Leer la prensa o ver programas de televisión de denuncia, da un poco de
miedo. Se le queda a uno la sensación de que vivimos en un país sin ley.
Mientras nuestros políticos se dedican a pensar, y pensar, y pensar qué van a
hacer con el referéndum catalán, nos encontramos con que los okupas entran como
Pedro por su casa en las urbanizaciones de Marbella, Cádiz y Huelva. Los propietarios
tardan una media de tres años en echarlos. Y lo malo no es que entren y se
queden tan panchos conectados a tu energía, tu agua y tu wifi, sino que no
entran solos, sino con perros, caballos, loros… No es raro que esto suceda
porque en Ibiza se ha puesto de moda alquilar camas plegables en una vivienda
hasta por setecientos euros. Los médicos, los empleados o los que necesitan
contratar para dar servicio a la isla, no pueden dormir allí porque sus sueldos
no se lo permiten. Y lo peor es que este desmadre se está ampliando a toda la
costa. No hay ningún organismo capaz de zanjar el asunto.
Los hospitales
cierran plantas porque han llegado las vacaciones, y como las ciudades costeras
duplican su población al doble o más, los enfermos tienen que pasar días en
sillones hasta que quede una cama libre.
El otro día fui a visitar a un familiar a una plata en la que la mayoría han sufrido ictus cerebrales, la acompañante
se quejaba de que se estaba escociendo porque no iban a limpiarla. Solo de
imaginarlo me puse muy nerviosa y salí a ver lo que ocurría. “Señora, escocidos
están todos. Somos dos para atender a toda la planta”.
A un amigo que se quedó atrapado en un atasco, se encontró con que le
abrieron la puerta del coche y le pegaron un puñetazo. Así, sin mediar palabra.
Cuando fue a poner la denuncia, le aconsejaron que no la pusiera porque el
agresor iba a salir libre enseguida, y como ya era conocido, lo mismo lo
perseguía hasta los confines de la tierra con tenacidad de elefante enfadado.
No hay suficientes jueces para aplicar la ley, no hay voluntad para endurecerlas y evitar los desmanes, no hay suficientes funcionarios que
eviten los alquileres ilegales, no hay políticos que luchen contra la desidia de
los bancos en las casas embargadas. Las leyes están anticuadas o no resuelven
en poco tiempo, es garantista hasta la saciedad, y empieza a ser más rentable
aprovechar los huecos de la ley que intentar denunciar. Es mejor okupar que
alquilar, por lo menos te sale mejor el veraneo, oye, y si caes enfermo y no
hay personal suficiente para que te atiendan, amenazas al sanitario de turno y seguro que se espabila y te cuela. Total, no te van a denunciar por si luego te da por
perseguirle.
Parece que todo funciona a las mil maravillas y que a ti no te va a pasar
nada. Pero si no te apuntas al vandalismo es mejor rezar a Santa Rita aunque no
seas creyente.
Estamos muy preocupados viendo cómo los políticos se pelean para conseguir
votos, para sacar adelante un referéndum que no hay por dónde cogerlo, y no se
preocupan de encarcelar a nadie, ni de pedir cuentas a los encargados de que la
ley se cumpla. Porque mientras piensan en cómo hacerlo, el país se va a pique.
Sí, pero todavía no estamos como en Venezuela, dirá alguien. Tenemos papel
higiénico.
Creo que, o se exigen responsabilidades o esto se desploma.
Mi peluquero dice que él conoce a un sicario. ¿De verdad eso va a ser lo
único que al final nos quede?
Lo peor es que nos estamos acostumbrando. A todo se acostumbra uno.
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