sábado, 29 de marzo de 2025

EL KIT DE LA GUERRA

 

                                 


 

 

 

 

 

 

La tía Aurelia me llama para que le diga qué debe meter en el kit de primeros auxilios. Ella es muy de guardar y tiene recopilados periódicos de la guerra civil española. Le he dicho que, mira tú por dónde, son útiles en estos momentos,  y que si los lanza a redes se viralizan. Pero no sabe de qué le hablo y continuamos con el kit.

Por mucho que hayamos evolucionado, como los primeros auxilios de los neandertales, ninguno, le explico. Ellos no hablaban de física cuántica para sobrevivir, ni falta que les hacía. Eran homínidos prácticos. Con dos piedras y paciencia, ya tenían su kit. Nosotros es que necesitamos un montón de cosas.

 Aurelia es una Diógenes ordenada, agrupa los periódicos por años o por sucesos, depende del día. Algunos, incluso por asesinatos, los más cruentos primero, pero mantiene un orden caótico por lo que no puede pretender que yo le aconseje.

Cuelgo el móvil pensando que la he convencido, pero no. insiste. Dice que en la tele ha salido un hombre que aconseja meter en el kit seis vendas. Eso supone que me voy a lesionar seis veces en setenta y dos horas y por tanto, también necesito agua oxigenada, betadine y alcohol.

No creo que te lancen los rusos tanto misil, ya sería mala idea, le animo

Eso digo yo, con una venda  y unas tijeras me apaño.

Agua embotellada, mínimo 5 litros. Yo no bebo tanto, y para la guerra no me pienso dar un baño de espuma, me explica. ¿Y las barritas adelgazantes? las veo  una frivolidad. Ah, y una radio de pilas. Pero si eso ya no lo tienen ni los nonagenarios. Bueno, le digo, pero te sirven para la linterna.

Yo no uso linterna, uso la del móvil, me dice convencida, le explico que no habrá móviles porque no son elementos bélicos y nos los confiscarán. Se enfada. O sea que no podremos hablar mientras llega la invasión. Pienso que no, además eso sí es una frivolidad. Pues, qué quieres que te diga, lo haría mas llevadero. Asegura  que no piensa jugar al Candy Crush, en esos momentos tan luctuosos, pero que sí comprará papel higiénico como en la pandemia... De pronto nos acordamos de la pandemia y cambia nuestro humor. Me pregunta que cuántos se forraron con la nimiedad de las mascarillas. Yo continuo a lo mío a ver si la despisto: combustible, cerillas, un hornillo para hacernos una fabada asturiana. Quizá la fabada desdramatice el instante, le insinúo para sacarla del recuerdo del Covid19 y las ventajas de aislarnos.

Le propongo de pronto que tire a la basura los periódicos del asesinato de Kennedy, que haga hueco para las mochilas de salvamento. Aunque una muda sí, por si te sacan entre los escombros con las bragas agujereadas. Sería una vergüenza familiar. Mientras le hablo, ella continua con las ganancias de los políticos y adláteres en la pandemia. Trato de desviar de nuevo su atención. Le hablo de las latas que debe apilar en la despensa: de espárragos mejor que de anchoas. Las de anchoas dan sed y los barriles de agua se acaban antes.

 Continuo con los avíos para no pasar hambre y ella dice que no, que nos la están colando de nuevo. Que sí, Aurelia, que lo importante es no pasar necesidad mientras nos devastan los drones cargados de proyectiles. Un hornito con botella de gas, dos sartenes, una lupa. por sin se cuela una mosca en la fabada, tijeras, bobina de hilo de varios colores, por si te sale un agujero en el calcetín de pronto. Un libro largo, “En busca del tiempo perdido” de Proust, por ejemplo.

Se le pone la voz triste y dice que es todo mentira, que lo que quieren es asustarnos para que gastemos en defensa lo que necesitamos para salud y educación, y repartírselo ellos, como ya hicieron con la pandemia.

Me quedo pensando y asiento, pero no me ve porque hablamos por el móvil.

Hemos llenado tres paginas de necesidades con letra pequeña e interlineado sencillo y no tenemos ni para empezar.

 


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