domingo, 25 de septiembre de 2011

CRISIS


La verdad es que me cuesta entender todo este caos económico que nos envuelve. Me levanto por la mañana pensando en los griegos. Enciendo la radio y escucho a un locutor que sin aspavientos, con el mismo tono que nos da el parte meteorológico, nos cuenta que el gobierno griego no va a poder pagar las nóminas de los funcionarios, ni de los pensionistas el mes que viene. Me entra un frío que me tengo que echar un edredón a pesar de que el termómetro marca treinta grados. Imagino a padres de familia, ancianos, enfermos. Todos ellos sin paga, deambulando por las calles. Toda una vida trabajando para eso. No se pagarán los alquileres, ni las hipotecas, no se fiará en el súper. Pero el locutor lo dice así, sin más, como si nos contará el partido del domingo.
Me asomo a la ventana, la gente se dirige a su trabajo como todos los días. Todo continúa igual. Las emisoras no emiten música sacra. Nos hablan del tráfico en la carretera de La Coruña, del calor tan enorme que va a hacer a medio día, de la llegada del otoño. Nos cuentan lo indignados que están los catalanes con las corridas de toros, con el tribunal constitucional, los maestros con el recorte. No se han enterado todavía de que nos vamos a pique en catalán, en castellano y en euskera, que no importa las horas que trabaje un maestro porque no le piensan pagar. No importa lo que deban a un laboratorio farmacéutico, ni a un profesional, porque tampoco le piensan pagar.
No hay dinero, oiga, que nos lo hemos gastado, nos dicen. Y se fuman un puro.
Nos gusta pensar que Grecia es otra cosa, algo lejano, como Mozambique.
Me pregunto si todavía estoy dormida, si estoy soñando que vivo en un juego de ordenador, algo virtual en el que pasan cosas horribles pero que puedes apagarlo cuando quieras. Y en mi sueño virtual escucho una voz en off que sale de una empresa de calificación, una Moodys cualquiera, y dice que la prima de riesgo en España va de ala. Y como consecuencia de esa frasecita, se desploma la bolsa. ¿Por qué no hacen callar a esos “gaforros”, esos calificadores de pacotilla que no hablaron cuando debieron hacerlo?
Nos riñe Merkel, nos riñe Obama, pero no pasa nada porque parece ser que nos van a ayudar los chinos. Dicen que para qué quieren fabricar tanto si no va a quedar nadie para consumir.
Tiene que haber un culpable, miles, millones. Personas que no tomaron las medidas adecuadas en el momento adecuado, seres responsables de la que se nos viene encima.
Entro en el metro, miro las caras de la gente; unos leen, otros juegan con el móvil, otros duermen.
Pocos miran las caras de la gente, pocos piensan en Grecia. Es mejor no pensar.

4 comentarios:

Sir John More dijo...

Digamos que el optimismo no proviene siempre de una visión alegre y confiada del mundo, sino que a veces surge como única salida al terror, al terror de comprobar que la codicia del ser humano ha ido muchísimo más allá de los límites, mientras todos nos entretenemos con divertidos programas televisivos. El edredón nórdico y de los buenos, Carmen... Texto certero donde los haya. Besos.

leo dijo...

Yo tengo miedo, Carmencita.

Unknown dijo...

Sí, Carmen, no deja de ser curioso cómo pasamos los días absortos en nuestras cosas, ajenos a la calamidad cercana, caminando, poco a poco, hacia el barranco, con la más absoluta indiferencia.
Conozco relativamente bien el sector bancario, y lo que se barrunta es negro, negro, negro.
Lo que más gracia me hace es estos políticos que dicen "hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y ahora toca ser más pobres" y yo me pregunto, ¿cuándo fue eso?¿cuándo viví por encima de mis posibilidades?. Luego miro a mi alrededor y me detengo en la gente que conozco bien y está en paro o menos de mileurista (bastantes) y me pregunto ¿y éstos?¿cuándo vivieron estos por encima de sus posibilidades? Los conozco bien y no se me ocurre cuándo pecaron.
Y lo peor de todo es que no hay justicia y los culpables siguen a golpe de solomillo y Muga Gran Reserva.
Menos mal, Carmen, que a nosotros nos queda el mundo de la imaginación. A veces me dan ganas de no salir de él ¡estoy tan guapo!
besos

carmen dijo...

Sir, confío en que al final todo haya sido un mal sueño y el edredón me aísle de tanto chorizo.
Leo, no tengas miedo, siempre nos quedaran los chinos trabajan doce horas. ¿Digo doce? veinticuatro.
Ángel, qué verdad más verdadera. Quién ha vivido por encima de sus posibilidades ¿nosotros o ellos? ¿Quién, pagará el pato?