Gemma perdió
las palabras un veintitrés de diciembre, mientras escribía versos. Dijo que éste
no y éste tampoco. Tachó adjetivos y quitó verbos. Decidió que tanto sustantivo
estorbaba. Luchó por la concisión y la rima. Fue arrojando palabras, una tras
otras. Algunas cayeron encima de la alfombra, otras dentro de la papelera, la
mayoría encima del sofá.
Tantas
palabras le habían sobrado que decidió hacer una sopa con ellas. Las fue recogiendo
una a una, y cuando las tenía todas las ordenó por terminaciones, las alternó de
mil formas. Después de haberlas contado las hirvió en caldo de pollo y se cenó dos
sonetos, tres redondillas, un romance, un madrigal y cinco alejandrinos.
A las
doce sintió escalofríos, a las dos retortijones, a las tres la tripa empezó a
hincharse. A las cinco estaba tan congestionada que tuvo que acudir a
urgencias.
La operaron
de inmediato. Le sacaron las palabras como pudieron. Los verbos salieron solos,
los adverbios con fórceps, los adjetivos con pinzas, los pronombres con tijeras.
Las
palabras que habían brotado de su tripa se colaron por debajo de la puerta del
quirófano. La sala de espera se inundó de razones, los enfermos de argumentos,
la dirección de condenas. Y las palabras siguieron su rumbo fuera del hospital.
“Se
aproxima una tormenta de palabras”, anunciaron en la prensa. “No salgan de sus
casas”
Pero la
gente quería saber lo que era eso, y se lanzó a la calle.
La
palabras volaban libres, se metían por las ventanas de las casas, de los
coches, por las bocas del metro, por las cúpulas de las iglesias, los puestos
de los mercados.
Algunas
parejas las cogieron temerosos, y al usarlas e intercambiarlas, se descubrieron.
Los hermanos se reconciliaron, los
amigos se aceptaban, los empleados y los jefes lograron sacar sus proyectos
adelante. Los políticos cambiaron su lenguaje vacío por palabras cogidas al
azar, llenas de verdades. Los banqueros cuadraron sus cuentas, los maestros
instruían, los alumnos comprendieron.
Cuando
Gemma despertó de la anestesia ya era Nochebuena. Quedó sorprendida de lo
contentos que estaban todos. Pero lo que nunca supo, porque nadie se lo había explicado,
es que aquellas Navidades fueron distintas gracias a lo alto que habían volado
sus palabras.
5 comentarios:
Muy chulo, Carmen. Ay, las palabras, siempre dando vueltas.
Feliz Navidad para ti y los tuyos!! :-)
Muchas felicidades, Ángel y mucha suerte para el año que entra.
Como siempre que entro en facebook
lo primero que hago últimamente es devorar tus palabras. Para mí siempre llenas de contenido, vacías de vacuidad.Hoy he devorado las de Gemma.¡Feliz Navidad!
Gracias, Carmina. Siempre es una alegría encontrarte
Muy hermoso y emotivo, Carmen. Máxime que la protagonista se llama como yo. 😊👋👍
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