martes, 30 de julio de 2024

CUANDO LLEGAN LOS TIBURONES

 

                                                         


 

 

Cuando la vida se pone tierna, cuando los problemas parecen haber llegado a su fin, cuando no necesitas luchar, cuando te basta con sentarte a contemplar cómo el viento mueve las hojas de un árbol viejo, o buscas el olor a jazmines de por la noche. Cuando agarrado a unas manos cómplices, ves la arena mojada de una tarde cualquiera mientras conversáis de cosas simples, de lloviznas y grandes tormentas, de recuerdos, de entonces.

Cuando le cuentas lo que viste de bonito y de triste durante el día, de tus sueños y tus  realidades, de los charcos de agua y de los pastos mojados. Cuando te detienes a contemplar las lagartijas que trepan por las fachadas. Cuando un simple mordisco de melocotón te llena la boca de ayeres. Cuando estando juntos miráis con sorpresa infantil el lento devenir de las abejas…

Llegan los tiburones

Cuando ya no hay adolescentes provocadores a los que educar y combatir, cuando los compañeros agresivos y maliciosos, han dejado de importunarte. Cuando los jefes ya no se suben a tu espalda para llevarse el fruto de tu trabajo. Cuando desaparecen los malentendidos…

Llegan los tiburones

Cuando los truenos retumban en tus oídos, cuando la lluvia os empapa la ropa y eleváis la cara para que el agua caiga en vuestra frente. Cuando miráis un sol rojizo esconderse tras las montañas y os quedáis quietos, expectantes, hasta que desaparece allá, muy lejos. Cuando os bañáis una noche cualquiera siguiendo la estela de la luna, porque dicen que trae suerte, porque es bonito, porque es de noche y la brisa os estremece el cuerpo. Entonces…

Llegan los tiburones

Cuando ya no se acercan huracanes, ni tormentas, cuando tus hijos se marchan para   emprender sus propias luchas, cuando aprenden a navegar y saltar sus propias olas. Cuando piensas que todo está por fin en calma…

Es cuando llegan los tiburones.

Los tiburones comienzan poco a poco. Al principio ni los sientes. Te muerden en la rodilla, quizá en el brazo. Es posible que te roben la fortaleza de antes, o que ya no oigas como entonces y pidas que te lo repitan. A veces, sin esperarlo, arrancan a un ser querido, y luego a otro, y a otro. Pierdes amigos y te cuesta recordar. Porque los tiburones se empiezan a instalar en vuestra casa. Ellos os enseñan que nada era de verdad vuestro.

Los tiburones acechan tu calma y tu silencio. Quieren llevarse lo que más querías, tu pasado, tu salud, y a ti, poco a  poco, o de golpe, pero están ahí, esperando el momento para arrancar aquello que creíste tuyo y que jamás lo fue.

Pero hasta la última dentellada de esos tiburones amargos, trataras de alegrar tus días recordando pastos mojados, una luna roja de julio, luces  de verbenas y tardes de risas.

 

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