domingo, 1 de febrero de 2009

"PRINGAOS"






Existen determinadas actitudes que nos enseñaron, o tan solo nos mostraron, para que siguiéramos el ejemplo. Y poco a poco se convirtieron en algo tan inherente a nosotros que no podemos desprendernos de ellas. Son los valores. Van desde actitudes cotidianas, solo higiénicas o de urbanidad, hasta profundos principios. Yo, por ejemplo, no puedo tirar un papel a la calle, ni siquiera busco el momento de soledad para hacerlo Algo tan nimio como eso. Espero lo que sea necesario hasta encontrar una papelera. Sé que no es algo absolutamente execrable, ni delictivo, es simplemente que está en mí, alguien me lo debió afear en algún momento de mi vida, y se quedó para siempre, tan adentro.
En el viaje de fin de carrera ocurrió algo que me hizo pensar. Paseábamos por el centro de Viena cuando tropezamos con una pila enorme de periódicos y una cesta llena de dinero. Cada viandante recogía su periódico y dejaba las monedas. Algunos de mis compañeros alucinaban. Pero… ¿cómo pueden ser tan confiados? Posteriormente subimos al autobús. No había ningún cobrador que controlara si los viajeros llevaban o no billete, la gente subía y fichaba en unas máquinas que había al final del autobús, lejos de la mirada del conductor. Nos fijamos en que ni una sola persona de las que subió dejo de hacerlo. Era algo insólito para nosotros. Cuando yo estudiaba en EEUU, dijo uno, no había cuidadores en los exámenes, y no copiaba nadie, tío. Con los libros en el pupitre y nadie los sacaba. Pues menudos “pringaos”, apuntó otro.
Y eso son los valores, algo que hace que cuando invites a alguien a cenar a tu casa no arramble con la cubertería de plata, ni se lleve el perfume de tu cuarto de baño. Es lo que permite que puedas sentarte en una cafetería con un grupo de gente sin que te dejen el bolso vacío.
Si no fuera por los valores, no habría suficientes policía para controlar a todas y cada una de las personas. Confiamos en los valores de los que nos rodean. Por eso cuanto más valores ha sabido inculcar en sus ciudadanos, más civilizada es una sociedad
Una amiga me contó que había contactado con un mayorista para importar una determinada mercancía. Cuando ya tenían pactado el precio y se desplazo a su país para ultimar la operación, el proveedor había aumentado los precios. Pero oiga, le dijo. ¿Es que usted no tiene palabra? No, señora, yo no tengo palabra. No sé de qué me habla.
Por eso los valores, algo que va más allá de nosotros, nos ayudan a convivir, a respetarnos, a sentir una cierta confianza en lo que nos rodea, a estar tranquilos, a saber que el tío que acaba de entrar en el autobús no nos va a quitar el sitio solo porque es más fuerte, más alto, más joven y no hay vigilantes alrededor.
Sin embargo esto no es siempre así. Hay determinados personajes que no sabrían de lo que estoy hablando, no los han recibido, no tiene ni idea de qué va eso, y reaccionan como lo hizo mi compañero al enterarse de que no copiaban en los exámenes. Menudos “pringaos”.
Y eso hace que piensen que los demás somos tontos, o poco espabilados, o que no se nos ocurren sus fechorías. Nos desprecian por “pringaos”. No tienen ni idea, ni se pueden imaginar que somos tan listos o más que ellos, que se nos ocurren cosas como esas o peores, pero que a diferencia de ellos, los valores nos impiden actuar.
Y todo esto viene a cuento por todas esas malversaciones de fondos que van saliendo día a día en los periódicos, esas ingenierías financieras, que no son más que trapicheos opacos, no por la inteligencia con que fueron urdidos sino por lo sobornos. Esas fechorías que nos están dejando sin dinero, sin trabajo, sin expectativas de futuro. Cada vez más y más empobrecidos.
No somos más tontos, solo que recibimos valores, valores que a algunos les suenan a cantos de sirenas, a…“Pringaos”.















5 comentarios:

Unknown dijo...

Hola Carmen!
seguramente los pringaos somos víctimas de algún desequilibrio químico y no tenemos culpa de nada. ¡qué fácil lo de la química, verdad? ;-)
El problema con los valores es que no se someten a las modas, y por tanto no interesan al Hombretón machote y cofiado del siglo XXI.Todo lo que tiene vocación de eternidad es despreciado por no manipulable. Pero no hay que engañarse, todos sabemos lo que está bien y lo que esta mal, incluso cuando, sabiendo que algo está mal, lo hacemos, por egoísmo, comodidad o lo que sea. Es entonces cuando entramos en conflicto con nosotros mismos y eso nos genera infelicidad.
Claro que esto por la calle no lo reconoce nadie. Aquí todo el mundo es feliz. Chupi guay.
Besos

carmen dijo...

Alex, tienes toda la razón, los verdaderos valores tienen vocación de eternidad. Es una creación del hombre que nos permite librarnos de la arbitrariedad y evitar el trinufo de la violencia, fisica o psiquica.
Besos

Unknown dijo...

jeje! Bueno, ahí discrepo. Yo no creo que los valores sean un invento del hombre, sino de Dios. Los valores son nuestro libro de instrucciones. Por eso nos estropeamos cuando no seguimos el manual. Pero schhhhhhhh!! que reconocer estas cosas está mal visto.
En fin, que ya era de discrepar un poco, no? :-)
besos

Lispector dijo...

Hola Carmencita, qué alegría leerte, yo estoy pérdida porque ando saltando de un trabajo a otro a través de ETTs por culpa de esa gente a la que no le han enseñado valores. Así que no me queda otra que adaptarme a cualquier horario y tipo de trabajo. Como buena "pringada" sigo pensando que la única manera de salir adelante es con el trabajo duro y el compromiso absoluto ¡Algunos no tenemos remedio!Me encantas tus líneas, como siempre, tan llenas de ideas profundas y mensajes que llegan como si fueran un abrazo. Yo también te envío un abrazo fuerte.

carmen dijo...

Hola Alex. A veces se me olvida que se puede hacer comentarios en entradas antiguas, y cuando lo descubro ha pasado mucho tiempo.
Respecto a lo de discrepar, está bien. ¿Qué haríamos si fueramos clones? Dios nos ha hecho diferentes. Ahí está la gracia. Tendremos que admitir que los que no crean en él, lo construyan a través de pensamientos filosoficos ¿no?
Lispector. Por lo mismo que le he dicho a Alex, no te había visto hasta ahora. Yo también voy un poco a salto de mata aunque no en el trabajo. Como soy funcionaria me quieren cortar el cuello ( ya sabes, en época de vacas flacas la culpa los funcionarios). ¡Qué miedo!
Sé que eres trabajadora y muy luchadora, por eso siempre saldrás adelante.
Un beso muy fuerte