lunes, 21 de marzo de 2011
UNA DISCRETA SOMBRA
No soy una llorona de esas que se consuelan en el hombro de cualquiera. No voy de acá para allá dejando mi huella de rimel corrido porque me hayan abandonado.
Yo, hasta ahora, hasta ayer mismo, era una sombra discreta, de largas piernas y andares armoniosos. Una sombra lo que se dice educada, hecha para pasar desapercibida, para seguir a mi amo. ¿Qué me arrastro por las esquinas? Sí, es cierto, está en mi naturaleza. Pero jamás saco los pies del tiesto. He vivido hasta ahora por él y para él. Ese ha sido el problema, que sabía que siempre me tendría, que conmigo nunca iba a tener problemas de engaños ni abandonos. Me sabía segura, y por eso me maltrataba.
En cuanto encendía la luz, yo estaba allí con su güisqui en al mano, esperándole. Nunca le eché en cara lo tarde que llegaba a casa, ni las manchas de carmín en su solapa, ni sus malos modos. Cuando se despertaba por las mañanas, ya estaba yo, aseada y fiel, acariciando sus pies, poniendo pagamento en sus zapatos, no fuera a despegarme por cualquier recoveco. Lo acariciaba, lo precedía en ocasiones para que no se hiciese daño. Me escondía tras las esquinas y luego aparecía en todo mi esplendor para sorprenderle. Me dejaba llevar sin rechistar a donde él quisiera, que yo en eso jamás me metí.
Es cierto que a veces se lo decía, pero no era verdad, esas cosas se dicen cuando una está muy enfadada; “Si no te gusto te buscas a otra, que sombras hay muchas”.
¿Pero quién no ha dicho algo así pensando que si llega el momento será capaz de hacerlo? Son cosas que se dicen cuando estás enfadada. No sé, no hay por qué tomárselas al pie de la letra.
Estaba segura de que había otra, mi inconsciente me lo decía, pero no lo quería oír. Los hombres no se van nunca solos, solos no se aclaran. A ver qué va a hacer un hombre sin sombra. Buscan antes el relevo. Y mira que me lo dijo veces mi madre. Síguele, no lo dejes solo ni un minuto. Y eso que ella era sombra de árbol, y esos si que son tranquilos y fieles, dónde se van a comparar.
El caso es que aprovechó la oscuridad de la noche para pegármela.
Me lo contaron ayer.
-Mira, chica, olvídalo. No se lo merece. Hay otra y es una sombra excéntrica, de color rosa chicle con retoques de fantasía.
-Ese color no es natural -le he explicado esta noche, cuando ha venido a recoger su ropa-. Esa tía está recauchutada, ha pasado por el quirófano. ¿O es que te vas a creer que hay alguna sombra rosa chicle en este mundo?
Pero él se ha reído. No parece el mismo.
-Tú si que eres una auténtica sombra; oscura y patética. Una sombra como las de antes, que se arrastran por el suelo y se pegan con pegamento a los talones.
Ha sido de una crueldad desmedida.
Por eso estoy aquí, bebiendo, en un bar de mala muerte, bajo la luz tenue de una bombilla de larga duración, esperando que pase alguien, quién sea. Necesito pegarme a sus pies y seguir siendo sombra. ¿Qué otra cosa puedo hacer?
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
9 comentarios:
Bufffff, me hierve la sangre.
Sombra eres "et in sombra reverteris" o algo así. Lo dicen el miércoles de ceniza al ponertela, Leo.
¿De veras puede uno cambiar de sombra? Porque si alguien tuviera mala sombra, mira, sombra nueva y a juir. Y en cuanto a esta pobrecita sombra... Bueno, bueno, que la fidelidad y unos vasos oportunos de whisky tampoco lo son todo en esta vida. Habría que ver si no era un sombra umbría y apagada, aburrida y previsible...
Besos.
Quizá tengas razón, Sir. Nada peor que lo previsible, apagado y común. Nos quedamos con la sombra rosa.
No sé, no sé, tampoco la rosa me convence... Andar sin sombra y, eso sí, rodeado de buena gente sin sombra, casi lo mejor...
Pues no me dio de pronto pena de la pobre sombra, tan conservadora ella pero tan indefensa... Ay, uno nunca sabe...
Después de leerte en Blog, ver las entrevistas sobre tus libros, verte la cara, verte hablando y, en fin, después de "verte", no me cabe duda de que ha sido un acierto del destino que lograras quitarte de encima a ese tipo, por mal que lo puedas estar pasando. Vendrán otros para los cuales serás sombra querida, amada y alta sombra.
Que así sea.
Gracias, Cisne, por tu ánimo. Por ahora, y toco madera, no me ha tocado ser sombra. Es un relato metafórico. Espero que no me ocurra porque creo que todos, en algún momento, hacemos un poco de sombra.
Me encanta tu blog.
carmen
efectivamente, Carmen, al final, uno no puede dejar de ser lo que es.
Al fin y al cabo las novelas y todo eso no son nada más (y nada menos)que historias de sombras, ¿no es la ficción una sombra de la realidad?¿o al revés?
besos
ángel
Tienes razón, Ángel la sombra habla sola.
Publicar un comentario