sábado, 1 de agosto de 2020

¿QUÉ PASÓ DURANTE EL CONFINAMIENTO?



                       



Soy mutualista de Muface, aunque no sé si todavía existo o con estos nuevos decretos aprobados durante la pandemia, me he convertido en un ente amorfo y desconectado que fluye por el espacio cibernético. 
Resulta que necesito recetas y voy al ambulatorio. Soy desplazada y me pegan la bronca. Dice la médico que las recetas estarán en mi tarjeta sanitaria. Pero no es así porque los de Muface no tenemos tarjeta sanitaria. Me grita que ella no tiene nada que ver y que no me va a dar explicaciones. Me callo para no encolerizarla más. Regreso a casa bajo un sol tórrido de cuarenta grados, con una mascarilla protección total y con un férula en el brazo por habérmelo roto, aunque eso es otra historia.  
Logro llegar a casa con la moral por los suelos e intento conectarme a internet para buscar una solución. Después de luchar como gato panza arriba para encontrar una explicación, le pregunto a google, pero me envía a un contacto diabólico en el que te responde tu propia voz en plan eco. Claro, explicarte a ti misma lo enfadada que estás por no obtener respuesta, resulta desolador y un poco esquizofrénico. Aún así y a sabiendas de que no voy a lograr enterarme, me cuento mis angustias, mis desesperaciones, mis interrogaciones y mi cabreo. 
Al terminar la perorata, una voz, esta vez metálica, me informan de que la llamada que acabo de realizar es informativa, y que telefónica me cobra por eso una barbaridad. 
Una vez desahogada y timada, llamó a mi ambulatorio, esta vez de Madrid. Me cuesta conectar muchísimo. Me dicen que si tengo síntomas de coronavirus o tengo alguna otra consulta  que hacer, marque el 9. Lo marco y se desconecta el teléfono. Lo siento por los que tengan síntomas, porque si es frustrante no poder enterarte de cómo conseguir una  receta, muchísimo más sentirte mal y que te cuelguen. 
Después de mucho insistir, logro que me contesten y me digan que mi médico me llamara en cualquier momento, a cualquier hora del día o de la noche. Guardo el móvil en mi regazo como si me fuese la vida en ello. El teléfono suena al día siguiente. Me explica la médica que me pondrá las medicinas en mi tarjeta sanitaria, pero que solo me sirve si estoy en la comunidad de Madrid, que en cuanto traspase los límites ya no responde. Es salir de Aranjuez y entrar en un bucle cuántico, del que ya no puedes emerger. Algo así como el triangulo de las Bermudas pero versión tarjeta sanitaria. 
Se ve que mientras nos confinaban pasaron muchas cosas, cosas extrañas, atemporales, misteriosas. Se aprobaron leyes, decretos, ordenes ministeriales que nos afectaban. Y una de ellas ha sido lograr que no puedas comunicarte ni por teléfono, ni por internet, ni por WhatsApp. Enterarte de que has entrado en otra dimensión dónde nadie te da razón, ni noticias, ni los medios se mojan. Aunque eso sí, el único informe que te dan con pelos y señales y en primera plana  es el motivo por el que Pilar Rubio y Sergio Ramos han decidido llamar a su hijo Máximo Adriano. 
Todo lo demás se ha convertido en un misterio insondable. 
Pero realmente ¿Qué pasó durante el confinamiento?


No hay comentarios: