viernes, 7 de junio de 2013

LAS GAFAS DE LA AUTOCOMPLACENCIA


                                                        
 



En la calle Mayor, cerca del pasaje de Hontares, acaban de abrir una óptica en la que venden las gafas de la autocomplacencia. El dueño es un hombre enjuto y pálido, de mediana edad y divorciado. Dicen que las inventó el abuelo de su abuelo…, pero en realidad, el único capaz de patentarlas, de sacarle provecho y de conseguir darles una envoltura de  honorabilidad, ha sido  él.
Las empezó a diseñar en su versión original cuando  su mujer descubrió que no solo  la estaba engañando, sino que llevaba un doble juego entre una de sus  amigas y ella. Fue entonces, en aquella época ya lejana, cuando empezó a distorsionar el cristal, hacerlo cóncavo o converso, según se dieran las circunstancias. Consiguió decir sin que se le quemara la lengua,  que había sido ella y solo ella, la que lo había llevado a esa situación, por otra parte tan triste y deshonrosa. Ella lo había empujado con sus malos humores, su permanente falta de sensibilidad, sus caprichos…
 No tenía muy claro entonces si la montura debía ser de titanio o de pasta, pero lo que sí tenía claro es que las gafas funcionaban a la perfección.
Cuando se descubrió el engaño las gafas le proporcionaron la idea de explicarle a su mujer que estaba chantajeado por la amante, ”obligado a copular, cariño. Si no ella te iba a contar una sarta de mentiras. Y yo, mi vida, te hubiera perdido”.
 No tenía muy claro si eran los cristales de las gafas o la fortaleza de la montura lo que había logrado la relajación de conciencia necesaria para dormir sin sobresaltos noche tras noche.
Volvió con su mujer y con su amante intermitentemente, dependiendo del momento o las circunstancias. Porque las gafas de la autocomplacencia le proporcionaban justificación a todos y cada uno de sus actos.” Era un hombre bueno, forzado por las circunstancias, un hombre de honor”.
 Ni él mismo esperaba que unos cristales cóncavos o conversos  fueran a ser capaces  de  proporcionar  tanta paz a su espíritu. Eran como el resultado de la meditación de un lama durante muchos años, como el sueño de un niño que acaba de hacer su primera comunión.  
 Por fin la paz
“Encuentre la paz en su interior con las gafas autocomplacientes,  en pasta o en titanio, progresivas o fijas” rezaba un anuncio a las puertas de la óptica.
Él, sobre todo, él,  seguía durmiendo en paz, sin sobresaltos, sin angustias.
Los políticos se las quitan de las manos.
Si eres de derechas, la culpa de todo la tiene Rubalcaba, si  de izquierdas, Rajoy. Si sacerdote, los ateos, si  ateo,” los curas”…, y así, las magnificas gafas evitan que pienses, que recuerdes, que valores.
Como si fueras un lama del Tibet.
El hombre más feliz de la tierra.
“Compre usted gafas de autocomplacencia. No las deje para mañana, puede ser demasiado tarde. Dese prisa. Si se le despierta la conciencia o la inteligencia, está usted perdido”.


2 comentarios:

NIck dijo...

me imagino que se puede comprar por paypal y me lo envían a perú no? aunque pensándolo bien amiga mía creo que los políticos y demás hicieron un pedido de magnitud incalculable desde hace cientos de años (en todos lados se cuecen habas) en fin, ahora que mencionas eso todos en algún momentos hemos tenido esas gafas pero estas deben ser especiales por que uno debe quitarse para poder ver mejor y poder vernos mejor, un saludote enorme carmencita cuidate mucho y vendré más frecuentemente abrazos

carmen dijo...

Nike, qué alegría saber de ti. Hace mucho que no entro en el blog porque en la playa tengo dificultades pera conectarme. Pero está ya resuelto. Espero verte pronto en el blog con tus estupendas historias. Abrazos