Por
lo visto ahora puedes saber, ya de feto, las enfermedades que vas a contraer a
lo largo de tu vida. Y si a tu madre no le hace, pues te destruye y a otra
cosa.
Lo
digo porque ha sucedido que una embarazada británica ha ganado un caso en la
corte de apelación. Su padre se había hecho la prueba genética del Huntington,
una enfermedad neurodegenerativa mortal y se lo ocultó a su hija embarazada. Su
hijo tiene un 50 % de posibilidades de haberla heredado y ella de haberlo
conocido hubiera abortado. Podía padecerla a partir de los 50 años y morir poco
después.
Y es
que con los avances tecnológicos respecto al genoma va ha llegar el caso en que
sepamos tanto y de forma tan exhaustiva, que no vamos a saber a qué carta
quedarnos.
¿Y
si el feto tiene tendencias suicidas heredada de su tía Eufrasia, cleptómanas
de su abuelo Teodomiro, con claras influencias de ludopatía o depresiones de la
rama contraria, que mira que son raros?
¿Y
si en esos años la enfermedad del padre que muere a los cincuenta se logra
erradicar?
Veo
tremendo ese planteamiento, pues a lo mejor de seguir por ese camino, dejarían de nacer los “sin sustancia”, los
monótonos, los insomnes, los perversos... La verdad es que, bien pensado, no
nacería nadie, pues los hay que teniéndolo todo, van y se convierten en unos
tristes de la vida a los que no hay quien aguante.
Cuántos
disgustos nos están dando los estudios sobre el genoma y las
herencias.
Con lo felices que éramos antes, cuando por no sabe no sabíamos ni siquiera el
sexo del “nasciturus”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario