domingo, 8 de noviembre de 2009

TIEMPO DE VERANO

imagen: HOPPER
Sir escribió algo en su blog sobre lo posible, lo que nunca llegó a ser, y ese es mi tema preferido.
Muchas veces el destino parece que juegue con nosotros, que coloque y descoloque las fichas a voluntad. Y no sabes el motivo de por qué justo el día que vas a conocer a ese chico rubio, que es tu vecino, y que ves todos los días en la playa, y que te mira, y que te sonríe. Ese que hace el pino y el puente para que te fijes en él. Justo el día que por fin se acerca a invitarte a la fiesta de su hermana, justo ese mismo día, el de la fiesta que esperas con una ilusión enorme, a tu hermano le da un ataque de apendicitis y os tenéis que marchar de la playa. Nunca más lo volverás a ver, y lo sabes. Por eso te despides con la mano en alto al verlo asomado a la ventana mientras tú metes las maletas en el coche sin comprender nada. Y ni siquiera importa, porque tú tienes tan solo trece años, y porque él es francés y porque nunca más os volveréis a encontrar. Y porque tampoco acababas de entender muy bien qué era eso que sentías cada vez que lo veías en la sobrilla de al lado mirándote y sonriendo. Ni entiendes la apendicitis de tu hermano, ni para qué sirve todo eso.
Pero luego, después de muchos años, lo ves más claro. Pues porque si no hubiera sucedido, ahora ya ni te acordarías de que a los trece años te había gustado un chico francés, que era muy rubio, y que siempre daba volteretas en la playa. Y sin embargo de esta forma sí, lo recuerdas por inacabado, por posible, porque nunca llagó a ser. Porque lo inconcluso tiene el olor de la esperanza. ¿Por qué justo en ese momento? ¿Por qué él no habló en la biblioteca con esa chica? Quizás porque si hubiera hablado, ya no existiría en su memoria, hubiera olvidado como miles de encuentros que ya no están, que se esfumaron. Y yo no hubiera pasado tan buenos momentos escribiendo una novela sobre el chico rubio de aquel verano cualquiera, de hace muchos años, y de la playa de entonces, y del final de la infancia.













3 comentarios:

leo dijo...

Ays, Carmen, qué estimulantes resultan, pasado el tiempo, todas esas posibilidades inexploradas, lo que nunca fue. Aunque dejen un regustillo de melancolía al presumir que quizá nos habrían llevado por derroteros más felices. Yo no lo creo, ¿sabes? yo creo que lo que tenemos es lo mejor que podemos tener. (Pero tú ya sabes lo que se me va la olla ;-) Guapaaaaaaa, besosss mil.

Lispector dijo...

Jo, pobre francés, cuando al final se armó de valor mira cómo lo pagó el destino, bueno y la chica, me pregunto si después de superada la apendicitis del hermano ello lo asesinó..., supongo que ganas no le faltarían. Como dice T.S. Eliot "Lo que pudo haber sido y no fue es una posibilidad que está siempre presente" yo también lo creo, aunque no hubiera podido expresarlo tan bien como él. Un abrazo Carmencita, desde aquí Mina (mi gata a la que le gusta tu blog -huele la pantalla cuando lo leo-) y yo te mandamos un beso, y Magia la perrita de Alicia pregunta por ti. Recibe un cálido "Guau" de su parte.

carmen dijo...

Leo, si yo también toco tierra pero reconocerás que no hay nada más bonito que imaginar lo que pudo ser y no fue.
Daniela, estoy totalmente de acuerdo con T.S. Eliot. La realidad desgasta mucho, no somos más que hombres, y damos de sí lo que podemos, no más.
¿Os parezco desilusionadilla?
Con dos amigas como vosotras, nunca. Besssos