Hemos copiado a los americanos muchas costumbres,
algunas estupendas y otras horribles, por ejemplo; la comida grasienta y rápida,
las hamburgueserías, los royitos primavera a lo Far West y las gorras con la
visera hacia atrás.
Lo más de lo más en una peli romántica americana, es que
el chico invite a la chica a cenar llevando a su casa cajitas de cartón
repletas de delicias chinas, que se la
coman con palillos, medio tumbados en el
sofá y viendo la tele. Eso sí, muertos de risa por lo traviesos y desenfadados
que resultan. Oye, y aciertan, porque la chica es que se derrite. Vamos que cae en los brazos del chinatawn en cuanto lo ve palillos en
ristre.
Lo que más y jarras en el congelador para ofrecerlas llenas
de escarcha. Su color dorado, su espumita por encima, la justa. Saber tirar la
cerveza es un arte como saber escanciar la sidra. me ha gustado
siempre es guardar cervezas en la nevera, en la parte más fría,
“Vamos a Riaño, que ponen unas cervezas
impresionantes” decía mi padre. Y a mí se me hacía la boca agua.
“Niño, no bebas de la botella que eso es una guarrada”,
te decía tu madre cuando tenías la tentación de no utilizar vaso y dejar tu
saliva desperdigada por las botellas y los tarros.
El vino se bebía
en copa, y daba un empaque que ni te cuento. La tenías en la mano como si fuera
un tesoro, y lo balanceabas de acá para allá antes de probar un sorbito, muy,
pero que muy ligero. Eso sí era romántico. Puaf, qué bueno estaba y que guapo
se iba haciendo tu acompañante conforme dabas progresivos sorbitos.
Pero los americanos son muy prácticos, y no van a
perder el tiempo en poner unas copas en el congelador para que la cerveza esté
helada, ni sacar una copa redonda y transparente para beber vino, que “luego se
te puede romper en el lavavajillas, hombre. Pues si que tienes ganas de
complicarte la vida”.
Y no es que me
queje, porque cada uno tiene sus costumbres y dónde fueres haz lo que vieres.
Pero lo desesperante es que aquí mismo, al ladito de Riaño, en el barrio de Chamberí,
te sirvan las botellas de cervezas en un cubo, para que las abras con la mano o
los premolares, y te amorres como si
fueras a ver un partido de beisbol con la tripa fuera de la camiseta y la gorra
del revés.
Y lo más triste es que alguna vez me han preguntado cuando
me ofrecen cerveza ¿Necesitas vaso?
No hay comentarios:
Publicar un comentario