martes, 27 de octubre de 2009

EL MAR RONCA











He pasado unos días en la playa, lo necesitaba. No estamos preparados para perder salud, y cuando eso ocurre, te coge a desmano. Otra vez el corazón, otra vez pruebas, otra vez… Y entonces te pones a mirar dentro de ti y te das cuenta de que ese es el problema, el auténtico y único problema; mirarte tanto. Es agobiante ver siempre lo mismo. Y un día levantas la vista solo un momento, por levantarla, así, casi sin darte cuenta, y de pronto ves la arena, y la luz, y descubres que el mar respira, es una respiración sosegada, tranquila, un poco como de vuelta de todo, como condescendiente, como si quisiera decirte; vacíate de una vez por todas de ti, de esa falacia sobre ti que te has construido, y mira a tu alrededor. ¿Pasan cosas sabes? Cosas que ni siquiera ves. Se va conformando tu destino poco a poco, y hay miles de señales que te dan las pistas, pero no escuchas porque estas afanado en continuar construyendo tu realidad como si de una obra de teatro se tratara. Un guión a nuestra imagen que nunca será el que se represente al final. Es como estar en el cine y no ser capaz más que de escuchar al vecino comiendo pipas, o a los novios de la fila anterior peleándose, o... Qué sé yo. Todo menos ver la peli, la tuya, la de tus propios cambios, tus desmoronamientos y los puntos de giro, la catarsis que se avecina.
Se rompe el I pod, y gracias a que no puedo escuchar música mientras paseo, descubro el jadeo del mar, porque hasta entonces no he escuchado nada. Y de la misma forma que escucho ese cansancio milenario, me doy cuenta de que he pasado la vida intentando no fallar a nadie. Siempre esa impresión de decepcionar. Ya estamos otra vez, les fallé a todos. A la editorial, a los jefes, a los amigos, a los tertulianos, a mi familia… Hasta que te das cuenta de que no eres tú la que decepcionas a todos, son ellos los que solo piensan a su vez en no decepcionar a otros, y en ese no decepcionar, caes tú y tu culpa, y esa mala conciencia que arrastras como un fardo. Ellos están en la construcción de su propio guión. No eres tú el que hace mal el trabajo, es tu jefe el que te hace sentir culpable porque también quiere no decepcionar al suyo, porque prefiere declinar responsabilidades en ti. No eres tú la que falla, son ellos. El mar lo dice; contraataca tú primero. Decepciónales tú a ellos antes de que te decepcionen ellos a ti. Sé tú misma de una vez por todas.
No, no es casualidad que te pida Rosario que te leas su novela porque ella se ha leído la tuya, que descubras decepcionada que solo se leyó la primera página para engañarte, para que le digas en un tiempo record cual ha sido tu opinión ante su obra de arte. No, no es casualidad. Nadie va contra ti, van a su rollo. Y tu egocentrismo te hace caer una y otra vez en la trampa. Ponte las gafas, deshecha las lentillas, escribe lo que quieras, trabaja como debes, escucha y lee lo que te apetezca, y escucha los sonidos de ese curioso destino que va dejando huellas a tu alrededor mejor que cualquier libro de intriga.
A lo mejor era necesario que el corazón se pusiera chungo, y tuviera que pedir una baja e ir a la playa para pedir otra opinión, y que se rompiera el I pod. Quizás era necesario que me engañara Rosario. Quizás estoy en pleno punto de giro y no me había dado cuenta, quizás dentro de muy poco se produzca una catarsis. Y es que el mar no siempre respira, a veces hasta ronca.














4 comentarios:

leo dijo...

Te mando un abrazo muy grande, Carmen. Y puede que te proponga que formemos una tertulia de decepcionados decepcionantes. Lo irónico es que yo creo que todos vamos en el mismo barco, enajenados, incapaces de escuchar, ni tan siquiera oír a ese mar que ronca. Tengo muchas ganas de verte.

Unknown dijo...

que conste en acta que yo me he leído tus dos novelas enteras jeje.
Menos mal que se estropeó el Ipod, si es que hay tantas cosas que distraen....

Unknown dijo...

El mar ni ronca, ni respira. El mar se mueve y su movimiento produce sonidos.
Nosotros les ponemos nombre. Susurros,
cánticos, ruidos o ronquidos.

Nosotros los decepcionados decepcionantes de Leo.

Nosotros los que esperamos la catarsis eternamente.

carmen dijo...

Gracias,Leo. Me gusta lo de la tertulia de decepcionados decepcionantes. No faltaré.
Angel, me consta que nos leemos. Por eso somos tan cultos. Je, je.
Un besazo.
Don nadie, menos mal que les ponemos nombres. ¿Qué sería de nosotros sin un maldito nombre que llevarnos a la boca?