
Han sido días muy duros. En ellos no solo hemos visto cómo nos enrabiábamos contra nuestro propios amigos. No sabíamos quién era ese virus que pasaba de largo ante algunos y se cebaba con otros. Tampoco teníamos muy claro si la culpa de las muertes la tenía Rajoy desde Santa Pola, Ayuso desde su confinamiento, Iglesias que asumió el poder omnímodo de todo lo que se movía para luego ponerse de perfil dado el despropósito que se montó en los geriátricos (él no es muy de viejos, ya lo confirmó varias veces en sus discursos inflamados de pasión juvenil) Pero no importaba porque había respuesta para todos. Si eras de izquierda, tenías a Ayuso para echarle los perros, si eras de derechas, a Pedro Sánchez, Illa, Simón y demás. Todos nos hemos sentido cobijados por nuestro políticos, los de nuestro corazón, quiero decir, por su buen hacer y su responsabilidad.
Se han celebrado funerales por aquí y por allá, pero nunca juntos, faltaría más. Torra ha pedido a independencia de Cataluña porque era lo que más pegaba en ese momento; Bildu, la derogación de la reforma laboral y otros, la destrucción de la estatua de Cervantes, de Cristóbal Colón y del “todo por la patria” en la puerta de los cuarteles de la guardia civil por osar enfrentar a los franceses cuando nos invadieron allá por el milochocientos. Tanto es así, que ahora los franceses se han cargado de razón y no nos dejan pasar, y nos exigen cuarentena por negarles tres veces cuando aquello de Napoleón. Pero qué más da. El coronavirus era tan nimio en esos momentos que había que sacar material de la historia para nublar la vista de los más acérrimos y furibundos.
¿Qué hice durante el confinamiento? Supongo que debilitar mis defensas de tanto despropósito, dormir fatal, soñar con Cristóbal Colón, con Cervantes, con Las Navas de Tolosa y la victoria sobre Miramamolín. Y, sobre todo, con la enfermedad esa que parecía de chichi y nabo y que nos atacaba a unos sí y a otros no.
No sé si algún día tendremos vacuna para el Covid, pero para lo que estoy segura de que no vamos a tenerla es para luchar contra la imbecilidad de nuestros políticos y la falta de respeto que han demostrado ante un problema tan serio.
Solo puedo decir que si existiera de verdad el karma, mañana amaneceríamos rodeados de incompetentes convertidos en cucarachas rodeando la estatua de Gregorio Samsa.
Aunque sigo diciendo que no me acuerdo qué hice durante el confinamiento, solo sé que me he caído y me he hecho una fisura en el humero, que me ha salido un herpes zoster, que me he quedado encerrada en el ascensor, en el aseo de un super y en mi habitación. ¿Será que el mal fario se ha vuelto contra mí por tanto analizar sin que me pegunten?