miércoles, 10 de diciembre de 2014

DORA Y LA LEY DE TRANSPARENCIA







Estos políticos se creen que somos tontos, y lo más triste es que a veces lo parecemos.
La Ley de transparencia, pongo por caso, me parece una de las tomaduras de pelo más gloriosa que he presenciado desde que me salieron los dientes.
Resulta que va a ser mi vecina Dora, que cada vez que recibe las cuentas de la comunidad le salen sarpullidos, la que va a decidir si los gastos de los diputados, así, a mogollón,  son coherentes o adolecen de exceso. Todavía recuerdo la aflicción de su marido auditor, cuando salió la ley que obligaba a responsabilizarse a los auditores de las empresas que analizaban, auditaban y daban el beneplácito con su firma. ¡Pobre hombre!, se lo creía. Bueno se lo creyó una temporadita, luego se le pasó. Se mesaba los cabellos mientras me decía. “Ahora vamos a tener una responsabilidad enorme, porque si firmamos y la empresa dilapida los bienes, hasta podríamos acabar en la cárcel por responsabilidad subsidiaria”. Eso pensaba el ingenuo Ramón, contrito y desangelado.
Entonces no sabia que iban a caer tantas empresas, que iba a quedar tanto trabajador en la calle, tanto cliente en la ruina, tanto profesional sin cobrar, tanto inversor a verlas venir, y todo  sin que ni una sola empresa auditora asumiera la más mínima responsabilidad.

Bankia salió a bolsa, vendió acciones, arruinó al país, obligó  al rescate, perdón, me refería al rescatito, ese que pagamos todos los españoles. Y todo eso con el beneplácito del Banco de España, de los responsables de pagar los gastos de los consejeros, de las empresas auditoras y de todos los expertos que cada día silbaban con más estilo y menos vergüenza. Y ahora, para arreglar tanto desatino, para que “Podemos” no de más la traca y les quiten votos, van y deciden hacer una ley que ponga en manos de los ciudadanos (mi vecina Dora, pongo por caso) los mejunjes que puedan hacer los políticos o los consejeros o el que pase por ahí, verbigracia pequeño Nicolás. Pues me dejan muy tranquila, la verdad. Y para comprobar la paz espiritual que han dejado los diputados con la Ley de transparencia, aconsejo ver el vídeo de Eduardo Maestre sobre la junta de Andalucía, sus presupuestos, las subvenciones y el meteorito. “Que caiga ya el meteorito” (largo pero impecable).

No hay comentarios: