lunes, 6 de junio de 2011

Halo o hilo


Últimamente me interesaba por el aura de energía que rodea a los cuerpos. Dicen que la han fotografiado con una cámara Kirlian. “Acostúmbrese a mirar a la gente como a través y descubrirá que alrededor de su cuerpo hay una especie de halo luminoso que lo rodea” leí en Wikipedia. “Es cuestión de práctica. Si insiste hasta podrá ver colores”.
Desde entonces iba por el metro como obsesionada por los halos ajenos. Los buscaba alrededor de todo el veía. Los miraba de reojo para que no me partiesen la cara.
Al principio no logré ver mucho, la verdad, pero soy machacona a más no poder. Y todas las noches me concentraba en mi mano para tratar de ver esa especie de cinta luminosa de la que hablaban. Me parecía provechoso conocer el color de mis enemigos. Es, cuanto menos, útil.
Y a base de insistir e insistir, he empezado a ver, no halo pero sí hilo. La primera vez me ocurrió con mi amiga Rosario. La estaba mirando fijamente alrededor de su cuerpo mientras hablaba, y de pronto vi que le salía de la boca un hilo que era el que la movía, lo hacía de arriba abajo. Luego me fijé un poco más, y me di cuenta de que también tenía un hilo que salía de cada uno de sus brazos, y de sus piernas. Estaba clarísimo alguien movía sus extremidades, su cabeza, y su boca. Alguien le hacía hablar y decir lo que decía. Rosario no era una mujer de ideas propias. Era una marioneta de carne y hueso que interpretaba un papel. Luego fui dándome cuenta de que los hilos de Rosario salían también de Maria Antonia, y de Mariana, y de Ricardo.
En el metro todos estaban sujetos por hilos que a simple vista no se percibían, pero que si te concentrabas en un punto, los veías estupendamente.
Ahora ya no busco el halo sino el hilo que dirige los pensamientos y las actitudes de los que me rodean. Luego, cuando se sientan y descansan, los hilos se aflojan y se quedan como muñecos inertes. Sin nada qué pensar, como esperando que alguien vuelva a recoger sus cuerpos y los active.
Los mueve la prensa, los mueven los políticos, los mueven los líderes, los mueven los amigos, los mueven los padres o los hermanos. Estamos llenos de hilos invisibles que tiran de nosotros y nos levantan de la silla, nos hacen andar, y hablar, y enfadarnos. Hasta que nos sueltan por la noche y nos dejan abandonados y sin fuerzas. Vacíos para poder dormir.

6 comentarios:

leo dijo...

¿Y has probado a cortar alguno de esos hilos, por ver qué pasa?
No sé qué da más miedo, si el hilo o el halo. Según el halo, ¿no? porque intuyo que todos tenemos hilos.
Besssiiss

Sir John More dijo...

Ah, esos hilos son lo que ahora se llaman libertad, ¿no? Y tolerancia, y respeto (todos mal entendidos, por supuesto), y derecho a equivocarse, y todas estas boberías donde uno oculta su ignorancia y su ausencia de amor propio... Sí, sí, los veo constantemente, y me preocupan porque veo muy pocos de esos hilos en mí mismo. Igual por aquello del Hilo invisible... O quién sabe si porque a mí las noches aún me pillan lleno de vida y de deseos... Quién sabe... Besos.

Lispector dijo...

Sí,los hilos,son muchísimos, yo aún me ando peleando con ellos, mientras intento cortarlos, lo del halo lo tengo asumido ;)

Lispector dijo...

UN BESO

Unknown dijo...

Qué bueno, Carmen.
En fin, ya hace tiempo que creo que la libertad es un cuento para ingenuos. Aún así, hay que luchar a diario con todos esos hilos. Pienso que la clave está en tener lo ojos bien abiertos todos los días y cortar los más posibles de los que cuelgan de nosotros.
besitos

carmen dijo...

Leo a mi me da más miedo el hilo. Un mundo robótico ¿Imaginas?
Espero, Sir, que los hilos no te alcancen. Es mucho mejor equivocarse uno solito.
Lispector, qué alegría volver a verte por aquí, y tan poco liada.
Tienes razón, Angel. La única solución es abrir los ojos como platos. En cualquier momento nos manipulan. Me gustó hoyos. Ya te contaré. Besos.