sábado, 24 de marzo de 2012

EL HUMOR EN LA LITERATURA





Me han pedido que de una clase sobre el humor en la literatura.
La verdad es que no se me ocurre por dónde empezar. Ha venido a mi memoria la tarde que descubrí en el despacho del padre de una amiga: “La enciclopedia de la simpatía”
El padre de mi amiga era un entierro de tercera y además borde. Antes de bendecir la mesa se tiraba una hora recordando a los difuntos, para darle fuerza al cocido, supongo.
Abrí uno de los ejemplares aprovechando que estaba sola. Se trataba de enseñarte a hacer papiroflexia, contar chistes, hacer juegos de manos, sombras chinescas etc. Me pregunté en qué momento de sus reuniones haría callar a todos para poder desplegar semejante profusión de actividades lúdicas. ¿Sería después de la cena?, ¿al terminar de merendar?, ¿antes de jugar una partida de cartas o nada más llegar a la reunión?
Aquello me supuso tal impresión que cada vez que imaginaba al padre de mi amiga con el bigote hacia abajo, las gafas caídas y la voz gritona enfrascado en su simpatía de papel, se me ponían los pelos de punta, o el vello erizado, que es otra forma mucho más cursi de decirlo.
Hace un momento, un hombre medio moreno y medio mayor me ha cerrado la puerta del ascensor en las narices, he imaginado cómo recibiría que le regalara un tomo de “La enciclopedia de la simpatía”. Y es que lo que no se tiene no se puede enseñar. La risa, el buen humor, la ironía, el doble sentido y la broma están en nuestra naturaleza, como lo está el carácter, la manipulación, la mano izquierda y la picardía.
“No se ahogue usted en un vaso de agua” se titulaba un libro que me compré una tarde por si acaso.
Pero vamos a ver, si nací inmersa en un vaso de agua, si cualquier cosa que ocurre se agranda y agranda hasta adquirir dimensiones XXL. Cómo por leer en un libro: “No hay mal que cien años dure”, voy a lograr echarme a la espalda el mundo y sus vicisitudes. Pues no ves que no. Todo lo más, buscaré el humor, le daré la vuelta, y a lo mejor logro reírme un poquito de mí que es lo único que me consuela. Cada uno buscará sus resortes para tirar adelante sin tanto libro de autoayuda ni tanta zarandaja.
Que no se puede enseñar el humor como no se puede enseñar a ser simpático, ni a tener amigos, ni a influir en las personas, ni a echarte el mundo a la espalda, ni nada de nada.
Pero a lo que íbamos ¿Qué les digo yo ahora del humor en la literatura?
¿Que no es un genero menor?, ¿que lo que pasa es que el que no lo tiene lo degrada por puro resentimiento?
Se va a notar mucho.

2 comentarios:

Sir John More dijo...

Uf, qué marrón... Una ayudita: Los viejos marineros, de Jorge Amado. Un beso.

carmen dijo...

Gracias Sir, te lo agradezco. Mañana lo busco.