sábado, 16 de abril de 2022

CARTA ABIERTA A ÁNGELES CABALLERO, (periodista de El confidencial del 03/04/2022)


 

Leí tu artículo sobre el “Happy Hour” en la cafetería de El Corte Inglés y no pude evitar sentirme señalada por un dedo muy largo, un rencor muy ancho y una inquina inconmensurable. Es fácil juzgar a vuela pluma. Viejas merendando, mientras los jóvenes les pagamos el sirope, la nata y la mermelada. El pobre Sánchez contraído y cabizbajo pidiendo unidad a los partidos, porque esta crisis acelerada por la pandemia y la guerra ha traído la pobreza fragmentada, el low cost y a Sánchez haciendo un torniquete para evitar la hemorragia. 

Tienes 46 años y si piensas en los 26, te darás cuenta de con qué rapidez te vas a meter en los 66. Así, en un visto y no visto. La gracia que te hará sufrir una pandemia que se esta llevando a tus compañeros, que ha acabado con 28.408 ancianos en residencias (no tengo el dato de los que estaban en su casa). De la cantidad de familiares y amigos con covid persistente, porque la edad es mala para las enfermedades. Los miles de ancianos y ancianas que pierden facultades día a día y por ello no son capaces de discernir si hay que esperar a que te den mesa o colarte sin decoro. Es posible que con la crisis que se avecina no tengas ni fuerzas para llevar la bolsas de la compra, que quizá necesites ayuda hasta para recordar como lo hacías antes. Quizá solo te queden ímpetu para reunirte con amigas en una cafetería y recuperar las risas que la vida te habrá ido robando. Y para que eso ocurra tan solo hacen falta 20 años. Tan rápido como pasaste de la adolescencia a la madurez vas a llegar a ser la tía Pili, con sus audífonos, sus piernas colgando de las sillas, esa que abofetearía a quien les quitara ese momento de placer único e irrepetible como el de merendar con amigas después de haber pasado años pagando la hipoteca, cuidando hijos, trabajando tantas horas como era necesario en la calle y en casa. Y ahora que la hipoteca está saldada y empiecen a dolerte huesos que ni si quiera sabías que tenías, cuando el trabajo se ha terminado y por fin puedes soportar el insomnio de los mayores porque ya no tendrás que madrugar, encontrarás a una periodista que te minusvalorará, hará mofa de tus años, de tus meriendas, de tus paseos y, sobre todo, de tus limitaciones cognitivas. El mundo avanza hacia la ridiculez de que los ancianos son mayoritarios respecto a los jóvenes y eso justifica el insulto, la burla infame de las piernas colgando y el descontrol del cerebro. Y tocarás albornoces aprovechando los ocho días de oro porque la vida ya no te dará mucho más en lo que aferrarte. Es posible que para entonces no cedas un ápice de lo que aportaste porque tu deterioro tiene que ver con el esfuerzo realizado y tu incapacidad te dejará al albur de gente sin respeto. 

En caso de apocalipsis, ellas, las que meriendan, caerán las primeras, porque están desvalidas, y ellos, los jóvenes, aprovecharan la fuerza que todavía tienen para luchar en el mundo como hicieron ellas en su momento. 

 

 

 

3 comentarios:

*entangled* dijo...

Exacto.

Paco dijo...

Con frecuencia, cuando tienes que entregar un artículo para que te den lo suficiente porque tienes que pagarte tu propio plato, que no quieres que te pague tu abuela, rellenas un folio y estiras todo lo que encuentres elástico y terminas por no saber ni tu lo que quieres decirle al lector. Eso le pasa a muchos periodistas de cuarenta y tantos que no tienen bastante para invitar a una merendola a sus abuelas.

elremansblogspt.com dijo...

Como siempre Carmen dando en el clavo.Magistral.La impertinencia es un arma muy rastrera.