domingo, 15 de noviembre de 2020

LA BANALIDAD DEL MAL

                                  


 

 

 

 

Lo primero que he leído en google esta mañana han sido las palabras de Otegui. 

Dice Otegui que “por primera vez“ las nuevas generaciones vivirán con “más miedo” y menos derecho que las anteriores. El líder de Bildu sostiene que si el capitalismo pone en riesgo las condiciones para la vida en el planeta, la alternativa debe ser radical. 

Conociendo al personaje, traducimos sin problema su término: “radical”. También habla de que el Covid 19 ha demostrado “la vulnerabilidad y límites de la especie humana”

No deja de sorprenderme la interpretación que hace sobre el miedo. ¿Más miedo que cuando su banda pegaba tiros por la espalda a seres indefensos? ¿Más miedo que cuando ponía bombas debajo de los coches o en casas donde vivían niños?, pues, francamente, es difícil. Si a lo que se  refiere es a un miedo más general e inespecífico, pues quizá. Pretender dejar morir de hambre a un secuestrado como pretendía Bolinaga, no es que de miedo, es que da terror. Decir que acaba de demostrarse la “vulnerabilidad y límites de la especie humana”, me hace suponer que no para él y sus secuaces, que la conocían y celebraban. No había guerra, no estaban matando en igualdad de condiciones, era pura cobardía. ¿Fue eso lo que los hacía conocedores de la vulnerabilidad de la especie humana?, ¿que se dejaban matar porque nos se lo esperaban? ¿porque no esperaban tamaña barbarie y eso los convertía en vulnerables?

El señor Otegui habla convencido de lo que dice, es un hombre al que le preocupa la humanidad y su fragilidad, que pretende ser radical si alguien pone en peligro la vulnerabilidad humana, con esa radicalidad que solo él y los suyos saben cómo hacer. 

He recordado a Hanna Arent  que  fue testigo del juicio de uno de los responsables del exterminio nazi. Trataba de entender qué había tras esa barbarie y lo que descubrió es que simplemente “era algo banal”. Toda aquella masacre respondía al cumplimiento de ordenes. No le daban la más mínima importancia. Descubrió que algunos individuos actúan dentro de las reglas del sistema al que pertenecen sin reflexionar sobre sus actos, “solo por el cumplimiento de las órdenes”. 

Analizó las circunstancias que pueden llevar a un humano normal a cometer atrocidades y dejó para la historia su teoría sobre la banalidad del mal. 

El señor Otegui cumplió su condena y tiene todo el derecho a ser libre según las leyes que nos hemos dado, pero… ¿a pontificar?, ¿a estar en el congreso de los diputados?, ¿a formar parte de las decisiones de un gobierno que dirige nuestras vidas?, ¿a tumbar  nuestro sistema? 

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