El día uno de julio compré un bañador de la marca Andres
Sarda en la tienda de Alicante “Freschezza”, y a los pocos días descubrí que el
bañador se deshilachaba, me había costado 103 euros gracias a las rebajas, ya
que su precio original era de 200. Lo llevé a tienda para que me diesen una solución y me dijeron,
ahora supongo que aguantándose la risa, que lo mandarían a fábrica para que los
peritos analizaran el motivo del deshilachado y que, dado que la fábrica estaba
en Bélgica, tardarían en darme una respuesta. ¿Pero qué satisfacción me dan a
mí para este verano?, pregunté. “Son nuestras normas”, respondieron.
Se me ocurrió pedir la hoja de reclamaciones y casi les da a
las empleadas un soponcio, o mejor la risa floja. No nos había pasado esto en
la vida, dijeron como si yo fuese un raro espécimen sin calidad ni elegancia
para adquirir una prenda en su establecimiento. Era cierto, no suelo gastarme
esa cantidad en un bañador, pero eso no evita que conociese o creyese conocer mis derechos, e insistiera
en rellenar la dichosa hoja de reclamaciones.
Y hasta aquí el talante de la tienda. A partir de aquí, el
talante de los encargados de velar por tus derechos:
De la oficina de consumo Ayuntamiento de la calle Mayor, me enviaron
a la oficina de la Generalitat valenciana de la calle Churruca, de allí, me
volvieron a enviar a la de la calle Mayor. Alicante de un lado a otro. No sé si porque les acabé dando pena o por otra razón, recogieron al fin mi reclamación
en la calle Churruca. El técnico escuchó
mi queja porque se lo pidió una compañera. Me dijo que la actuación de la
tienda era impecable, que están acostumbrados a que los móviles que se rompen
nada más ser adquiridos, también sean enviados a fábrica para evaluar, y que si la fábrica tiene “una buena capacidad
de autocrítica” acepta el defecto, pero que no suele ser lo normal. Lo normal
es decir que el usuario lo ha mojado o pisado y dejar a los usuarios con dos palmos de
narices. ¿Y ustedes?, pregunto intrigada ¿qué hacen con el consumidor? Ah,
nosotros no podemos hacer nada. ¿Pero no tienen peritos para comprobar? No, no tenemos.
No le pregunté para qué estaban, ni qué pintaban en la oficina de defensa al
consumidor por no faltar ya que tenía
todas las de perder, pero me entró un desasosiego tremendo.
Acabo de recibir una carta en la que me comunican que envían
mi expediente a la oficina de la calle Mayor porque ese trámite corresponde al
Ayuntamiento. El Ayuntamiento me dice que corresponde a Madrid porque yo resido
en Madrid. He regresado a Freschezza, he pedido el bañador despeluchado y he entrado en un bucle que me incita a
pasearme todas las mañanas de la calle Churruca, Generalitat valenciana, a la calle Mayor, Ayuntamiento y viceversa, con un bañador deshilachado en la
mano y pidiendo justicia.
Me llaman la loca del bañador ¿pero tengo razón o no?
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