sábado, 20 de noviembre de 2021

LA COMUNIDAD DE MADRID Y LOS BERBERECHOS

 

                


 

 Tengo interés en ponerme en contacto con La Comunidad de Madrid. No, no es un capricho, es que necesito conectar. Hay un número al que parece que si llamas te atienden a cualquier hora de la mañana o la noche, 24 horas del día, todos los días de la semana, aunque caigan chuzos de punta. Pero no, no es cierto.

Animo a cualquiera a que lo intente: es el 900 201 212. Se desconecta tan rápido que parece darte con la puerta en las narices. Sientes hasta el morado en el ojo.

Mi amiga Paula quería pedir hora para una revisión ginecológica porque tenía problemas mamarios, le dijeron en su Centro de Salud que ahora ya no se ocupaban ellos sino: LA COMUNIDAD. Y a partir de entonces llama y llama sin síntomas de desaliento. Dice que llegó a tanto su constancia que se despertaba a media noche para ver si los pillaba in fraganti y se lo cogían. El dormir poco tiene eso, que te deterioras enseguida. Empezó a olvidar nombres, por ejemplo veía claramente una lata de berberechos en su mente, pero no podía nombrarlos, le resultaba imposible. Le sugerí que la falta de sueño podría estar afectando a su cognición. Llamó al centro de Deterioro Cognitivo de la Comunidad y le pasó lo mismo. Tal impacto tiene ese nombre para ella que se acercó al centro harta de esperar a que le respondiesen al telefono,  y la señora que le atendió dijo que no podía hacer dos cosas al mismo tiempo: “O respondo las llamadas o atiendo al personal”.  

A mí me esta pasando lo mismo en el centro de salud. No solo no consigo que me atiendan sino que cuando llamo para anular una cita y logro que un extraño operador me escuche, me dice que no tiene constancia de que yo tenga una cita. Y no me extraña, porque después de enviarme de un lado para otro, de darme un número tras otro, ya no sé si estoy llamando a Renfe, a las oficinas del Real Madrid o a Mercadona.

El jueves recibí un MSN de La Comunidad para decirme que me vacunaban el sábado. Como estoy con fiebre y un virus estomacal, vértigos y demás fanfarria, contesté al SMS que quería aplazar la cita. Hoy sábado me han enviado otra cita para el lunes. Deben pensar que soy negacionistas y me ponen la soga al cuello para que me manifieste cuanto antes. A mí no me importa, es más, me gusta manifestarme y contarle a la voz que mire usted, sí que quiero vacunarme, faltaría más, pero como vomito todo lo que entra en mi organismo, es mejor dejarlo para una semana más tarde, no comprende usted que dos días es poco tiempo. Pero el que pone las citas no me deja hablar, es un sistema diabólico, sin sentimientos ni ternura. Lo hace según un programa de ordenador previamente conectado a una red proviniente del... Metaverso o algo por el estilo. Bueno, que no me escuchan y punto. He intentado de nuevo llamar al famoso teléfono, que les debe dar una risa tremenda cada vez que suena, y por supuesto me han vuelto a dar con la puerta en las narices.

No quiero acabar con problemas cognitivos como mi amiga Paula, pero no sé a quién dirigirme.

Es inmoral, ilícito y vergonzoso que se nos trate de esa forma.

Abogo por un defensor del cliente telefónico: un hombre ecuánime y comprensivo  que no se ría de nosotros, que nos escuche y atienda nuestras súplicas, por lo menos para que nuestro estado mental se mantenga indemne y podamos proclamar con rotundidad que lo que nos gustan de verdad son los Ber-be-re-chos.