miércoles, 28 de julio de 2010

LOS OTROS






He comprado el libro inédito de Carver “Principiantes”, la versión original de “De qué hablamos cuando hablamos de amor". Es curioso. Carver era el hombre a imitar para cualquier alumno de taller de escritura. Era el ejemplo a seguir, y seguido por miles de aspirantes a escritores. ¿Cuántos filetes podridos en nevera estropeada nos hemos encontrado entre los premios literarios? ¿Cuántas chaquetas gastadas?, ¿Cuántos inválidos intentando hacer fotos de una casa?, ¿Cuántos observando a sus vecinos?, ¿Cuántos bichos asquerosos como fondo de una historia? Unos ligeros cambios aquí o allá, y Carver renacía una y otra vez. Miles de metáforas de situación, mejor o peor imitadas. El realismo sucio hasta en la sopa. Solo se requería un buen vocabulario, unas cuantas frases cortas y frías, un objeto escamoteado, y que cada uno interpretara a su manera. Lo demás estaba hecho. Solo se podían conseguir premios literarios si eras capaz de imitar a Carver. No muestra, solo señala huecos, nos decían, como agujeros negros que en su perfil se descubre lo que está debajo, explicaban. Y a ver quién era el guapo que se atrevía a no entender sus fríos relatos. Mostraba la realidad desde una crudeza enorme “utilizaba el inglés como una cuchilla”. Todos podíamos ser uno de esos hombres que acaban tirando piedras a dos chicas que pedalean en bicicleta. Porque sí, porque el hombre se comporta de forma gratuita sin ningún motivo, en una tarde de aburrimiento. Un paseo inocente con un amigo, unas cuantas cervezas de más, y surge la complicación. ¿Cuál? No se sabe. Tira piedras, no a una, si no a dos chicas. ¿Las mata, las hiere? Eso no importa, porque Carver no explica, solo muestra.
Ahora sabemos que no, sabemos lo que realmente escribió y lo que su editor, Gordon Lish anuló. Un relato de 19 paginas que el editor dejó en 9. No se trataba de un hombre que sale con su amigo y acaba tirando piedras a dos chicas, no, esa no era la versión inicial de Carver. La versión era otra. Uno de los hombres se va excitando poco a poco, viola a una de las chicas, la persigue, y luego, horrorizado por lo que ha hecho, y por la consecuencia que puede tener su acto, la mata, con saña, con sadismo. Qué diferente historia. Un relato lleno de indicios, de frases que nos acercan a la tragedia. Su editor le cambió hasta el sentido de sus frases. Uno es Carver, el otro su editor. Carver acepta esa guillotina, acepta que le cambien conceptos, palabras, frases, puntos y comas. Carver acepta lo que le proponen, ¿por dinero, quizá?, no sé. O tragas o no serás nadie. Y no solo Carver, todos aquellos seguidores de Carver, imitadores de Carver, fanáticos de un Carver que no es Carver. ¿Hasta donde llega la mentira en literatura?
Él enseñaba, el mostraba, él daba indicios, y él terminaba sus relatos. Su editor supo ganarse al publico con lo no dicho, sin indicios, con relatos sin terminar, con la ambigüedad.
"Si alguna vez hubo alguna pieza literaria que nunca requirió enmienda alguna fue esta. Pero su publicación inicial no solo fue corregida sino terriblemente mutilada por un editor corrector". (Philip Roth)
"El verdadero Carver es más tierno, menos crudo. El verdadero Carver da cabida a digresiones secundarias. El verdadero Carver no es carveriano" (Blake Morrison)
La conclusión es que la literatura no está en manos de sus autores, sino de “los otros”.

7 comentarios:

leo dijo...

Pero, dime, reina ¿te ha gustado el verdadero Carver? ¿Es cierto que es mejor que el Carver-carver? (Vaya lío) Cuéntame, maja. tengo muchas ganas de hincarle el diente (al libro).
Besissss

carmen dijo...

No te lo compres, te lo dejaré. Es otra cosa, como dos escritores diferentes. Lo que me da rabia es que no sea él y firme como él. Menuda farsa.

Sir John More dijo...

Qué pocas veces la literatura no es una farsa, qué pocas veces sale de las tripas... Leeremos a Carver, eso sí, asegurándonos de que es él. Menos mal que yo lo tenía como una de las chorrocientas mil asignaturas pendientes de mi indolencia lectora... Besos.

Unknown dijo...

bueno, pero, en cualquier caso, las obras que firmó Carver y escribió Lish (eso parece, ¿no?)son muy buenas, y lo que importa es el texto, no el autor.
El arte está en la obra, no en el que la hizo, creo yo.
Desde luego, es un tema feo. Pero, al fin y al cabo, no será la primera vez ni la última que estas cosas pasan.
besos

Edu dijo...

Acabo de terminar ese libro, lo pillé en la biblioteca hace unas semanas. Me ha gustado, pero no me ha fascinado tampoco. Incluso hay uno, el que da título al libro, que me ha aburrido, el de las dos parejas hablando sin parar.

NIck dijo...

hi carmencita a los años disculpa la ausencia he estado liado con algunos asuntos (mi colegiatura de médico veterinario) y pues con algunos reveses económicos que siempre nos acontecen en fin ya tendremos tiempo de contarnos nuestras cosas celebro que estes muy bien como siempre recibe un inmenso abrazo estare mas seguido por aqui y con respecto a mi blog pues bueno es hora de actualizarlo.
solo el escritor tiene derecho a corregir sus lineas y a veces los que tienen más derechos son los personajes o lugares que parecen espectrales pero que no lo son; En cierta medida y en ciertos momentos (los mas bellos y trascendentes de una obra) actuamos como meros instrumentos, los escritores dais pinceladas, trazos quizas garabatos la verdadera obra son los actos y los actos son los que uno ama y uno solo junta esos actos esas viscitudes esas palabras, asi y todo es nuestra obra y si los correctores o escritores fantasmas las mutilan ya deja de ser nuestra, ya es un engaño es como si pintaran Adan y eva con trajes de Barbie y Kent creo que todo el mundo lo compraría no? pero creo que Dios no estaría satisfecho.
¿podría estar satisfecho carver?

bueno Carver podría estar satisfecho con los bolsillos llenos no?
ja ja ja ja
cuidate carmen un abrazote

carmen dijo...

Sir, veo que aún eres libre y no te sientes obligado a leer lo que te dicen que es genial.
Bueno, Angel. Yo creo que la obra puede ser buena o no, pero lo que no puede ser es una farsa. Te gusta más Carver o el editor. Pues muy bien, pero a cada uno lo suyo ¿no?
Edu, estoy de acuerdo contigo, la corriente norteamericana de narar como si estuvieras gravando un video casero a tiempo real, resulta tan aburrida como el dichoso vídeo. No es que no sea buena, es que es pesada. Pero eso es solo una opinión. Por favor, Dios me libre.
Nike, cómo me alegra saber de ti. Espero que retomes la buena costumbre de escribir. Un abrazo