domingo, 9 de septiembre de 2012

MODELOS









Desde hace algún tiempo al entrar en el metro veo un cartel con una chica hecha polvo. Su vida no es fácil. Está claro que pasa hambre, un hambre atroz. Se ha hecho mayor y quiere continuar teniendo el cuerpo de una adolescente, el pecho de una robusta matrona, la nariz de todas, y el enfado existencial de las modelos. Porque, bien mirado y entre nosotros, las modelos son agresivas. Una lo descubre al verlas desfilar. A mi me recuerdan a las jugadoras de balonmano que me lanzaban la pelota cuando yo era defensa. “Por qué no defiendes” me gritaba el entrenador al ver como me apartaba y les dejaba el campo libre. “Porque no quiero que me desgracien,” contestaba rotunda antes de que me empujara al banquillo indignado. Y es así, con esa desfachatez de jugadora de balonmano, como te miran las modelos al desfilar con la colección otoño/ invierno, o primavera verano, que para el caso es lo misma.
“Te pego una …” parecen gritarte, mientras pasean los vaporosos vestidos revoloteando al aire como si los hubieran tendido de una cuerda.
La verdad, es triste tener que torcer los designios de la naturaleza, conseguir que las piernas tengan el volumen de los brazos, los brazos de los dedos y los dedos de los pelos para que alguien diga que estás “buena”.
“¡¡¡B U E N A!!!”.
Vale, soy una envidiosa, lo reconozco, pero es que yo siempre había creído que la mejor crema de belleza era la sonrisa, y resulta que ahora no es así, ahora hay que desfilar como si fueras a liarte a bofetadas con el personal, mirar a la cámara como si estuvieras en “articulo mortis”, soportar sobre tu escuálida figura enormes pechos, piernas que parecen brazos, y brazos que parecen dedos.
¿Que lo que pasa es que no quepo en ningún modelo de la nueva colección otoño/ invierno? Pues también es verdad.
Voy a tener que crear tendencia a mi imagen y semejanza como doña Cecilia, la que transformó al Ecce Homo de Borja, y ahora el que gusta de verdad es el suyo.

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