jueves, 5 de enero de 2023

QUÉ MIEDO

 



 

 

 

 

He pasado mala noche. Ayer vi a Papá Noel en patinete insultar a una anciana por cruzar con parsimonia la Gran vía.

Hoy me he despertado con una noticia espeluznante o ¿quizá atroz?. Un dron norcoreano alcanzó la residencia presidencial de Seúl el 26 de diciembre. Las fuerzas armadas del Sur fueron incapaces de derribarlas por lo que se lo han tenido muy callado hasta que se ha descubierto el pastel. Resulta que Kim Young-un, después de lanzar un dron y disfrutar desde su control de mando del miedo del Sur, como si se tratara de un videojuego de la Play, ha decidido prohibir la risa, el alcohol y los cumpleaños durante una semana y ha movilizado a agentes secretos para vigilar que se cumpla. Todo con motivo del aniversario de la muerte de Kim Yuongil, su padre. 

He recordado los Jueves Santo de mi infancia en los que estaba prohibido escuchar música que no fuese sacra. Es curioso cómo nos acostumbramos a todo y cómo normalizamos las reglas sin sentido que nos rigen. Esa normalización consigue que actúen sin consecuencias nuestros gobernantes. Vemos cómo Putin envía a la guerra a jóvenes rusos y cómo estos huyen despavoridos porque, entre otras cosas, no es su guerra. No son cobardes, son invasores que no quieren serlo. ¿Tan difícil de entender es?

 Corea lanza misiles al mar de Japón, drones a la residencia del líder surcoreano,  y luego se graba en vídeo muerto de risa, un poco antes de prohibir las risas a sus súbditos. Nadie se preocupa de eso. El mundo lo observa impasible, convencido de  que sus arrebatos no tendrán consecuencias.

En la cámara de representantes de EEUU se ha producido una larga batalla por la presidencia tras perder tres votaciones McCarthy por la rebelión de los suyos. El congreso no puede funcionar sin líder en la cámara, pero eso ya da igual. El ala dura republicana vota en contra de su propio candidato y bloquea la elección del presidente. Después del asalto al congreso disfrazados de apaches, ¿qué nos puede sorprender? No sigo con los lideres europeos porque me llamarán ácrata, descreída y aguafiestas. Pero alguien me reconocerá que da pánico estar dirigidos por psicópatas con poder sobre nuestras vidas. Y esta psicopatía se ha trasladado a la vida diaria, a nuestros ciudadanos, a nuestra cotidianeidad. Nos insultamos por fachas, por rojos, por transexuales o por heterosexuales. Nos odiamos tanto como nos odian los que nos dirigen. Si Papa Noel en patinete es capaz de sacar el dedo central a una anciana porque apuró un semáforo en ámbar en la Gran Vía ¿Qué no hará King Young-un?

 


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