lunes, 16 de marzo de 2009

SOLO HUMANOS


Veo a Mario Conde en la tele y reflexiono. El cuento de "La bella durmiente" viene a mi memoria. No lo puedo evitar. Una niña recién nacida, las hadas concentradas alrededor de su cuna conceden dones y más dones. Será inteligente, dice una, tendrá talento, dice otra. Y así es como una tras otra van depositando cualidades a ese nuevo ser. Pero, de pronto, llega el hada mala, la no invitada, la insufrible aguafiestas, acerca su varita negra. Y con una simple frase, una sola, habrá dejado sin sentido lo otorgado hasta ese momento. Nada de lo dicho servirá. El resto de virtudes habrán caído en un saco sin fondo, un agujero negro de proporciones inmensas. Eleva su voz y grita malhumorada. Se pinchará con una rueca: la rueca de la soberbia. Será soberbio, repetirá , y un trueno resonará en el horizonte. Y a partir de entonces, incapaz de desarrollar su potencial caerá una y otra vez ante esa implacable actitud. Ese ridículo pensar que es superior que nadie podrá contra él. El olimpo le pertenece y se mofa de todos.
Mario Conde es un ejemplo de lo poco que importa ser inteligente, trabajador, hábil, atractivo, buen conversador y un gran etc, si una hada madrina ha pronunciado la terrible palabra: Soberbia.
Cuando lo estaban interrogando en los juzgados llegó a sacar la lengua al juez, cuando quería que el pueblo lo comprendiera, escribió una carta plagada de palabras inteligibles y rimbombantes. Incapaz para el acercamiento, para el calor humano, iba metiendo la pata una y otra vez. Y esas cualidades cedían ante su implacable soberbia.
El otro día lo observé sonreír con prepotencia contenida, con un misticismo propio de los llamados por Dios, de los elegidos. Mario no solo no ha devuelto lo que robó sino que continúa considerándose superior, continúa echando arena sobre su propio tejado, y lo que es peor, no se da cuenta.
Una pena lo del hada mala. Y lo triste es que de alguna manera nos ocurre a todos. A todos nosotros nos visitó un hada mala al nacer y vamos perdiendo las cualidades que nos fueron otorgadas sin ser conscientes de ello ¿De qué nos sirven todas ellas si están anuladas por la vanidad, o la soberbia, o la envidia o… ¿Para qué seguir?

Ellas nos destrozan y nos ponen en lo que realmente somos; humanos, indefensos, llenos de sombras.

5 comentarios:

Lispector dijo...

Hola Carmen, me gusta muchísimo el paralelismo que haces entre el cuento de la bella durmiente y Mario Conde, y me deja pensando sobre mi misma. Es verdad, cuantas veces anulamos nuestras virtudes con esos defectos de los que ni siquiera somos capaces de darnos cuenta. Trato de pensar en los propios, y doy con el principal:aislarme por completo de todo. Lucho contra él, pero ahí está, siempre, tentándome, llamándome a refugiarme en mi ostra a cientos de kilómetros por debajo del mar. Pero de repente oigo a las hadas, sí las mismas de la durmiente, a Flora, Fauna y Primavera -creo que así se llamaban-, generalmente a través de los blogs y recuerdo que hay muchas razones para salir a la superficie. El amanecer, una de ellas. Un abrazote.

leo dijo...

¡Y qué duro es luchar contra ella! Sobre todo porque las únicas armas que valen son las del corazón y, las pobres, están de capa caída.
Mario Conde es siniestro, alguien devorado por sus propias sombras. Una especie de Darth Vader con gomina...
Besissssss

carmen dijo...

Daniela, Leo. Estoy segura de que una vez detectado el problema, la solución siempre estará más cerca. No podemos echar en saco roto lo que nos entregaron Flora, Fauna y Primavera. ¿Qué nos quedaría si lo hicieramos?
Un besote a ambas, y gracias por pasaros por aquí

Beatriz Montero dijo...

Si ya lo sabía yo que el cuento de La Bella Durmiente traía tela.

carmen dijo...

Sí, Bea, sí.
Pero tela marinera.