domingo, 5 de diciembre de 2021

EL FUTURO

                                 

                                  

 

 

 

 

 

 

Hacer obras o pintar tiene una parte positiva, y es que te das cuenta de lo equivocados que estamos prediciendo el futuro. Cuando tienes que recoger o tirar cerros de documentos y revistas que ni sabes ni entiendes por qué guardaste, descubres que el futuro siempre nos da una bofetada en la cara respecto a nuestros vaticinios.

En casa de mis padres descubrí un Readers Digest (revista del año de la tana que analizaba situaciones y daba su argumento sobre la realidad que tenían y el futuro que les esperaba) En la revista que cayó en mis manos, analizaba con meticulosidad de amanuense, lo genial y necesario que era entrar en la guerra de Vietnam. Es importante, decía el analista de turno, que los países asiáticos no logren tomar la iniciativa en el mundo, porque de no luchar por defender nuestra civilización, el mundo que conocemos se daría la vuelta como un calcetín. Eso dijo el hombre. Lo ocurrido fue, como todos sabemos, que la guerra la perdieron o la perdimos, y aún habiéndola perdido, nuestra civilización continuó como antes. Tan solo temblaron los pobres chicos en edad de alistarse y con pocos recursos económicos, que fueron enviados a una guerra que ni les iba ni les venía, con grandes consecuencias, no para aquellos que los enviaron, sino para los luchadores: desprestigiados por su propio país y la mayoría con graves secuelas psicológicas. Pero no pasó nada más, se tapo tamaña iniquidad con un “se  siente”, y aquí paz y después gloria.

Pero como iba diciendo, mientras busco material para desechar, me encuentro con un periódico del año 2007 con el la foto de varios habitantes de Navalcarnero que esperan en fila la llegada del tren. Algunos son entrevistados y se muestran reacios por si el pueblo se les llena de gente y aquello deja de ser un remanso de paz. Constato que todavía a día de hoy diciembre de 2021 y con la variante del covid: omicron, rondando nuestras vidas, no ha llegado el tren a Navalcarnero, ni se le espera. Imagino que muchos de los allí fotografiados en fila india y cogidos del hombro, habrán fallecido, y otros se habrán olvidado del famoso tren. Ya no hay entrevistas. Todo quedó en el olvido.

El futuro no es predecible.

Recuerdo una canción que cantaba, allá por los años de maricastañas, Enrique Guzmán, que decía algo así como: “Cuando sea el año dos mil, maravillas lograré. Si a Neptuno tu quieres ir, a Neptuno te llevaré, y el mundo entero te dareee”. El dos mil pasó, y llegamos al dos mil veintiuno. No hemos ido a Neptuno, ni falta que nos hace. En el dos mil veintiuno a los de a pie nos importa un comino los viajes espaciales, mirar la tierra desde marte, la luna y Neptuno. Nos conformamos con que la cepa omicron no se nos lleve con vacuna incluida. El tema viajes espaciales se ha convertido en un afán de frikis o ricos aburridos. Porque ahora lo que importa de verdad son los seguidores. Quién se lo iba a decir a Enrique Guzmán que hubiera entonado con ilusión: “Cuando sea el año dos mil seguidores yo tendré. Mis botas imitaran y mis tintes copiarán, la publicidad me pagará, y el mundo entero bobo se volveráaa”.

 Tengo quinientos mil seguidores, dice uno, y los demás se mueren de la envidia. Se levantan al alba, se maquillan, y nos cuentan su triste vida para que la imitemos y nos pongamos tan macizas o macizos, como ellos. Tener seguidores significa que te siguen, como a Jesucristo en su día, que todo lo que hagas o pienses, los deja patidifusos, y tener a miles de patidifusos tras de ti, supone además de un ego superinflado, no saber qué hacer con ellos, y a lo mejor acabas tirándote del patio de tu casa que ha dejado de ser particular para ser imitable hasta en las cuerdas del tendedero.  

Si yo, pongo por caso, quisiera que me publicara Planeta o Mondadori y mi blog tuviese quinientos mil seguidores, me pondrían el contrato delante de mis narices sin tan siquiera saber de qué va mi novela. No les importaría si va sobre el tren de Navalcarnero o sobre la fallida guerra de Vietnam. Ya se encargarían “los escritores de la editorial, de darle un sesgo policiaco/guerra civilista de gran tirón efectivo. No importaría, y yo podría decir todas las memeces que me vinieran la cabeza como si el mismo Aristóteles hablara. Pero no es el caso: tengo trece seguidores. Ni aunque escribiese la mejor novela de todos los tiempos, lograría que una editorial o un agente literario me mirase a la cara. Sin embargo no está todo perdido: ha llegado o está por llegar, un nuevo mundo para nosotros, los perdedores recalcitrantes, se llama el Metaverso: una realidad virtual en 3D, no algo que miras en una pantalla sino un lugar en el que “entras”. Los poderes facticos han descubierto que podemos vivir la mar de bien sin molestar. La realidad virtual te permitirá montarte en un universo paralelo en el que con un avatar la mar de “apañao” entres y te conviertas en “influencer”, héroe, villano, asesino, portero de fincas o paseador de perros. Lo importante es que nos dejemos de realidades, de Neptuno, de vacunas, de trenes para conectar municipios y de zarandajas de esas, que dejemos actuar a los que quieren vivir de nuestra imbecilidad, y lo mejor para alcanzarla es no cuestionarnos lo más mínimo. Aceptar las ideas en globo, convertirnos en zombis y dejar que otros se ocupen de recoger el fruto.

No pienso guardar más periódicos atrasados. El futuro será o no será, pero estoy segura de que ocurrirá lo que menos nos esperemos.

 

 


sábado, 20 de noviembre de 2021

LA COMUNIDAD DE MADRID Y LOS BERBERECHOS

 

                


 

 Tengo interés en ponerme en contacto con La Comunidad de Madrid. No, no es un capricho, es que necesito conectar. Hay un número al que parece que si llamas te atienden a cualquier hora de la mañana o la noche, 24 horas del día, todos los días de la semana, aunque caigan chuzos de punta. Pero no, no es cierto.

Animo a cualquiera a que lo intente: es el 900 201 212. Se desconecta tan rápido que parece darte con la puerta en las narices. Sientes hasta el morado en el ojo.

Mi amiga Paula quería pedir hora para una revisión ginecológica porque tenía problemas mamarios, le dijeron en su Centro de Salud que ahora ya no se ocupaban ellos sino: LA COMUNIDAD. Y a partir de entonces llama y llama sin síntomas de desaliento. Dice que llegó a tanto su constancia que se despertaba a media noche para ver si los pillaba in fraganti y se lo cogían. El dormir poco tiene eso, que te deterioras enseguida. Empezó a olvidar nombres, por ejemplo veía claramente una lata de berberechos en su mente, pero no podía nombrarlos, le resultaba imposible. Le sugerí que la falta de sueño podría estar afectando a su cognición. Llamó al centro de Deterioro Cognitivo de la Comunidad y le pasó lo mismo. Tal impacto tiene ese nombre para ella que se acercó al centro harta de esperar a que le respondiesen al telefono,  y la señora que le atendió dijo que no podía hacer dos cosas al mismo tiempo: “O respondo las llamadas o atiendo al personal”.  

A mí me esta pasando lo mismo en el centro de salud. No solo no consigo que me atiendan sino que cuando llamo para anular una cita y logro que un extraño operador me escuche, me dice que no tiene constancia de que yo tenga una cita. Y no me extraña, porque después de enviarme de un lado para otro, de darme un número tras otro, ya no sé si estoy llamando a Renfe, a las oficinas del Real Madrid o a Mercadona.

El jueves recibí un MSN de La Comunidad para decirme que me vacunaban el sábado. Como estoy con fiebre y un virus estomacal, vértigos y demás fanfarria, contesté al SMS que quería aplazar la cita. Hoy sábado me han enviado otra cita para el lunes. Deben pensar que soy negacionistas y me ponen la soga al cuello para que me manifieste cuanto antes. A mí no me importa, es más, me gusta manifestarme y contarle a la voz que mire usted, sí que quiero vacunarme, faltaría más, pero como vomito todo lo que entra en mi organismo, es mejor dejarlo para una semana más tarde, no comprende usted que dos días es poco tiempo. Pero el que pone las citas no me deja hablar, es un sistema diabólico, sin sentimientos ni ternura. Lo hace según un programa de ordenador previamente conectado a una red proviniente del... Metaverso o algo por el estilo. Bueno, que no me escuchan y punto. He intentado de nuevo llamar al famoso teléfono, que les debe dar una risa tremenda cada vez que suena, y por supuesto me han vuelto a dar con la puerta en las narices.

No quiero acabar con problemas cognitivos como mi amiga Paula, pero no sé a quién dirigirme.

Es inmoral, ilícito y vergonzoso que se nos trate de esa forma.

Abogo por un defensor del cliente telefónico: un hombre ecuánime y comprensivo  que no se ría de nosotros, que nos escuche y atienda nuestras súplicas, por lo menos para que nuestro estado mental se mantenga indemne y podamos proclamar con rotundidad que lo que nos gustan de verdad son los Ber-be-re-chos.

 


domingo, 10 de octubre de 2021

EL LACTOBACILLUS KEFIRI Y EL ANTEPROYECTO


                                   

 

 

 

La tía Guillermina me ha regalado un lactobacillus Kefiri. Dice que lo hace porque combate los tumores y microbios dañinos carcinógenos. Me he preocupado, la verdad,  pues con el nuevo anteproyecto de ley sobre animales, a mí eso de que esté vivo me agobia, me turba, me angustia.. Se lo he dicho, pero ella asegura que es una protección para mi organismo. Dice que no solo cuida de mi flora intestinal sino también de mi cutis y mis huesos. Lo único, insiste, es que debes cuidarlo con esmero. Nada de colarlo en colador metálico, ni que pase frio, ni que pase calor. No le des más que leche entera de la mejor calidad, límpialo con agua y déjalo en un frasco de cristal con un trapito por encima, a ser posible de hilo y con festones. Luego deja que fermente y te bebes el resultado. 

No es tan fácil, le explico, el anteproyecto de ley sobre cuidado de animales exige más que un simple vaso de leche para su alimentación. En primer lugar, ¿lo has comprado en una tienda o lo encontraste desamparado y lo recogiste para cuidarlo? 

Ella respira hondo y yo prosigo: Es importante. 

Me dice que no sea pesada y que si no lo quiero se lo regala a otro/a con más empatía. 

No es por no cuidarlo, le explico, pero y si se muere… ¿Debo avisar a las autoridades sanitarias? El anteproyecto lo exige y mi marido lo primero que ha hecho al ver el tarrito en le encimera, ha sido meterlo en el congelador. Parece que a la tía Guillermina le da patatús, pero no, porque enseguida me increpa: Sácalo ahora mismo y hazle el boca a boca, me dice recuperando la respiración. Estamos ante un ser vivo, una bacteria de hasta 30 cepas. Madre mía, como no entre en calor la liamos. Por supuesto, aunque bien pensado, el hecho de que provenga de las montañas del Cáucaso demuestra que está acostumbrado al frio. 

¿Del Caucaso? le espeto ¿Tiene al día el pasaporte y las vacunas?

Saco el frasco del congelador y lo observo concienzudamente. 

Con una mano sostengo el lactobacillus Kefiri y con la otra el anteproyecto de ley. Espero que todavía no haya entrado en vigor y si lo hace, que no tenga efectos retroactivos. La ley que te perjudica nunca lo tiene, pero tal y como están las cosas, todo puede pasar. 

Hay que tener un curso de formación antes de tener perro, pero del lactobacillus no dice nada. Se debe educar y manejar al animal con métodos ni agresivos ni violentos para no causarle ansiedad. Solo se acudirá a la eutanasia para evitarle dolor innecesario, dice el anteproyecto. Y por supuesto no abandonarlo en espacios cerrados, abiertos o mutilarlos. Acerco la lupa, pero no alcanzo a valorar su estado emocional

Mira Guillermina, mejor te lo reenvío y que te cure a ti de todos los males, yo no me siento capaz de cuidar, respetar y amar al bacillus hasta que la muerta nos separe. 

¿Qué dices?, grita. 

Que me conozco, que soy muy mía, que seguro que me lo cargo en una de esas. 

La tía Guillermina cuelga el teléfono  y no vuelvo a saber nada de ella. El bacillus me mira rabioso. No le caigo bien, se le nota. Este viene a hacerme la vida imposible y además cargado de derechos.

miércoles, 6 de octubre de 2021

CONOCETE A TI MISMO O BÚSCATE EN EL BOSQUE

                        



 


 

 

 

Sócrates lo dijo: “Conócete a ti mismo”.

 Una persona que, en el sentido griego, se conoce a sí mismo, es capaz de gobernarse y de poner el pensamiento en el puesto de mando de su vida

La frase estaba inscrita en el templo de Apolo en Delfos. Era una recomendación divina, como una pauta de comportamiento.  Y eso, exactamente, es lo que le pasó a Beyhan Mutlue el 28 de septiembre de 2021 en el distrito turco de Inegol. 

Ese día sus amigos denunciaron su desaparición: al parecer había estado en el bosque, punto de reunión habitual de este grupo de amigos. Cuando todos volvieron a casa, no encontraron a Mutlu, llamaron a su domicilio para cerciorarse de que había llegado bien. Sin embargo su esposa indicó que no había regresado después de la noche de fiesta. Llamaron a la policía y ésta organizó una búsquedas en su distrito y a la que se sumaron varios vecinos para rastrear el bosque en su búsqueda. A esa exploración se sumó el propio Beyhan, la mar de ilusionado por hacer un servicio a su comunidad y vecinos. Beyhan buscó y buscó con desenfreno, linternas y sin descanso. Fue en el momento en que  empezaron a llamarlo a gritos y por su nombre, cuando el hombre gritó: “Estoy aquí. Yo soy Bayhan. 

Y fue entonces cuando se encontró a sí mismo con gran regocijo por su parte y gran desconcierto por parte de aquellos que le buscaban. 

Lo que no sabemos es si ese encuentro ha tenido consecuencias en sus pautas de comportamientos. Si por fin supo gobernarse a sí mismo, o si los vecinos de su comunidad le han corrido a gorrazos, por asustarles y hacerles perder el tiempo. 

 Lo cierto es que encontrarse a sí mismo sin meditaciones ni zarandajas de esas, en medio de un batallón de vecinos, debe dar un gran conocimiento personal y trascendente.

lunes, 31 de mayo de 2021

ALEXIS Y LOS IMANES



 

 

 

 

La dueña del Super de mi barrio es negacionista. Yo no lo sabía y le compraba los tomates y las chirimoyas tan pancha. Ahora me da no sé qué. Me lo ha contado esta mañana. Dice que el brazo de su marido se ha quedado imantado con la vacuna y se le pega de todo. Se llama Alexis y por lo visto el hombre va lleno de adhesivos. Dice que por donde pasa saltan los anuncios hacia su brazo, sobre todo si se acerca a una nevera. Es un poco como el Flautista de Hamelin, que le  siguen las pegatinas por doquier y va lleno de recuerdos de la torre Eiffel, Budapest, una cerveza de la oktoberfest, una hamburguesa o el teléfono de pizza Hut. Está muy alterada, dice que todo se debe al 3G y que ella no se piensa vacunar. La verdad es que si yo no lo hubiese hecho ya, tampoco me vacunaría. A ver qué necesidad tengo. 

Lo de atraer imanes a tu brazo tiene maldita la gracia. Nunca sabe uno al salir a la calle que se te puede pegar. Además no da imagen. El hombre es conserje y cada nota colgada de la puerta del ascensor formará en breve parte de su fisonomía. Ahora comprendo por qué los que han recibido la primera dosis de AstraZeneca están en un sinvivir con la elección de la segunda. Primero decían que no querían vacunarse y el gobierno se esmeraba en dar tranquilidad a la población, decían que solo había una trombosis cada millón de habitantes, que era tan improbable como que te callera una maceta al pasar por la calle. Ahora que se han acabado las vacunas de AstraZeneca, todos quieren la segunda dosis y el gobierno se esmera en contarnos que las estadísticas han cambiado y ahora cada veinticinco mil vacunas hay una trombosis. Como sigan firmando consentimientos a discreción, será “a trombosis por vacunado”. Nos cuentan tantas patrañas que una no sabe ya qué ponerse. Se desconocen los efectos y los chips que nos han inoculado los chinos, hasta dónde pueden llegar y cual serán las consecuencias. Ella, la del Super, me asegura que la pandemia es mentira, que ninguno de sus clientes se ha contagiado y sin embargo muchos están hasta arriba de 3G por vacunarse, y que les han puesto un chips para controlarles y conocer hasta sus más ocultos pensamientos. Los trombos suben y bajan dependiendo de las dosis de vacunas de que se dispongan, y el pobre Alexis atrayendo pegatinas de todas las neveras del barrio.

 Esto de la pandemia es extremadamente chungo. 

 

miércoles, 19 de mayo de 2021

EXCESO DE VELOCIDAD Y ALGUNOS IMPUESTOS


 

 

 

Desde que han puesto las limitaciones para circular por carretera, se me cala el coche, me adelantan las bicicletas, los que hacen footing y los andadores de los ancianos. No me dejan espacio para circular, veo policías por todas partes y a toda hora; mientras duermo y hasta cuando salgo a nadar por las rocas. Están allá dónde se te vaya el acelerador o las aletas. Ahora hay muchos controles, son como los que antes medían el índice de alcohol en sangre, pero ahora lo que miden es el arrebato en el acelerador y el pie tonto que se te agarrota. Se forman colas inmensas y te apartan como delincuente desorejado. Cuando veo un coche patrulla en la tele se me saltan las lágrimas, me lleno de palpitaciones, me detengo a un lado del sofá, me santiguo y rezo tres aves marias y unos cuantos padres nuestros por si de esa forma logro evadir la multa por bluetooth. La suerte que tenemos es que como nos van a bajar los impuestos a la clase trabajadora, pues ahorraré para las multas por exceso de velocidad. Dicen que suben el IVA reducido, el Impuesto de Sucesiones, el de Donaciones, el del Patrimonio, el de IRPF, la tasa para utilizar autopistas. Suben la declaración conjunta, o mejor dicho, te quitan la desgravación en base. Pero eso no importa porque yo no uso esas cosas. Eso que lo paguen los ricos que para eso están. Yo no como, ni bebo, ni declaro IRPF, ni conduzco por autopistas. Yo ando, corro, nado y hago yoga para acostumbrarme a no necesitar de nada, como los eremitas. 

No hace falta ser Einstein para saber que a nosotros, los trabajadores o pensionista, esas nimiedades no nos afectan ni nos afectarán en la vida. 

 

sábado, 15 de mayo de 2021

BERBERECHOS Y TABERNAS

                                              


 

 

 

No es por faltar, pero me pregunto por qué hemos visto en la tele hasta la saciedad los sobres con balas, el cuchillo ensangrentado y demás artilugios amenazantes y nos han puesto de pasada cómo los miembros de seguridad de Pablo Iglesias, ex vicepresidente del gobierno, nada menos, pegan y lanzan ladrillos a las Fuerzas de Seguridad del Estado al que representa y del que cobra. Por qué el ministro del interior no dice nada al respecto, y por qué ocultan los medios algo tan grave como la agresión desmesurada a los que tienen encomendada la seguridad de los ciudadanos. A mí es que eso de que miembros del gobierno peguen a la policía, me parece de un “acierto electoral encomiable”. ¿Se le habrá ocurrido a Iván Redondo?

Se comprende ahora por qué la gente iba a los colegios electorales agarrado a los andadores, a las botellas de oxigeno y a lo que tuvieran a bien, por no continuar con  semejante manipulación. Y aunque el día de las votaciones no se sabía aún muchas cosas de las que nos hemos enterado, la manipulación se olía a kilómetros. 

Sin llegar a ser Einstein, como Monedero, ese tufillo a golpe bajo obró el milagro de Lázaro: “Levántate y anda”, y el pueblo se levantó y anduvo. Como pudo, pero anduvo.

Lo que más han ayudado han sido los análisis y las interpretaciones por parte de algunos: “lo que nos gustan los berberechos”. Oye, y se fuman un puro, porque con los berberechos ellos ya engloban, los espectáculos, los museos, los servicios, los taxis, los comercios, los bancos… Nada, nada: berberechos y tabernas.

Lo malo es que lo han convertido en mantra y ahora escucho a personas que yo consideraba inteligentes y racionales, hablando también de berberechos. ¿Será fanatismo o solo odio? 

Me gusta ese análisis y esos mantras, porque mientras sigan por ese camino continuaremos yendo a votar arrastrando hasta las camas articuladas del hospital. 

Muy buena jugada sr Iglesias y muy buenos argumentos. Todo arreglado porque mientras María Angels Barceló le coja de la mano para que nunca se vaya, todo quedará atado y bien atado. 

 

lunes, 26 de abril de 2021

SER O NO SER

                                             



 

 

 

 

 

Hay una franja de edad a la que ni está previsto vacunar ni se la espera. No es que no tenga paciencia, es que si entras en la página de la Comunidad de Madrid, aparecen los futuros vacunados que van desde lo más alto en edad hasta 70 años. Los siguientes en la escala son los de 60 a 65 años y ya, los siguientes son los de 59 para abajo. No tengo ni idea qué ha pasado con esa franja de 65 a 69 que nos mantienen en tierra de nadie, pululando huérfanos de vacunas y de esperanzas de un lado para otro. No tengo prisa, peor lo tienen otros colectivos, otros países, pero no lo puedo evitar, lo de que se me cuelen lo llevo fatal. Si no soporto que me quiten los aguacates en la verdulería sin haber pedido la vez, imagínense si lo que me arrebatan es la vacuna.

Supongo que lo han tenido peor los del ERTE, los autónomos a los que no les llegaban más que buenas palabras. “Mire usted, es que se ha traspapelado el expediente”, les decían. Me avergüenzo de quejarme, pero es algo visceral, lo de que se salten la cola me enciende.

En principio nos anunciaron que para esa franja tocaría la vacuna de Moderna y Pfizer, luego la de AstraZeneca y ahora cualquier información ha sido cubierta de un tupido velo del que no te pueden responder ni en el teléfono de la Comunidad, ni en el de la esperanza. Ellos dicen que pertenecemos al grupo C5, y con eso ya tú interpretas.

¿Seremos, como se define Gabilondo, un verso suelto, un vete tú a saber?

No sé a quién preguntar porque lo mismo ya no existo y me pasa como con la peli de sexto sentido, que no lo sé y continuo reclamando por doquier. Quizá sea eso lo que suelen hacer las almas en pena por el purgatorio, lo mismito que hicieron en vida, en mi caso: reclamar y reclamar. Un sinvivir de dimensiones infinitas.  También puede ocurrir que todavía exista, pero me halle en otra dimensión, el mundo cuántico, quizá asea el desdoblamiento de la materia lo que nos hace invisible a los ojos de la Comunidad. Lo mejor es no preguntar, porque ya lo he hecho yo y las sorpresas ante la pregunta aún duele más. Ah, pues no sé. Sí que es raro, sí.

“Ser o no ser” he ahí el dilema.


miércoles, 21 de abril de 2021

Y DALE CON LA DICHOSA MACETA

                                               

 

 

 

 

 

 

Veámoslo de otra forma.

Imaginaos un hospital en el que hay un hombre que aguarda, le van a  hacer un análisis de sangre rutinario. Está sano, tan solo espera. Ese hospital tiene a su vez, una larga lista de espera para trasplante de órganos, órganos que no llegan. Diez pacientes esperan para ser trasplantados y podrían salvar sus vidas.

Si utilizan los órganos del hombre que espera, salvarían diez vidas. Si dejan al hombre en paz, con sus análisis,  solo lo salvaríamos a él. Uno por diez. Lo consideraríamos insolidario por negarse. Tantas vidas perdidas por su empecinamiento. 

Si me dijesen que hay viento y que puede caer una maceta, un árbol en el Retiro, o un cartel, pero que es muy difícil que me toque, yo me arriesgaría a pasear ese día por la falta de probabilidades de que ocurra?

Si me dieran una pistola con una bala y diez tiros, yo me dispararía porque las probabilidades de que me toque son una entre diez?

Pues todo esto es lo que nos están pidiendo las autoridades sanitarias, los medios, los políticos, cualquiera que pase por la calle: la sociedad en general.

 Está mal visto decir que tienes miedo, que tienes una enfermedad que podría empeorar con la vacuna de AstraZeneca aunque estés en la franja de edad,  porque no es políticamente correcto. Pero no sería mejor procurar salvar vidas con el mínimo riesgo posible? No sería mejor analizar las condiciones de los pacientes con riesgo, que dejarlo todo a la edad?

Poner el brazo de una persona con patología no es solidaridad, es una vergüenza para quién lo pide. No contemplar las circunstancias personales o solo algunas circunstancias personales, es ser cómplice.

Y si te niegas, la vacuna que te aguarda cuando ya no puedas más, es la misma que rechazaste, con las mismas circunstancias de salud. Como cuando tu madre te sacaba las lentejas frías de cena porque no las habías querido tomar durante el día.

No contemplar las patologías de los futuros vacunados por falta  de tiempo, en aras de que peor sería si coges el virus, es demagógico y brutal. Dejarlo todo al azar de la edad, porque es más rápido, porque no tenemos tiempo, es un posible asesinato, se mira por donde se mire. Y en ese caso los asesinos serán todos los que nos convencen de lo contrario. Ya está bien de hablarnos de la dichosa maceta, háblennos de los conejillos de  Indias, de los palos de ciego, de las ventajas políticas de vacunar a troche y moche, pasando por alto algo tan importante como la salud previa de los futuros vacunados, sobre todo cuando hay vacunas mucho más seguras.

 


domingo, 11 de abril de 2021

NO ES SERIO

                                   

 


 Imagen: Bansky

 

Es tremendo el panorama que se nos plantea a los ciudadanos con el temita de las vacunas. Jamás había visto un despliegue tan espectacular para convencerte de algo. Y no es que rechacemos las vacunas por negacionistas, ni porque tengamos la más mínima ilusión de contagiarnos del Covid, la rechazamos porque tras las palabras de los virólogos encontramos algo así como consignas contradictorias. Es más lógico creer en ellos que en Perico el de los palotes, no digo que no. Pero ¿qué dirían de la religión católica si Dios cambiara los diez mandamientos cada semana? No, por supuesto, no nos creeríamos más que Dios, pero un cierto tufillo a consigna ventajosa por encima de nuestro beneficio, sí que notaríamos.

No hemos olvidado lo innecesario que era llevar mascarilla cuando todavía no las encontrabas en el mercado o cuando nos enviaban mascarillas defectuosas. Tampoco hemos olvidado que cuando faltaban EPIS, aconsejaban a nuestros sanitarios a que se cubrieran con bolsas de basura para atender a los enfermos contagiados de covid, mientras nos animaban para que les aplaudiéramos fervientemente con intención de encomiar su desinteresada labor.

La verdad es que no se necesita ser un genio para apreciar que si ayer era buena la vacuna de Astrazeneca para los menores de 65, y por 80 casos en toda Europa, hora es mejor probar con los de 65 y más, hay algo que no cuadra. Y lo que no cuadra, como no cuadraba lo de las mascarillas, es que de pronto la vacuna de Astrazeneca es tan peligrosa porcentualmente como que te caiga una maceta al pasar por una calle. No quiero meterme con nuestros excelsos científicos, pero reconozcan que tan tontos no somos, que no sabemos los fallecidos por pandemia, pero sí sabemos al detalle cada trombo de la población vacunada con esa marca. Aún así cambiamos al personal vacunado, o le cambiamos la segunda dosis, o lo dejamos sin más dosis porque con una sobra, y aquí paz y después gloria.

Ya solo nos falta que nos hagan cantar “Resistiré” delante de cada vacunado con Astrazéneca para darle ánimo.

No es serio. De verdad, no es serio. 

 

 


 


viernes, 9 de abril de 2021

SOLA Y BORRACHA

 
 
 
 
 
 
 
 
 


 

 

 

 

Lo que se vio durante la presentación de VOX en Vallecas me recuerda a la violación justificada que todo agresor expone. Reunía todos los ingredientes: una chica decide vestirse con pantalón corto y al salir a la calle la agreden por provocar. Los agresores ya no son culpables, la pueden violar, agredir o insultar; se lo ha buscado. Ese fue el mensaje que Irene Montero quiso trasladarnos, cuando dijo: Quiero poder salir de noche sola y borracha.

Nadie tiene derecho a agredirte ¿a que no, Irene? ¿A que no hay provocación que valga? Entonces, ¿cómo explicáis la actitud de aquellos que se presentaron en la plaza de la constitución de Vallecas a arrojar piedras a los miembros de Vox y a los asistentes a su acto? Si hubieran sido listos, si les quedara un ápice de ética,  se hubieran callado, se hubieron puesto de lado, dejando la barbarie en manos de otros, pero no. No se cortaron, salieron en defensa de los agresores porque les habían provocado. ¿De verdad creen que a los ciudadanos nos gusta la bestialidad? ¿De verdad pensaban que defendiendo la violencia van a conseguir más votos?

No solo defendió la violencia Podemos, sino también Mas Madrid, y PSOE. ¿Piensan que la culpa es de la víctima por chulos y provocadores?

No pensé que hubiéramos llegado a esa situación, la verdad.

Lo siento por ellos pero esto ha cambiado el voto de muchos, de demasiados por lo que estoy comprobando. La violencia no es  votable. La agresión no es lo que el pueblo busca. Cada vez que agreden, pierden. Nunca hubiera pensado que a los que consideraba razonables, y a los que en su día mucho confiamos nuestro voto, pudiera justificar la agresión a un partido porque no les gusten sus ideas.

Espero que esos que han dicho que los de Vox se lo merecían encuentren en las urnas lo que se merecen ellos.

Es la hora de la verdad, es la hora de abrir los ojos a los que los teníamos todavía entornados. Mucha suerte a los agresores y a los que les aplauden, a los medios que manipulan, porque ahora sabemos que con vosotros ya  nadie podrá salir “sola y borracha” si no es de vuestra cuerda.

viernes, 26 de marzo de 2021

SÍ SE PUEDE


                               
          

Imagen: Hospital Isabel Zendal

 

 

 

 

Nunca creí que una pandemia pondría en evidencia la decadencia de la sociedad en la que vivimos. Quizá somos decadentes desde hace mucho tiempo, pero los trajines diarios, el día a día con sus afanes y proyectos, nos lo ocultaban. No me refiero ya a la política donde una persona del gobierno se atreve a llamar criminales a los del partido contario, a sus votantes, a la sociedad que no le aplaude. “La derecha criminal”, dice. “La derecha criminal”, grita, y no pasa nada. No hay justicia que pare esos improperios fuera de tono, esas agresiones verbales. ¿Injurias o calumnias? ¿Delitos y penas? ¿Perseguibles de oficio o a instancia de parte?

La contestación es igual de execrable. Que si tu padre era un terrorista criminal. ¿En serio? ¿Se pueden escuchar tamaños insultos sin mover un dedo?

¡Sí, se puede! ¡Sí, se puede!

Se puede admitir que una mujer en tratamiento psiquiátrico salga en la televisión, forzando su equilibrio emocional para dar pábulo a sus desgracias a cambio de sustanciosos ingresos, de audiencia, de morbosidad, que otra mujer con poder ejecutivo, juzgue desde el sillón de su casa y condene como un Cesar bajando el dedo pulgar.

¿Qué será lo siguiente? ¿Acaso un muerto?, ¿un asesinato en plena hora punta?

Se pueden robar vacunas necesarias para controlar la pandemia y esconderlas en una nave sin que se mueva un dedo para solventar tamaña iniquidad. Se pude dejar al virus campar a sus anchas porque unos pagan más que otros. Se puede boicotear un hospital lleno de enfermos graves para desprestigiar a una presidenta, sin importar el peligro de vidas humanas, sin que nadie tome cartas en el asunto. Pueden jóvenes organizar fiestas nocturnas, asesinar a sus mayores y a sus sanitarios, porque lo de morirse es de viejos o de pringaos. Se puede hacer tantas atrocidades sin que unos tribunales, unos dirigentes, aquellos que se supone que nos deben proteger, a los que les hemos dado nuestro dinero y nuestra confianza, paren o por lo menos, traten de parar tal monstruosidad. Se puede mentir abiertamente, prometer lo que no se tiene la más mínima intención de cumplir, reírse en el parlamento del contrario y de la población que los ha puesto allí, sin ápice de decoro.

¡Sí se puede! ¡Sí se puede!

Se puede seguir así porque así ha vivido la humanidad desde hace mucho tiempo, lo malo es que vivíamos tranquilos, en un lugar privilegiado, creíamos que las leyes en nuestros países nos protegerían, que la barbarie estaba allende el mar, y ahora nos damos cuenta que nuestras vidas, nuestra dignidad y nuestros logros, han sido arrojados al fango, como ya ocurre desde hace años en otros países menos desarrollados. Nos ha llegado el avasallamiento como nos llegó la pandemia, cuando pensamos que eso ocurría tan solo en China, tan lejos.

Estamos aprendiendo lo que es el tercer mundo, el atropello, la falta de leyes, de jueces que las defiendan, de policías que las hagan cumplir, de respeto a nuestros mayores. Estamos tan perdidos como esos que vienen arriesgando su vida en patera, huyendo de la injusticia y el hambre, creyendo en el paraíso. Y lo malo es que nos hemos tenido que dar cuenta precisamente ahora que la muerte ronda nuestras vidas.

Sí, se puede llegar a la barbarie. Vaya si se puede.

 


martes, 23 de marzo de 2021

FELISA TAMBIÉN SUEÑA

 

                                             

 Imagen. Banksy

 

 

 

 

Felisa ha soñado. Me cuenta que más que soñar, lo que pasa es que ha tenido una pesadilla.

Estábamos sentados en una mesa rectangular muy grande, dice, parecía una comida o una merienda. En la cabecera estaban mis padres, en mi sueño todavía no habían muerto, eran mayores, casi tanto como cuando murieron, y aún así, aún no les había tocado vacunarse. Se hablaba de falta de vacunas, de falta de jeringuillas, de falta de personal sanitario, de falta y de falta. El resto de comensales los miraban con afán, como si se los fueran a dar un zarpazo. Los miembros de Ciudadanos les propusieron que si se afiliaban a su partido, los vacunarían esa misma tarde. Ante semejante propuesta se levantaron otros partidos asegurando que si se afiliaban al suyo, los vacunarían en ese instante. La pelea arreciaba. Sus padres, desconcertados y aferrados a una moral y unos principios de cuando había vinilo y se repartía el carbón por las calles, se negaron.

 ¿Pero cómo vais a negaros?, si os vacunan estaréis a salvo, trató de convencerles Felisa. Dejaos de principios, ya no se llevan.

Sus padres la miraron con una tristeza enorme, como avergonzados de haber criado a una filibustera sin ética, ni moral.

Me dio pena, la verdad, contó Felisa. Porque no sabes lo difícil que me resultaba explicarles que ahora todo eso era pura filfa, que se incumple la palabra dada  y luego se fuman un puro. Que el resto de ciudadanos aplauden, que les parece bien. Que tener moral es de “pringaos”. Y sin embargo no pudo evitar que se le soltara la lengua, y les contara que también quieren destrozar los libros de toda la vida para que encajen en las doctrinas nuevas. Una cosa así como cuando quemaron la biblioteca de Alejandría, o cuando los nazis quemaron los libros, o cuando en Sarajevo incendiaron miles y miles de bibliotecas, o como cuando Ray Barbury nos contó en “Fahreheit 451” lo peligrosos que son los libros, porque te hacen pensar y crearte un criterio a base de cotejar una u otra versión, porque lo que ahora se lleva es el pensamiento único, nada de dejar rienda suelta a las ideas.

¿A eso habéis llegado?, preguntó su padre.

Felisa lo miró, pero no se atrevió a contarle que Caperucita roja es machista y que el lobo no hace más que cumplir la llamada de la naturaleza o sea zamparse a la abuela como está “mandao”, que todos los libros editados en el mundo deben servir a la causa de Irene Montero y las feministas actuales, que cada uno debe decidir lo que quiere ser, el género al que pertenecer, incluso si se quiere ser tabla de planchase se admitiría, pero nunca pensar libremente, decidir por sí mismo. Que los hijos son del Estado, que debemos borrar de nuestra cultura lo que interesa. Su padre se levantó y dijo en voz alta: “Donde los documentos se eliminan o se tergiversan es muy fácil modificar a placer, impunemente, el relato de la historia.”

Después de ese alegato dijeron que ya no querían vacuna, querían un virus así de gordo para poder toser a todos los que han profanado la cultura y la integridad desde el principio de los siglos.

 La mesa se levantó horrorizada ante el fracaso de no conseguir dos votos más para su absurda causa, y ellos se colocaron las bolsas de basura con nombre de EPI, aquellas bolsas que soportaron los sanitarios en las primeras semanas de covid, luego se quitaron las mascarillas que Simón consideraba inútiles ya que solo iba a haber un infectado y como mucho dos, y se mezclaron con la multitud.

Lo peor, añadió Felisa, y no se lo conté a mis padres, es que Simón ha dicho ahora que la pandemia durara un mes o dos, como mucho, y con una simple regla de tres: si uno o dos infectados equivale a 3.230 000 contagiados y 73.543 fallecidos. Una o dos semanas de pandemia, equivale a... Ni les llega a mis padres ni nos llega a nosotras, así que me voy a tomar un orfidal. No soportaría una noche más dando explicaciones de lo que está ocurriendo en la realidad.  


domingo, 14 de marzo de 2021

ELECCIONES EN LA COMUNIDADDE MADRID

 

         



 Imagen: Banski

 

 

 

 

 

 

Mientras escribo esta entrada, el Tribunal Superior de justicia de Madrid delibera. Ha habilitado el fin de semana para deliberar. Es domingo y continua deliberando. 

En cierta ocasión me dijo el catedrático de mercantil, que si me interesara que una compraventa fuese civil y no mercantil, encontraría argumentos para defenderlo. Eso debe ser lo que está ocurriendo en este instante en las reuniones del TSJM. No es que exista una ley clarísima sobre si la convocatoria de elecciones y las mociones de censura interpuestas ante el consejo cuando ya no había consejo, son o no legales, es que hay que encontrar los argumentos para defender una u otra postura. 

Ya ha sido largamente estudiado por la filosofía. No se puede ser objetivo porque se es sujeto. En esas nos encontramos en este instante. ¿Cuántos sujetos, con sus preferencias, sus compromisos y sus extorsiones están ahora mismo decidiendo si es legal la convocatoria o no?

Escucho las tertulias de la TV y los sujetos de un lado aseguran que es una locura convocar elecciones en este momento de la pandemia, los mismos sujetos que defendían celebrar las elecciones catalanas. Nos ponen vídeos de los políticos contradiciéndose una y otra vez sin que nos afecte. Hemos entrado en la categoría de secta y de eso ya no nos saca nadie

La mente, el cerebro y los condicionamientos están dispuestos para decidir si la compraventa es civil o mercantil, dependiendo de por donde sople el viento.

Es fácil convencer con manejos, el cerebro lo requiere.

Hoy, en la cadena Ser, han hecho una entrevista a tele operadoras que utilizan mañas para llevarte a pagar más con tu compañía eléctrica, mientras te convencen de que vas a ahorrar un treinta por ciento. Dicen que es facilísimo sacarte información sobre tus cuentas bancarias o tu DNI. Son dueños de nuestras mentes. ¿Y no les da pena engañar a ancianitos?, le pregunta el entrevistador. Bueno, ese es nuestro trabajo, contestan. Tienen algunas normas para convencer, nos cuentan. Salen en los manuales de manipulación, que se llaman de otra forma, claro. Conseguir que el pardillo diga muchas veces sí, no emplear el termino, vale, a cada momento, y muchas tretas más.

Lo triste es que ese método lo emplean en los bancos, en las telefónicas, en los seguros y en las alarmas, pero sobre todo, en política.

El Tribunal necesita habilitar todo un fin de semana para interpretar una ley que debería estar clarísima.

¿Será la compraventa civil o mercantil? ¿Me condenarán los sujetos o serán objetivos cuando revisen mi caso?

Me parece tan injusta la justicia y tan manipulable, como la mente humana.


jueves, 11 de marzo de 2021

NUEVOS TIEMPOS

 

 

 

                                             

 

                                                                                                    Foto: Bansky


 

 

 

 

 

 

Estoy desolada. Hoy es mi cumple. Me miro en el espejo y observo que me encuentro en pleno proceso de descomposición. Trato de apagar la luz para pintarme de oídas y lo máximo que consigo es salir a la calle hecha un adefesio.

 Y es que lo de envejecer es muy sorpresivo, en serio. Una se mira en el espejo todos los días y como está en otra cosa, pues como que no se ve, o se ve matizada por las prisas. Pero el día del cumple, una lucidez desgarrada ilumina el reducto en el que te encuentras, y lo que ves es una pesadilla de la que te niegas a hacerte cargo. ¿Que hace ahí la tía Felisa? te preguntas mientras apagas hasta el móvil. Pero en lo más recóndito de tu ser sabes que no es Felisa que eres tú andando el tiempo, y eso duele.

Estiro mi cara para reconocerme, pero no sirve de nada porque se ha formado una conspiración entre el espejo, las luces horizontales, la sombra del armario y los halógenos del techo.

Todavía no repuesta de la aparición decimonónica del espectro, me suena un mensaje de facebook, lo abro temblorosa. Dice la Guardia Civil que si sospechas haber sido víctima de skimming, lo denuncies. No solo estoy en descomposición sino que ya no hablo el idioma de la gente. No tengo ni idea de lo que significa, pero por si es un mensaje subliminal, decido denunciar, no sea que me pille Hacienda.

Me siento en el borde de la bañera y marco almohadilla 062, como aconseja la Benemerita.   

Y es que entre las fake news, las influencer y el running me siento como Alicia tras el espejo. Nada que ver con la realidad que me circunda.

No hablar el mismo idioma que el resto de la gente y además comprobar como tu ser se va deshaciendo, te minimiza un montón. Ya no son solo esos jóvenes snob que no se saben sacar el inglés de la boca, sino hasta la mismísima Guardia Civil la que me requiere para denunciar un misterioso, oscuro, esotérico skimming.

Decido ponerme al día y destruir a mi tía Felisa de un plumazo: me atiborro de influencer, de cursos de aprendizaje de inglés supersónicos, de últimas tendencias en implantes de lo que sea. En una mañana avanzo tanto que me dedico a dar consejos. Si vais por la calle con vuestro Longboard luciendo una barba convenientemente arreglada, gafas de pasta último modelo, piercing en la nariz, unas “Vans” y una camisa de cuadros heredada de vuestro tatarabuelo, sois unos auténticos “Deck” pero eso sí, a punto de ser víctimas de skimming

Y que conste que no es una post-truth.

Tú ves, ya me siento mucho más joven.