2015

LA CONTRASEÑA Y LOS UNIVERSOS PARALELOS







Me he liado, lo reconozco. Mi intención era tener la misma contraseña para facebook, twitter, gmail, yahoo, Paloma de la vega, Google+, youtube…  Pero es imposible porque a penas me  despisto, me sale error y dice que la contraseña no es válida, que lo vuelva a intentar. Lo vuelvo a intentar y dice que ponga otra. Invento una cualquiera. Repítala. La repito. Ya la tiene otro. Pero como ese otro soy yo,  pretendo explicárselo al ordenador tecleando, más que todo porque no hay ser inteligente con el que pelearte. Y es ese el momento más terrible, cuando sale el inglés. Le tengo una manía... La pantalla se llena de palabras en ingles que no entiendo. Busco el traductor de google, pero no lo encuentro. Vuelvo a meter mi contraseña y el ingles me repite que no. Y me explica  algo así como que lo mejor es que la cambie, pero quizá no dice eso, porque como no tengo idea de ingles, en cuanto me sacan de “Summertime”, me pierdo. Cambio la contraseña pero creo que no le gusta, me parece que dice que mezcle números con letras, que a su vez mezcle letras picudas con redondillas, y que intercale alguna mayúscula para despistar. Hago lo que me dice y, para no faltar, añado algunos puntos suspensivos, signos de admiración e interrogaciones. Tampoco le gusta, dice que no puede exceder de eigth caracteres. Escribo algo extraño que no controlo ni yo misma, y me vuelve a chapurrear que esa contraseña ya está cogida. Entonces me emociono, es tan aleatoria que el hecho de que otro la haya tecleado con los mismos signos de admiración, interrogación, mayúsculas y números romanos, no puede ser algo azaroso, tiene que haber un por qué. Creo interpretar que alguien en otra dimensión o en la mía, vete tú a saber, existe y me busca. A partir de ese momento creo. Creo en universos paralelos, el multiverso. Seres descarnados de la cuarta dimensión, qué sé yo. Creo en todo. Me niego a dejar el ordenador porque algo extraterritorial, tridimensional, o medioambiental está a punto de suceder.
Mi hermana ha venido porque dice que me oye jadear. Me aconseja que lo deje, que me ve algo nerviosa, pero no puedo dejarlo. Es como si una brisa helada y al mismo tiempo cálida me empujara a encontrar esa clave que un día dejé y que por arte de magia se ha esfumado.
¿Pero qué más te da a ti Paloma de la Vega o el correo yahoo?, me dice pasando el brazo por mi hombro. ¿Acaso necesitas comprar algo?, porque puedo bajar al chino si eso te tranquiliza.
¿Pero cómo me va a tranquilizar a mí un chino teniendo a un ingles a punto de desentrañar los misterios de la naturaleza? Mi hermana intenta que me incorpore y abandone el ordenador, pero puedo ver  en la pantalla una ultima sugerencia, “Si quiere recuperar su contraseña pulse aquí.” Regreso y pulso, pero me pregunta cual es mi pasodoble favorito y me derrumbo. Anda, vamos, me dice ella, que te voy a enseñar a fluir. Y yo la sigo pero solo veo humo, consonantes,  vocales,  signos de interrogación, un chino y un inglés. Ella llama al servicio de urgencias pero yo le aviso de que la contraseña ya está cogida.

sábado, 10 de enero de 2015

CONCIENCIA COLECTIVA

                                 
 




Ha coincidido el atentado en el semanario Charlie Hebdo con lo que estaba leyendo estos días. Se trata de un libro de David Coleman que se titula “El punto ciego”,  y en uno de sus capítulos habla de la conciencia colectiva que se forma a través de un grupo. Siempre me ha llamado la atención que haya gente capaz de pertenecer a algo que se denomina bloque  y perder su propia personalidad. Las sectas, los grupos religiosos extremistas, los ideales políticos llevados al límite, los bloque familiares, profesionales o empresariales, los grupos en el colegio y tantos movimientos en los que el individuo pierde su personalidad para asumir la del grupo. Actúan de forma diferente, no se plantean los objetivos ni los medios y son capaces de actuar como no actuarían por separado. Y lo que más me llama la atención es que no nos encontramos ante personas imbéciles, a veces son inteligentes y valiosas. ¿Qué les mueve a delegar su voluntad en nombre del grupo, de dejarse llevar por un patriarca y seguir sus directrices sin plantearse siquiera un momento qué le está pasando?
Hace tiempo leí en un libro que los magos, antes de hacer sus pruebas de hipnotismo, tratan de comprobar dentro del público, quienes son los de mentalidad más débil. Primero hacen algunas pruebas generales, y a la luz de los resultados van entresacando a los sugestionables, hasta que se quedan con los que les interesan, que no son otros que aquellos dispuestos a integrar un bloque y dejar su opinión o su criterio en manos del líder.
La locura, decía Nietzszsche, es la excepción en los individuos pero la norma en los grupos, una afirmación que también compartía Freud “El grupo es impulsivo veleidoso e irritable”. Decía que cuando las personas pasan a formar parte de un grupo sufren algún tipo de regresión a un estadio infantil. Cuando un grupo de personas se reúnen en torno a un líder manifiestan un tipo de mente colectiva que los hace sentir, pensar y actuar de un modo muy distinto a como lo harían de encontrarse solos. La multitud es extraordinariamente influenciable y crédula, carece de sentido critico, y lo inverosímil no existe para ella. Los sentimientos de la multitud son siempre simples y exaltados. No tiene dudas ni incertidumbres.
Freud utilizó el término grupo tanto para muchedumbres como para pequeños grupos.
El rasgo fundamental de la persona que forma parte de un grupo consiste en la sustitución de su propio yo por el yo del grupo. Preponderancia de esquemas compartidos sobre esquemas individuales.
Quizá esa sea la causa de tantas muertes y sinsentidos, de agresiones gratuitas, de la justificación de los  propios actos y sus consecuencias. Un auténtico punto ciego.


domingo, 4 de enero de 2015

HORIZONTES DE GRANDEZA

                                  







“Horizontes de grandeza” era la peli preferida de mi hermano. Se trata, me explicaba, de alcanzar ser lo mejor que cada uno puede llegar ser, no el mejor de muchos.  Sin alharacas, sin presumir, sin contárselo a nadie.  El prota es un marino que llega al lejano oeste de la mano de su novia. No sabe montar, ni disparar, ni, por supuesto, domar a un caballo salvaje. Todos los del rancho se ríen de él, pero no le importa porque noche tras noche, a solas, cuando nadie lo ve, el marino intenta domar al caballo. Sufre caídas y soporta golpes, pero no deja de intentarlo, hasta que una noche lo consigue, pero no se lo dice a nadie. Es feliz. Su meta era lograrlo, saber que era capaz y se siente bien.
Mi hermano era el mayor y yo la pequeña, nos llevábamos dieciséis años y sin embargo nos comunicábamos de maravilla. Yo entonces soñaba con cestas de Navidad enormes, llenas de cintas rojas, latas de espárragos y jamones. Esas cestas  que enviaban a los padres de algunas de mis amigas, empresarios, gerifaltes… Me parecía muy cutre los bizcochos que le hacían los pacientes a mi padre, o las mantecaditos, o los pavos que criaban para regalárselos. Entonces no era capaz de valorar la fuerza del cariño que impulsaba a toda esa gente a regalar lo poco que tenían. El cariño que se desprendía de sus regalos era tan solo  porque los había atendido con respeto y entrega. No esperaban nada a cambio, tan solo reconocían un trabajo bien hecho. Entonces solo era capaz de ver lo que brillaba, las cintas de colores, los turrones envueltos en papel de plata. Deseaba ser la mejor de la clase, sacar sobresalientes o encestar como una experta, sin darme cuenta de que cada vez que fracasaba y lo volvía a intentar, había triunfado, había subido un peldaño de fortaleza, porque, por encima de todo, estaba aprendiendo a levantarme. Y es que hoy, que ya no tengo a mi padre, ni a mi hermano, que no están las personas que tanto me quisieron y tanto me enseñaron, los he recordado. He separado de golpe lo grande de lo pequeño. Porque hoy me ha reenviado un correo la editorial para contarme que a una librera de Santander le han preguntado varios niños si “Gus y la casa voladora” iba a tener segunda parte porque les gustaba mucho. Y ha sido cuando he comprendido al marino que doma caballos, a los pacientes que hacen bizcochos. He comprendido lo duro que es caer pero la seguridad que da saber que ya te levantaste otras veces. Porque lo importante no son los sobresalientes, ni los premios literarios, ni siquiera que te admiren y reseñen en revistas o culturales, lo importante es saber luchar, tener amigos que te quieran y respeten, y que un grupo de niños, que viven muy lejos y ni siquiera te conocen, te pidan mas historias, simplemente porque disfrutan con ellas. 

Y estos han sido mis mantecaditos de Navidad, hechos a mano, sin cestas, sin cintas, sin jamones.