
A mi hay cosas que me parecen de Perogrullo.
Por ejemplo, el hecho de que un banco preste una cantidad de dinero para la adquisición de una vivienda, pida como garantía la vivienda, la valore como Dios le da a entender, y cuando el deudor no puede pagar, va y le cuenta que de lo dicho nada, que la vivienda valía mucho menos de lo pactado en aquel tiempo, y que además de quedarse con ella, se queda con el deudor, con su vida, y con su hacienda para los restos.
La verdad, no lo veo de recibo.
Así que el deudor, que la mayoría de las veces no puede pagar por haberse quedado sin trabajo, se encuentra sin casa, sin dinero, sin la posibilidad de alquilar otra, y si te descuidas, con una multa de la Agencia Tributaria por no haber mantenido la vivienda habitual durante los tres años que marca la ley, y haberse desgravado en su momento.
Además de todo eso se encuentra también con un embargo de bienes, porque… “usted pague y luego recurra, que ya veremos su caso”.
Y ese es el momento en el que la víctima llama desesperado para decir que no la vendió antes de tiempo, que se la quitaron, que oiga usted, por favor. Pero una fría y robótica grabación dice: Si su consulta es sobre un cambio de domicilio, marque el uno, si lo que desea es que le envíen el borrador por correo, marque el dos, si…
Yo es que hay casos en los que entiendo que uno coja un trabuco y se eche al monte.
Y como ahora ya no se venden trabucos en condiciones, ni hay montes cercanos, lo que hacen es irse a Sol y montar un 15 M al que, por cierto, intentan subirse todos aquellos que han consentido que se haya montado este pollo marinero.
Pero qué cinismo ¿no?