
Le han dado el premio Cervantes a Juan Marsé. Me parece bien, aunque al escuchar su nombre no puedo evitar acordarme del revuelo que se armó cuando le dieron el premio Planeta a María del Pau Janer.
Tengo una enorme empatía y en cuanto presencio una humillación pública, lo paso fatal, como si me la estuvieran haciendo a mí. Es duro eso de la empatía porque no solo se deben portar bien conmigo sino también con los que me rodean. Por eso no me gustan las “pelis” violentas, esas en las que el malo es torturador y la sangre corre a borbotones. A mí, no sé cómo explicarlo, hasta me duelen los puñetazos del Far West. Y si a uno le arrancan un ojo, inmediatamente me sale un orzuelo. Es un mal rollo tener empatía, muy malo. Y no quiero ni contar lo que ocurre cuando la “peli” va sobre los campos de exterminio. Entonces ya es que adelgazo por ósmosis.
Pero a lo que íbamos, Mari Pau me da lo mismo, ni siquiera he leído nada de ella. Sé que es periodista y que eso da salida a sus novelas y pasta a las editoriales. Un negocio “cultureta”, vale. Pero el revolcón que le dio Marsé a la pobre chica me dolió en el alma. Tuve que apagar la tele y todo. Porque ganar un planeta con las consecuencias económicas y mediáticas que ello implica, y que te lo chafen, es terrible.
Sí, ya sé que ningún escritor que se precie lo debería ganar teniendo en cuenta la catadura de los premios (según Marsé, claro) que por cierto, fue ganador del Planeta 1978, igual que Cela con sus Planeta, Nobel y Cervantes.
Tengo una enorme empatía y en cuanto presencio una humillación pública, lo paso fatal, como si me la estuvieran haciendo a mí. Es duro eso de la empatía porque no solo se deben portar bien conmigo sino también con los que me rodean. Por eso no me gustan las “pelis” violentas, esas en las que el malo es torturador y la sangre corre a borbotones. A mí, no sé cómo explicarlo, hasta me duelen los puñetazos del Far West. Y si a uno le arrancan un ojo, inmediatamente me sale un orzuelo. Es un mal rollo tener empatía, muy malo. Y no quiero ni contar lo que ocurre cuando la “peli” va sobre los campos de exterminio. Entonces ya es que adelgazo por ósmosis.
Pero a lo que íbamos, Mari Pau me da lo mismo, ni siquiera he leído nada de ella. Sé que es periodista y que eso da salida a sus novelas y pasta a las editoriales. Un negocio “cultureta”, vale. Pero el revolcón que le dio Marsé a la pobre chica me dolió en el alma. Tuve que apagar la tele y todo. Porque ganar un planeta con las consecuencias económicas y mediáticas que ello implica, y que te lo chafen, es terrible.
Sí, ya sé que ningún escritor que se precie lo debería ganar teniendo en cuenta la catadura de los premios (según Marsé, claro) que por cierto, fue ganador del Planeta 1978, igual que Cela con sus Planeta, Nobel y Cervantes.
Pero en fin, y sin que salga de aquí, creo que se me enamoraría el alma si me sorprendieran con cien quilitos de las antiguas pesetas (que tampoco entiendo muy bien a qué viene eso de “antiguas”, como si hubieran nuevas pesetas) pero eso ahora no viene al caso. Lo que quiero decir es que ese premio Planeta que supone escaparates atestados de ejemplares, colas a rebosar de lectores, y libros envueltos en bandas de general, no le sirvió de mucho. Porque Mari Pau, lástima de hija, tuvo que soportar, con el premio y los aplausos recién extrenados, el rapapolvo de un Marsé recién caído del guindo planetario, e indignadísimo ante el ataque que se le había hecho a la buena literatura, la que se escribe con mayúsculas y letras doradas. Una obra de ínfima calidad, decía mientras se rasgaba las vestiduras después de haber sido jurado un montón de veces y no desconocer el asuntillo.
La verdad, movía a compasión: Mari Pau llamando vejete a Marsé, y Marsé tembloroso e indignado, afianzándose en la injusticia y en la literatura espoleada.
Hoy es él el homenajeado.
Te deseo suerte, Marsé, y espero de corazón que nadie te estropee tu merecido premio.
La verdad, movía a compasión: Mari Pau llamando vejete a Marsé, y Marsé tembloroso e indignado, afianzándose en la injusticia y en la literatura espoleada.
Hoy es él el homenajeado.
Te deseo suerte, Marsé, y espero de corazón que nadie te estropee tu merecido premio.