viernes, 22 de diciembre de 2017

ADOCTRINAMIENTO

                                   




Entiendo el adoctrinamiento, de hecho yo fui adoctrinada. Los principios del Movimiento Nacional me parecían algo cotidiano, como de andar por casa. Y no digamos ya lo del sindicato vertical, ese gran invento que con lo sencillísimo que parecía no lo imitaban los europeos. No podíamos contar con que nuestros  mayores nos sacaran del error porque estaban tan escocidos tras la guerra civil que ni hablaban. Ellos se habían quedado un poco catatónicos, enormemente conformistas  y  algo tocados por la Fe y las Jons.
 Es difícil formarte un criterio, sobre todo siendo niño o adolescente, si nadie te da una versión contraria, si un recuerdo de terror, de muerte, de sangre y de reclusión envuelve en silencio a tus mayores.
Pero vas creciendo, y un día acaba en tus manos un libro de Simone de Bauvoir, y ese libro te habla de que la labor de la mujer es la de “perpetuar el presente”, y, claro, se te ponen los pelos como escarpias. Luego cae otro de Hanna Arend que habla de los nazis y la banalidad del mal, y ya te crecen las orejas. Te matriculas en la facultad para no perpetuar el presente, y ves como echan de clase a un compañero al grito de: “Usted me quiere pillar” simplemente porque pide al profesor que hable de la pena de muerte. Y la verdad, teniendo en cuenta que se trataba de una clase de Derecho Penal y no de “Mecánica del vuelo” ni de “Químico Física”, me mosqueé bastante. Era tan lógico preguntar sobre ese asunto en ese contexto, que me caí definitivamente del caballo, como San Pablo. Una luz iluminó mi inocencia trasteada por tanto adoctrinamiento, y decidí formarme un criterio a base de leer y comparar. Han pasado muchos años, y ahora trato de ponerme en el pellejo de otros adoctrinados.
No me extraña, por tanto, que los independentistas, que se han pasado la vida escuchando atrocidades de España y de los españoles, sigan fervientemente a los  dirigentes del “proces” y crean a pies juntilla eso de “la dictadura de la mayoría” (aunque suene de lo más contradictorio)pero hay un momento en el que uno se cae del caballo; por madurez, por lógica, por pensar, por escuchar. No sé, es que pasa. No hace falta que de buenas a primeras te caigas del caballo y dejes de creer en los principios del Movimiento Nacional y restantes leyes fundamentales, sino que dejas de seguir a los que hasta ese momento seguías, por la cantidad de contradicciones en las que incurren.
Si los Mossos ven pasar bombonas de butano a mogollón en una casa deshabitada,  y hacen de su capa un sayo, por lo menos, que no culpen a los del CNI de saber algo, porque primero dicen que no les avisaron y luego reconocen que sí.
Hombre, que se les ve el plumero.
Si antes de detener a los terroristas de Barcelona y Tarragona, con el peligro que eso supone, sacan a la calle a la gente para manifestarse, es que les importa un bledo; la gente, los terroristas y los atentados. Si además escuchan que la DUI llevará aparejada; metralletas, sangre y ataques, según ellos ¿cómo se les ocurre animarles a que vayan a votar con niños y ancianos?

Qué quieren que les diga, o se caen del caballo y se buscan a otro lideres, o la neurociencia nos enseña que no hay recuperación posible.

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