Estos
políticos se creen que somos tontos, y lo más triste es que a veces lo
parecemos.
La
Ley de transparencia, pongo por caso, me parece una de las tomaduras de pelo más
gloriosa que he presenciado desde que me salieron los dientes.
Resulta
que va a ser mi vecina Dora, que cada vez que recibe las cuentas de la
comunidad le salen sarpullidos, la que va a decidir si los gastos de los
diputados, así, a mogollón, son
coherentes o adolecen de exceso. Todavía recuerdo la aflicción de su marido
auditor, cuando salió la ley que obligaba a responsabilizarse a los auditores de
las empresas que analizaban, auditaban y daban el beneplácito con su firma. ¡Pobre
hombre!, se lo creía. Bueno se lo creyó una temporadita, luego se le pasó. Se mesaba
los cabellos mientras me decía. “Ahora vamos a tener una responsabilidad
enorme, porque si firmamos y la empresa dilapida los bienes, hasta podríamos
acabar en la cárcel por responsabilidad subsidiaria”. Eso pensaba el ingenuo Ramón,
contrito y desangelado.
Entonces
no sabia que iban a caer tantas empresas, que iba a quedar tanto trabajador en la
calle, tanto cliente en la ruina, tanto profesional sin cobrar, tanto inversor
a verlas venir, y todo sin que ni una
sola empresa auditora asumiera la más mínima responsabilidad.
Bankia
salió a bolsa, vendió acciones, arruinó al país, obligó al rescate, perdón, me refería al rescatito, ese que pagamos todos los
españoles. Y todo eso con el beneplácito del Banco de España, de los responsables
de pagar los gastos de los consejeros, de las empresas auditoras y de todos los
expertos que cada día silbaban con más estilo y menos vergüenza. Y ahora, para
arreglar tanto desatino, para que “Podemos” no de más la traca y les quiten
votos, van y deciden hacer una ley que ponga en manos de los ciudadanos (mi
vecina Dora, pongo por caso) los mejunjes que puedan hacer los políticos o los
consejeros o el que pase por ahí, verbigracia pequeño Nicolás. Pues me dejan
muy tranquila, la verdad. Y para comprobar la paz espiritual que han dejado los
diputados con la Ley de transparencia, aconsejo ver el vídeo de Eduardo Maestre
sobre la junta de Andalucía, sus presupuestos, las subvenciones y el meteorito.
“Que caiga ya el meteorito” (largo pero impecable).
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