La
ultima vez que quise operarme de desviación de tabique, intentaron convencerme
de que me retocara de paso el tabique nasal y me cambiara la nariz. Bueno, la
verdad, intentarlo lo han intentado muchas veces. He pasado por la oferta de
nariz respingona muy a la moda de los ochenta, a todo tipo de variantes. Cada
vez que me acerco a un cirujano para poder respirar sin hacerme hueco con las
manos, mira mi nariz y opina.
La
última vez fue de las más impactantes. El cirujano quería, ya no que me retocara
el tabique nasal, sino que me afinara la punta, la dejara lisa y tiesa desde el
origen a su desembocadura. Algo que no
acababa de ver. Lo cierto es que era mejor que la nariz respingona y hundida
por el centro ochentera, pero lo de el
afilamiento... No sé. La verdad es que decidí pensármelo. Y menos mal que lo
hice, porque unos días más tarde llegó la primavera al Corte ingles y con ella
cuatro modelos que ocupaban todo el panel del edificio de Castellana con sus
vestidos primaverales e iguales narices, las cuales coincidía con el modelo que
me proponía el cirujano.
Me
asusté y alegré a un tiempo. Me hubiese sentido muy descolocada si hubiera
entrado en el trabajo con la nariz de las cuatro modelos que anunciaban la llegada
de la primavera y claramente observables desde todas las ventanas exteriores
del nuestro edificio. Porque, aunque hubiésemos compartido nariz, no habríamos compartido
estética, mas que todo por la diferencia de edad, años, kilos, estatura e impronta. Hubiese sido como
un Mister Potato con nariz colectiva y globalizada.
Ha
pasado bastante tiempo desde entonces, y cada vez respiro peor. Le he comprado
en los chinos un artilugio que me separa los orificios nasales para permitirme
la entrada y salida del aire por las noches. He vuelto a pensar en operarme,
pero es que ahora ya no se lleva tener nariz recta, ni respingona, ni aplanada
por los polos, ahora se lleva un pegotito inverosímil en el centro de la cara.
En cuanto te pones de lado, es como si desapareciese o como si solo tuvieras un
grano enquistado desde la adolescencia.
La
verdad es que como estoy perdiendo el olfato podría prescindir de ella, el
único problema es el de respirar que es el que me tiene a mal traer de toda la
vida. Estoy esperando que desaparezcan de un plumazo la moda de llevar nariz para hacerme una especie de lifting colectivo
y esperar a que llegue la primavera. A lo mejor así consigo recuperar el olfato;
mal asunto para viajar en metro pero bueno para evitar que se me queme el
cocido.
Toda
una vida empantanada con la nariz, y
todo por las modas. ¡Qué mala suerte!
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