sábado, 21 de enero de 2012

¿LO DICEN EN SERIO?





Hace tiempo que barruntaba que vivíamos una realidad virtual y que se desmoronaría en cualquier momento. Que íbamos a salir a la calle y nos encontraríamos con el escenario plegado, sin calles, sin coches, que no habría nada ni nadie. Lo dije en otra entrada, pero en el fondo deseaba que fuesen cosas mías.
La primera vez que sospeché algo así fue el día que me atracaron en un cajero. Estaba en una calle concurrida, las aceras eran estrechas y los coches estaban atascados. Sin embargo me atracaron. Un chico me sacó una navaja, me pidió el dinero que salía de la ranura y se marchó tan campante. Nadie, ni un solo conductor, movió un dedo por mí, ni siquiera para darme ánimo cuando el atracador se había marchado.
Unos días más tarde se prendió fuego una papelera en el metro. No funcionó el teléfono de seguridad, el extintor de incendios estaba caducado, y el problema acabó cuando un operario encontró una regadera y soltó el agua.
Ya obsesionada con la cantidad de mentiras que iba descubriendo cada día decidí apretar la alarma del ascensor para comprobar si era real o virtual, sonó un suave zumbido de abeja que no fue escuchado por nadie y que confirmó mis sospechas.
Es por eso que cuando me enteré de que el “Costa Concordia” había encallado, que el capitán salió por pies, que las mujeres y los niños fueron los últimos, que no sabían bajar las lanchas y que a los viejecitos les robaban el chaleco salvavidas, comprendí que mis temores eran ciertos: estamos vendidos.
Compramos participaciones preferentes de un banco y, de pronto, por arte de birlibirloque, nos quedamos sin nada; bonos asegurados que se volatilizan sin más, planes de pensiones que adelgazan, hipotecas que engordan. Nuestra prima de riesgo sube y baja en el tiempo en que tardas en comerte un “bocata”. Y lo que es peor, en este momento, con la que está cayendo, el único que se encuentra en arresto, y domiciliario, es el capitán del “Costa Concordia”.
Antes ocurrían cosas como esas y se tapaban, ocultaban. Se choriceaba en la trastienda, en los bajos fondos, en la oscuridad. Ahora ocurren a plena luz del día, se cuentan a cuatro voces, salen en los medios de comunicación, conocemos nombres, apellidos, direcciones, números de teléfono. Vemos sus caras sonrientes, conocemos las mil y una forma de “trincar”, sabemos cómo se montan sociedades interpuestas, cómo y quienes se llevan el dinero a paraísos fiscales. Nos lo cuentan todo. Eso sí es verdad. Pero no pasa nada, nada de nada. Todo lo más, nos anuncian que, a lo mejor y con suerte, va a salir una ley para exigir responsabilidades a los políticos que se “empufen” mas de la cuenta. Quiero decir, que usan nuestro dinero para hacer “mangas y capirotes”, dejarnos en el “chasis” y subirnos los impuestos.
¿Cómo? Perdone, pero es que no le he debido entender bien. ¿Me está queriendo decir que no existían esas leyes? ¿que una comunidad puede gastar lo que le salga de las narices, dejar de pagar sus deudas, empobrecer a todos los ciudadanos, y aquí paz y después gloria? ¿Es que los interventores, las leyes de contratos del estado, el Banco de España y todas esas zarandajas, no eran más que parte del decorado como el extintor del metro, el timbre del ascensor, y los botes del “Costa Concordia”?
¿Me lo están diciendo en serio?

3 comentarios:

Unknown dijo...

sí, Carmen, sí que hablan en serio. Y además se lo creen. Y nosotros también. Se han creído que somos tontos. Y tienen razón.
Para mí la crisis económica es una broma al lado de la crisis moral que la ha generado, pero como a la gente sólo le importa la pasta pues ellos desvían la atención con leyes aparentemente revolucionarias pero que no son más que puro sentido común. Seguro que con las leyes actuales hay motivos de sobra para meter en la cárcel a muchos políticos.

Sir John More dijo...

Buenoooo, y mucho más, Carmen. Lo de meter a los responsables públicos en la cárcel no es exactamente como tú lo cuentas. No se trata de meter al caradura que con la capa pública se hace un sayo o un traje particular, no; de lo que se trata es de meter entre rejas al responsable público que se le ocurra mantener los servicios sociales y esenciales para los ciudadanos, entrando en un déficit necesario, pero que a banqueros y potentados ahora no les interesa. Sólo porque los períodos de crisis son un arma que Estados Unidos y el resto del mundo anda usando desde hace ya unos decenios para conseguir rebajarle los humos a la población. Los humos del bienestar, claro... Qué poquita solución le veo yo a todo esto con el borreguismo social que padecemos... Joé, fíjate cómo veré la cosa que me dan ganas de leer a Marx...

carmen dijo...

Angel y Sir, estoy segura de que asistimos a un momento histórico.
Algún día se hablará de la degradación que existía en el 2012 y alrededores. Si no es así, mala señal.