sábado, 24 de abril de 2010

COSAS DE LA INFORMÁTICA







La informática tiene sus ventajas, no digo yo que no, pero comunicarte con una grabación sin ápice de sentimientos, es cuanto menos, frustrante. Comprendo que ya no tiene vuelta de hoja, pero el caso es que a mí me sigue desasosegando. Mi nuevo coche, por ejemplo, me tiene controlada.
-Él mismo le avisará de cuando debe llevarlo a revisión- dijo el vendedor.
Y es cierto, es como si tuvieras a un marido meticón a toda hora. Que si ponte el cinturón de seguridad, que si corres mucho, que si frena que nos la damos, que si cambia de marcha que no tienes ni pajolera idea de conducir.
Me tiene hasta las narices. Si entro en un túnel, sin encomendarse ni a Dios ni al diablo, enciende las luces y las apaga cuando salgo. Pone en marcha el limpia parabrisas cuando chispea y lo acelera si jarrea.
Abro y cierro mis cuentas por internet, con solo marcar el número que me indica la grabación.
Pero lo peor es que la cosa ha llegado hasta el trabajo, hasta los compañeros, hasta el desayuno. Y es que ahora cuando quiero preguntarle alguna cuestión a mi vecino de despacho con el que suelo desayunar, debo escribirle un correo.
-Escríbeme un correo -me dijo el otro día.
-Pero, hombre, si te lo estoy preguntando.
-Que me lo escribas, mujer.
Se lo he tenido que escribir, que si mira tú por donde se me ha cerrado la pantalla con información que necesitaba, que si ahora qué puedo hacer.
Al cabo de unos días, en los que ya había olvidado la consulta porque había tenido que rehacer el expediente entero, recibí la siguiente respuesta:

Ha sido resuelto el caso HD0000000088585 a su nombre. Para más información, debe acceder a la aplicación de Gestión de incidencias, seleccionar el caso y consultar la pestaña “Soluciones”
Si la solución dada resuelve su incidencia, seleccione en la pestaña “Información del solicitante” Cerrar, en caso contrario seleccione “Reabrir” Pasado un tiempo sin activar el caso será cerrado automáticamente y su cierre será notificado.
Tipo de caso: Incidencia
Resumen: Ha intentado cambiar configuración de pantalla y se ha perdido el archivo.
Urgencia: Baja.
Firmado: Departamento de informática.

Luego llegó como si nada para ver si salíamos a desayunar.
-Mándame un correo –le dije.
-Pero…
-Que me lo mandes.
Dos días más tarde le he contestado lo siguiente.

Ha sido resuelto al caso Cafeconleche a su nombre. Para más información debe acceder a la aplicación “Desayunos a la taza” seleccionar el tipo de café que desee tomar, con cafeina, sin ella, largo o corto, con sacarina, con azúcar. A su vez ese azúcar lo quiere moreno, blanco...
Si la solución dada le sacia el hambre de media mañana, seleccione la pestaña Soluciones. Cerrar en caso contrario. Pasado un rato sin activar, el caso será cerrado automáticamente, y se quedará más solo que la una y sin café.
Tipo de caso: Incidencia
Resumen: Ha intentado desayunar y se le han marchado todos los compañeros sin avisar.
Urgencia: baja
Firmado: La vecina del despacho de al lado.

sábado, 10 de abril de 2010

UN CASTING PARA PATRICIA







Menudo disgusto me he llevado al volver a casa. Ha sido nada más dejar la maleta en el suelo, al salir mi madrastra a recibirme. He pegado un grito casi tan alto como el de ella.
Mi padre se había marchado un mes a Estados Unidos por trabajo, o por yo qué sé. El caso es que he querido aprovechar las vacaciones de Semana Santa y le he dicho a mi madrastra que me iba a casa de Puri, que me había invitado a Sevilla a ver al Cristo de los gitanos y a la Macarena. Ella, me refiero a su tercera mujer, ha dicho que estupendo, porque estaba deseando ir a visitar a su prima Paquita que vive en La Manga y así aprovechar para descansar y tomar el sol unos días. No le hemos dicho nada a papá porque a él lo que le encanta que nos llevemos la mar de bien, que pasemos las vacaciones juntas y de compras. Idos de compras, anda, nos dice continuamente. Pero eso es imposible porque su “tercera”, es insoportable, incluso un poco peor que “la segunda” e infinitamente peor que “la primera”. Me refiero a las “ex” porque la primera, primera, quiero decir, mi madre, les da ciento y raya a todas juntas. Pero eso ahora no viene a cuento.
En casa vivimos todos, como mi padre tiene dinero nos acomodamos, “la primera” y “la segunda” mandan a los niños para que los mantenga y les de una buena educación. A veces se marchan con sus madres, pero eso es esporádico. La primera, aprovechando el tumulto, envía también a sus hijas, las que tuvo con el piloto de carreras, dice que lo hace porque quieren a mi padre una barbaridad, como si fuera su verdadero padre, y lo echan de menos. Son dos gordas que no hay quién empareje. Mi padre dice que serán la alegría de su vejez. Mi padre a veces es un poco duro con mis hermanastras, si es que se les puede llamar así, porque si uno lo piensa bien, qué parentesco tienen los que no comparten ni padre ni madre. Bueno, pues ellas me llaman hermanastra, y yo no discuto.
Pero a lo que íbamos, ella, la tercera, se ha marchado a La Manga y yo a casa de Puri a Sevilla. El soponcio nos lo hemos llevado cuando nos hemos encontrado en el hall esta mañana. Las dos éramos Elsa Pataki. Menudo disgusto.
-Tú no has ido a casa de Puri –ha dicho la muy lista.
-Ni tú a la Manga- le he contestado
-Te callas, maleduca- me ha gritado-.Vete a tu cuarto ahora mismo.
En menudo lío nos hemos metido por no ponernos de acuerdo y acudir a cirujanos plásticos diferentes. Mi padre a punto de llegar y dos Elsas Patakis esperándolo. A ver, qué le íbamos a explicar. No había tiempo para nada y ella me he dicho que me fuera al campo con los hijos de la primera y la segunda, que estaban de acampada, y que mientras tanto ya pensaría la forma de salir de ese embrollo.
No me ha importado, la verdad. Mis hermanastros son simpáticos y bucólicos. Mientras me marchaba he escuchado a mi madrastra preguntarle a la portera que a cual de las dos veía más bella, pero no tenía ganas de esperar el veredicto de la portera, y he salido corriendo con la maleta aún sin deshacer.
He encontrado a mis siete hermanastros en una tienda destartalada y mugrienta. La tenían hecha un estercolero.
-¿Pero se puede saber cómo podéis vivir así? –les he gritado nada más entrar.
-¡Elsa Pataki! –han chillados muy contentos.
-Que no, que soy yo, Patricia, que me he hecho un arreglito y ahora debo esconderme de papá para que no se enfade.
Han tardado en asimilarlo porque todavía son pequeños y bajitos, pero al final hemos pactado. Ellos podrán salir todas las mañanas a hacer senderismo, y yo les recogeré la casa, les limpiaré la tienda, me ocuparé de la comida. Y a cambio ellos me darán refugio hasta que se aclararen las cosas. Se han marchado al bosque cantando y yo he aprovechado para fregar los cacharros.
Todo iba la mar de bien hasta que se ha presentado en casa una de esas naturales que no se retocan, ni se tiñen el pelo, ni nada de nada. Me ha ofrecido un yogur de manzana con antioxidante y rejuvenecedor al máximo. No me gusta la manzana, ni me fío de la alimentación macrobiótica, pero me he sabido mal hacerle el feo y se la he cogido. La pobre era un cromo, llena de arrugas y de canas. Así que ¿qué iba a hacer?
-¿Cuanto se debe? –le he preguntado.
-Nada, bonita. Es un regalo.
Me debía de haber mosqueado porque hoy en día nadie da duros a peseta, pero se lo he agradecido y delante de ella, como dice mi madre que se debe hacer cuando te regalan algo, he dado el primer chupeteo.

Me ha despertado con un tío muy cursi besándome en los labios.
-Pero, oiga –le he gritado fuera de mí.
Siete tíos se han puesto a saltar y a gritar:
-Ha vuelto, ha regresado.
-¿Pero es que me había ido? –he preguntado. Y mientras lo hacía me he dado cuenta de que eran mis hermanastros, pero que estaban de lo más creciditos, hasta con pelos en las piernas y bigote.
Me lo han explicado todo a prisa y corriendo porque el cursi ha dicho que se iba a casar conmigo y que no debíamos demorarnos.
Dicen que he estado en coma por el dichoso yogur de manzana ni se sabe el tiempo, que la culpa ha sido de la tercera ex que no me puede ni ver desde que la portera le dijo que yo era mil veces más bella. Y que el beso del cursi me ha despertado de mi letargo.
He salido corriendo porque no estaba dispuesta a casarme con semejante espécimen por muy bien que besara, que tampoco era para tanto.
He corrido por el bosque sin GPS y he dado más vueltas que un tonto hasta que he visto una casa muy bonita en la que se celebraba una fiesta. Me he asomado por una de las ventanas y he visto a mis dos hermanastras vestidas de pijas, llenas de bisutería, y bailando como peonzas. El caso es que me he animado a entrar. El “segurata” me ha pedido el santo y seña. No me lo sabía pero cuando ya me marchaba, se me ha acercado un tío cuadrado y rubio, tipo Brad Pitt, y me ha dicho que podía entrar aunque no tuviera invitación porque él era Bruster and Bruster junior, y que ahí pasaba el que él quisiera.
Hemos bailado hasta hartarnos. Hip hop, Bacalao, Tecktonick, y sobre todo Reggaeton. Y cuando he bailado “Gasolina” ha sido cuando él no ha podido más y me ha pedido que me casase con él. Dos peticiones en el mismo día. Estaba de lo más subida, es normal. Y en este caso, con Bruster and Bruster junior, nada menos. Le iba a decir que sí cuando he visto a las focas de mis hermanastras acercarse a nosotros, y he salido corriendo. No quería que me descubrieran. Así que he vuelto a mi casa disfrazada de asistenta mora, para que nadie me reconociera.
Creo que Bruster junior ha puesto miles de anuncios en el periódico. “Baila Reggaeton como los ángeles”, pone. Y ha montado un casting para encontrarme. En cuanto pueda me presento y nos hacemos pareja de hecho. Ya no aguanto más madrastras, hermanastra, brujas sin teñir, y enanitos con pelos en las piernas. Me merezco una vida mejor ¿o no?