viernes, 23 de mayo de 2014

EL PROGRAMA PADRE Y LA LAVADORA





Mi tío Luis, cuando llegaba la época de Renta, ni se duchaba, ni se afeitaba. Extendía los justificantes encima de la mesa del comedor y hasta que la terminaba no podía molestarle nadie. Era un auténtico naufrago tributario. Durante esa temporada no quería ni verme, porque todo lo que le sonara a Hacienda le ponía de los nervios. Yo estaba segura de que pagaba más de lo que debía, pero jamás me permitió entrar en su santuario/comedor para que le echara una mano. Y él, con lápiz en ristre y goterones de sudor cayéndole por el bigote, rellenaba apartado tras apartado con meticulosidad de amanuense.
Ahora eso no es necesario, tenemos el programa PADRE, un programa hecho a las nuevas tecnologías y muy parecido a las lavadoras. Se mete la ropa blanca, de color o muy sucia y te abandonas a su santo criterio. Si luego te sale con manchas, teñida o a lunares, te aguantas porque no es fácil meterte dentro a husmear. No está programado para eso. Te resultará engorroso saber en qué momento del proceso se te ha colado el gazapo, y eso crea mucha ansiedad.
“A ver”, te pregunta el programa, “Quiere bajar los datos disponibles”. Y tú, que lo último que quieres es enfrentarte al PADRE, dices que no faltaría más. Luego haces algunos arreglitos que el programa no contempla, le das a la tecla y, por arte de birlibirloque, sale la cuota a ingresar. Es en ese instante cuando te llevas el soponcio del siglo. Vuelves a repasar punto por punto. Descubres que se te ha olvidado meter las desgravaciones autonómicas, que mira que te lo avisan en la parte de abajo de la página. No has dividido los ingresos y gastos por inmuebles arrendados y mil detalles de esos. Por fin vuelves a darle a la tecla y ves que la cantidad a ingresar es la misma, como si los arreglos no sirvieran para nada, o no hubieras dado al botón de reconsiderar. Entonces es cuando yo adopto la actitud de mi tío Luis y despliego justificantes, calculadora y demás arreos para empezar de cero.
Y como no quiero estresarme, suelo hacer la declaración por tramos, una vez terminados los ingresos de Trabajo Personal y analizadas todas y cada una de sus causas y resúmenes, guardo la declaración y repongo energías hasta el día siguiente o tres días más tarde, depende. Eso es lo que me ha hecho descubrir que de forma excepcional, para este año, el pasado y el que viene, nos han puesto un gravamen complementario con objeto de reducir el déficit. A mi me sale un pastón la bromita. No sé a los demás que, como han metido la declaración en la lavadora sin encomendarse a nadie, solo se sorprenderán de su elevada cuota a pagar. Como le ha pasado a mi asistenta que, la pobre, no da crédito y se pasa la vida pidiendo hora en la Agencia a ver si algún alma cándida consigue rebajársela. Y es que desconoce que nos encontramos en periodo de excepción durante tres años, quizá más, por lo del déficit. Saber que no solo hemos pagado las deudas del despilfarro con recortes y despidos, sino que además en el centrifugado largo del programa PADRE nos han colado otro gol, pues, la verdad, mosquea.

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