miércoles, 4 de diciembre de 2013

FROZEN










Ahora los libros se escriben al revés, es decir, por el tejado. La crisis es dura, yo lo comprendo, pero de ahí a empezar por la venta, me parece excesivo.
Ya no se escribe una historia desde dentro, una historia de humanos con sus problemas y sus incoherencias. La literatura ha pasado de moda. Antes, una obra la escribía un escritor, un hombre al que a lo mejor no conocía nadie, porque lo importante era lo que había escrito. La llevaba a una editorial, y si a los editores les parecía lo suficientemente buena, la publicaban. Luego, los lectores, lectores de toda la vida, la aceptaban o no. Ese era el reto.
Ahora lo primero es hacer un estudio de marketing para ver a cuántos se la pueden encasquetar. Para lograrlo se busca a un autor o autora muy conocido, que salga en la tele, por ejemplo porque haya subido al Everest varias veces, porque haya marcado goles o porque se ha puesto las botas timando a un montón de incautos sin ir a la cárcel. Si alguno de esos se desnuda, mucho mejor. Se le propone que escriba algo, lo que sea, no hace falta esmerarse, “y si no le ponemos un negro que lo hará divinamente”. Cómo conoció usted a perenganita o algo de más calado, como la historia insólita  de una huerfanita que tiene que abrirse camino dando puntadas cortas y largas para pasar en morse información del máximo nivel. Resultado, que  como todo el mundo conoce al que escribe, o ha llorado con las historias de huerfanitas en la infancia, pues la editorial se forra. Y aunque la obra acabé muriendo como todo lo intrascendente y burdo, pues la editorial ya ha llenado los bolsillos y los lectores han llorado lo pertinente.
Hay literatura infantil que ni siquiera tiene autor, la saga se escribe entre varios, y se moldea sobre la marcha. Si se enteran de que en una determinada zona de oriente se está leyendo su saga, meten a un oriental. Si  ven que las niñas pasan de la historia, pues meten a una prima o hermana del prota, para implicarlas. Si falta la tercera edad y se ve un buen negocio en la venta de dentaduras postizas, pues meten a una abuela o abuelo con dientes de acero y continúan la saga tan ricamente.
Cuando se acerca la Navidad, el marketing aumenta, pues la obra tiene que levantar el negocio juguetero. Muñecas con trenzas muy largas a las que se las pueda peinar y vestir de mil modos. Trineos a propulsión y renos encantadores con mando a distancia.
El sábado fui a ver “Frozen” con mis nietos. Dos princesas con el pelo largo y enormes trenzas se quieren lo que no está escrito. Su padres, reyes ellos, viven felices. Un día, la mayor que hace de modo mágico figuritas de hielo muy logradas, deja traspuesta a la hermana. No se sabe porqué, o quizás yo no me enteré pues mi nieta se subió a mis brazos horrorizada cuando la música de terror aumentó en la sala. El troll jefe les explica que tiene poderes, que cada vez tendrá más, y que como siga así, se cargará a la hermana y le helará el corazón. Eso los entristece porque parece ser que cuanto toque se convertirá en hielo, peligroso para la salud. Decide no volver a salir de su habitación jamás, no vaya a ser que la hermana muera y la liemos. Los padres aprovechando la coyuntura se marchan de viaje por tierras lejanas en un barco que se hunde en una tormenta. Se quedan las huérfanas más solas que la una, y la mayor, que continua haciendo figuritas de hielo muy peligrosas, no sale de su habitación porque vete tú a  saber qué puede pasar. La pequeña sufre, claro. Los padres muertos en una tormenta de esas, y la hermana mayor que no abre la puerta de su habitación ni a tiros, pues menudo marrón.
Un día, así de pronto, sin encomendarse nadie, la hermana que se mantenía alejada del mundanal ruido, celebra el día de puertas abiertas y abre el palacio para liarla. La hermana pequeña, en esas, se enamora de un chico majo, pero majo, majo, que resulta ser príncipe y que a los espectadores nos cae de miedo. La mayor, que no ve claro que su hermana se enamore así como así del primer pelagatos que se le acerca, se enfurece. Y al enfurecerse salen todos los poderes que tenía guardados y se monta una tremenda. A partir de ahí los efectos especiales alcanzan un nivel altísimo, la sala bulle de niños temerosos. Mi nieto se agarra a mi cuello y mi nieta se sube a mis rodillas.
La hermana mayor se marcha a lo alto de una montaña y una vez alcanzada la cumbre, se encuentra a sí misma, se suelta el moño y le sale la trenza. La pequeña, al ver la que ha liado la mayor, la busca por los montes helados con un vendedor de hielo más  majo  todavía que el príncipe al que ha dejado al mando de su reino. Ahí ya te quedas un poco mosca, porque dos majos enamorados de la misma, da como mala espina. Sale un enorme muñeco de nieve malo y un pequeño muñeco de nieve  bueno.
Y no sigo porque me cargo el final, pero con ese planteamiento y ese nudo, nadie espera un desenlace brillante, solo mis nietos, el guionista, y la fábrica Disney.
En cuanto termine la reseña empiezo la carta para los reyes de mis nietos. Un reno, dos princesas con trenzas, un muñeco de nieve y algún troll.
Lo dicho, ya no es lo mismo.

2 comentarios:

NIck dijo...

hola carmen a los años pero siempre echándote de menos, bueno por ahora estoy de viaje por las provincias de mi país y aprovechando el viaje recogiendo historias muy ricas y prolíficas que luego las pondré en el blog. yo creo que el escritor o escritora es alguien que siente en el alma lo que lo rodea que llora o ríe con ellas con sus experiencias con sus andares y su devenir que sale de ese mismo escenario y logra describir esa realidad logra también describirle aquel paisaje a otra persona, en ese transito manifiesta lo que siente y lo que cree, lo produce. el escritor ebulle por naturaleza casi siempre esperando salvarse con las letras lo demás viene por añadidura eso es lo que siento cuando escribo eso es lo que me enseñaron los maestros de la literatura y eso mismo encontré en grandes autores que leì, pero ojo tiempo pasado ah mira tu que paso por inmensas librerías y están abarrotas de libros que frozerìa. un beso carmen seguiremos en contacto.

carmen dijo...

NIke, una ilusión volver a saber de ti, y sobre todo enterarme de que sigues escribiendo. Espero que pronto retomes tu blog nada "frozerío" . Mientras creamos en ella nunca acabará la literatura aunque cada vez se vea menos en las librerías.