sábado, 28 de noviembre de 2009

MASCARA


Aldous Huxley dijo que toda la historia del universo se haya implícita en una parte de él. Y es quizás por eso por lo que un creador alcanza la cúspide de su grandeza cuando profundiza de tal modo en su destino individual que lo convierte en símbolo sin quitarle ni una sola de sus características de destino único e irreversible.

De la primera aparición de la fractura interior del hombre de pensamiento, se insinúa un poder artistico que se descarga.

Todo creador debería indagar dentro de sí para saber qué es lo que hay, lo que comparte, lo que nos mueve. No se puede leer una novela, cerrarla y que no hayan quedado preguntas, meditaciones. Es muy doloroso para el escritor profundizar en su alma, presentarla descarnada, oscura, frágil, y como realmente es, porque puede ser vapuleada, objeto de mofas, escarnios. Negro sobre blanco. Sabes que eso sucederá y sin embargo arriesgas, te desnudas, buscas, porque sabes que habrá alguien que estará cerca, que no se avergonzará de ser humano, indefenso, perverso a veces. Todo lo demás son divertimentos de seres incapaces de mirarse a sí mismos y reconocerse en lo que ven. Es mejor, por lo que veo, mucho mejor, escribir sobre tramas asesinas, o sobre tramas económicas o sobre..., tramas qué más da, que desnudarse públicamente para saber si hay alguien más, otro hombre, uno cualquiera, que te esté escuchando, que te entienda, que se sienta cercano, que se estremezca contigo. La tragedia griega se basaba en una acción que mediante la compasión (eleos) y el temor (fobos) producía la predicación (catharsis) de dichas emociones. Estamos todos en el mismo saco, otra cosa es cerrar los ojos. No veo la escritura de otra forma. Todo lo demás es máscara.

5 comentarios:

Unknown dijo...

Ah! las máscaras. Cosa interesante.
Yo creo que el escribe, ataca, y el que ataca, se descubre.
Sinceramente, creo que escribir novelas de complejas tramas policíacas, de espías y recontraespías u otras tramas similares, no es más que una soberana gilipollez. Es hacer de la literatura un espectáculo; un espectáculo obsceno sólo admisible para el que quiere salir indemne de un relato o una novela, pongamos por caso.
La literatura no es un espectáculo; el que escribe lo sabe, y el impostor también.

leo dijo...

Es una bendición y una maldición a la vez, esta necesidad de escribir, de contar; de mostrarse así porque de otro modo no nos es posible pero seguimos teniendo la urgencia de expresarnos. Porque cuando vamos a hablar, parece mentira, no suelen llegarnos las palabras a la boca. Y sin embargo, pluma en mano todo cambia. Y todo eso queda escrito, la confesión, esa perversidad que todos tenemos, nuestra ingenuidad, la indolencia y los terrores: ahí quedan para que cualquiera pueda hacer leña de nosotros. Pero también, sí, como tú dices, para que cualquiera lo lea y comprenda las interrelaciones, que somos lo mismo, que la soledad es sencillamente imposible.
¡Toma ya, p´a ser domingo!
Me encanta lo de andar por el alambre: intentar que una experiencia íntima quede plasmada como un universal es quitar máscara y red. Jaque mate al ego.
Un beso grande, amiga, funambulista desenmascarada.

carmen dijo...

Tienes razón, Ángel, pero así es el lector medio. Y le da una rabia lo que no entiende...
Bueno, como a todos ¿no?
Leo, eso es lo peor, que cualquiera puede hacer leña de nosotros, y cuando te pillan sin piel, duele tanto. Aún a pesar de todo, merece la pena intentarlo.
Besote a ambos

NIck dijo...

el escritor a veces escribe lo que lo perturba, unas pesadillas que no lo dejan en paz algunas veces y muy pocas sobre esperanzas, pero justamente de alli se gesta un gran arte un horizonte ante el abismo, todos llevamos caretas y esto viene de tiempos inmemoriales y eso tal vez sea alguna defensa a nuestra fragilidad.
un abrazo enorme carmen!!

carmen dijo...

Gracias, Nike y vayamos quitándonos esas caretas tan feas.
Un beso