lunes, 21 de septiembre de 2009

COLAS



Tengo una fobia. Es una fobia rara, inhabitual. No puedo soportar las colas. Según mi psicólogo eso debe ser porque de pequeña me debió pasar algo en la cola de un cine, y lo he olvidado. Es que él es muy freudiano y todo lo lleva a la más tierna infancia. Aunque yo reconozco que no es habitual, porque a la mayoría de gente le vuelve loca. Es más, si ven una cola les entra un gusanillo de curiosidad que les impele a ponerse al final y luego preguntar.
No vi la Expo de Sevilla por no hacer colas. No he visto la exposición de Sorolla, por lo mismo, ni la de Velazquez. No sabe usted que hay cuadros de Sorolla que nunca más volveremos a ver, que son de colecciones privadas. Es cierto. Pero lo entendería si el que me lo dice es un gran aficionado a la pintura, si entiende, si la disfruta. Pero ¿cuántos visitantes saben de verdad lo que están viendo, lo que significa esa luz, ese brochazo, ese color, esa estructura, esa composición? Y si eso fuera así, sería estupendo, un país de gente sensible y culta que hubiera desechado ya Gran Hermano, a María Teresa Campos, y los programas de cotilleo.
Que a mí no me la dan, hombre, que Belén Esteban o Sorolla.
Me pierdo cosas, es cierto. Si tuviera paciencia y ganas de echarle horas de pie, podría estar tan al día, contarlo a todo el mundo. Decirles que me anonadé viendo al Cristo de Velázquez, como le pasó a una señora a la que le preguntaron en Televisión si le había gustado la exposición itinerante de Velázquez, y contestó que sí, que sobre todo el Cristo. Qué bonito el Cristo, madre mía. Solo por eso merece la pena el tiempo de espera, dijo. La pobre no sabía que el Cristo está en el Prado desde tiempo inmemorial, y que no hacía falta esperar tantas horas a la intemperie, ni una exposición itinerante para poder verlo, que se puede ver cualquier día sin excesivo problema. Pero es que el Cristo sin cola, es como si ya no tuviera tanta gracia, ni fuera tan velazqueño, ni tan antiguo. Porque ir al museo Sorolla un día cualquiera, así, sin más, es hasta aburrido, oiga, porque ahí no va casi nadie. Y en un lugar dónde no hay nadie, donde no se forma una cola en condiciones, es como si se perdiera el tiempo, como si se viera algo sin valor. Y es que hoy el valor nos lo dan las cifras y las colas. Sobre todo, las colas. Si no que se lo digan a todos esos que se pasaron la noche en blanco haciéndolas para que les repartieran un globo, para que les hicieran un dibujo, para que les dejaran tocar en la orquesta de botes que montó el Corte Inglés. Colas para ver las cocinas del Palacio de Oriente y para visitar la Casa de la Moneda, colas para entrar en el Banco de España o en el Círculo de Bellas Artes. Colas para cenar en la Finca de Susana o para tomar una copa en el hotel de Las Letras. Colas y más colas. De todas formas, las mejores, las que más me fascinan son las que se forman en la puerta del metro para conseguir bollitos de chocolate o sobrecitos de Nescafé gratis. Eso sí es pasión.

9 comentarios:

Otro mundo mejor es posible dijo...

Quizás pueda ayudarte...Una vez leí en algún libro de psicología de mi madre que se había hecho un estudio sobre la gente que hace cola. El porcentaje de personas con depresión haciendo una larga cola es altísimo. Los que no pueden ni hacerla son personas más bien ansiosas (dependiendo de la magnitud de la espera)..seguramente tampoco puedes sentarte en una silla en una habitación vacía, en silencio, sola, durante horas...
es bonito conocerse a uno mismo, no?

saludos!

Otro mundo mejor es posible dijo...

por cierto...escribes muy bien

leo dijo...

Me pasa como a ti. Detesto hacer colas, me entra como ansiedad, como si no fuera a llegar nunca.
Lo de la noche en blanco era demencial: algunos llegarían a la puerta del museo o lo que fuera justo a la hora de cerrar.
Besisssssssssss

carmen dijo...

Es cierto, soy ansiosa. Pero lo que más me gusta es sentarme en una habitación sola ¿durante horas...? No,quizá tan solo durante algunos minutos, con los ojos cerrados, respirando. Solo respirando. Pero aún así, tiene razón el libro de tu madre.
Gracias.

carmen dijo...

Leo, a lo mejor deberíamos aprender a hacer colas y tomar apuntes para nuestros escritos, que por lo que veo van de capa caida.
Este invierno hay que ponerse las pilas. ¿Eh?

NIck dijo...

hola carmen
tienes razón como que una cola le da sentido a lo que queremos obtener si no hay cola no hay gracia, hay mucha gente que asiste o hace cola por el simple hecho de figurar y eso como que le quita un poco de mérito, personalmente yo no me llevo bien con las colas no me gustan prefiero ir muy temprano para ser uno de los primeros,ahora he hecho colas si por necesidad esas si me las chanto por que la haces con amigos o encuentras algo agradable para hacerlo por lo demás por mi modo de ser también me he perdido varios "cristos" por no hacer la cola.

bueno un abrazote
cuidate mucho.

Unknown dijo...

Yo me lo pasé pipa la noche en blanco. Me quedé en mi casa intentando desbloquear la novela que estoy escribiendo, y de vez en cuando se me iba la cabeza y pensaba en cuánto zulú estaría haciendo colas delante de los museos.¡ay que ser zoquete!
Pero en fin, querida Carmen, esto es Celtiberia show business, ¡pasen y vean!
Y al día siguiente, en un montón de programas de radio, diciendo que había sido un éxito. !joder, joder!
Besitos

carmen dijo...

Nike, es buena medida esa de llegar pronto para no hacer cola. Lo que pasa es que a veces jhy que llegar prontiiiisimo.
Un beso
Mira, Angel la mejor forma de pasar una noche en blanco es desbloqueando novelas. Lo tendré en cuenta la proxima jarana en la que nos intente meter el Alcalde.
Por cierto ¿es también historica?

Unknown dijo...

Hola otra vez!!
qué va! No tiene nada que ver. Es un cambio bastante radical.
Eso sí, vuelve a se en primera, y esta vez, el prota es un niño de seis o siete años. Me lo estoy pasando muy bien. Pregúntale a Leo o a Cris, para más detalles, jaja.
Besotes