En la calle
Mayor, cerca del pasaje de Hontares, acaban de abrir una óptica en la que venden
las gafas de la autocomplacencia. El dueño es un hombre enjuto y pálido, de
mediana edad y divorciado. Dicen que las
inventó el abuelo de su abuelo…, pero en realidad, el único capaz de
patentarlas, de sacarle provecho y de conseguir darles una envoltura de honorabilidad, ha sido él.
Las empezó
a diseñar en su versión original cuando
su mujer descubrió que no solo la estaba engañando, sino que llevaba un
doble juego entre una de sus amigas y
ella. Fue entonces, en aquella época ya lejana, cuando empezó a distorsionar el
cristal, hacerlo cóncavo o converso, según se dieran las circunstancias. Consiguió
decir sin que se le quemara la lengua, que había sido ella y solo ella, la que lo
había llevado a esa situación, por otra parte tan triste y deshonrosa. Ella lo
había empujado con sus malos humores, su permanente falta de sensibilidad, sus
caprichos…
No tenía muy claro entonces si la montura debía ser de titanio o de pasta, pero lo que sí tenía claro es que las gafas
funcionaban a la perfección.
Cuando se
descubrió el engaño las gafas le proporcionaron la idea de explicarle a su
mujer que estaba chantajeado por la amante, ”obligado a copular, cariño. Si no
ella te iba a contar una sarta de mentiras. Y yo, mi vida, te hubiera perdido”.
No tenía muy claro si eran los cristales de
las gafas o la fortaleza de la montura lo que había logrado la relajación de
conciencia necesaria para dormir sin sobresaltos noche tras noche.
Volvió con
su mujer y con su amante intermitentemente, dependiendo del momento o las circunstancias. Porque
las gafas de la autocomplacencia le proporcionaban justificación a todos y cada
uno de sus actos.” Era un hombre bueno, forzado por las circunstancias, un
hombre de honor”.
Ni él mismo esperaba que unos cristales
cóncavos o conversos fueran a ser
capaces de proporcionar tanta paz a su espíritu. Eran como el
resultado de la meditación de un lama durante muchos años, como el sueño de un niño que acaba de hacer su
primera comunión.
Por fin la paz
“Encuentre la
paz en su interior con las gafas autocomplacientes, en pasta o en titanio, progresivas o fijas” rezaba un anuncio a las puertas de la óptica.
Él, sobre
todo, él, seguía durmiendo en paz, sin
sobresaltos, sin angustias.
Los
políticos se las quitan de las manos.
Si eres de
derechas, la culpa de todo la tiene Rubalcaba, si de izquierdas, Rajoy. Si sacerdote, los ateos,
si ateo,” los curas”…, y así, las
magnificas gafas evitan que pienses, que recuerdes, que valores.
Como si
fueras un lama del Tibet.
El hombre
más feliz de la tierra.
“Compre usted
gafas de autocomplacencia. No las deje para mañana, puede ser demasiado tarde. Dese
prisa. Si se le despierta la conciencia o la inteligencia, está usted perdido”.
2 comentarios:
me imagino que se puede comprar por paypal y me lo envían a perú no? aunque pensándolo bien amiga mía creo que los políticos y demás hicieron un pedido de magnitud incalculable desde hace cientos de años (en todos lados se cuecen habas) en fin, ahora que mencionas eso todos en algún momentos hemos tenido esas gafas pero estas deben ser especiales por que uno debe quitarse para poder ver mejor y poder vernos mejor, un saludote enorme carmencita cuidate mucho y vendré más frecuentemente abrazos
Nike, qué alegría saber de ti. Hace mucho que no entro en el blog porque en la playa tengo dificultades pera conectarme. Pero está ya resuelto. Espero verte pronto en el blog con tus estupendas historias. Abrazos
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