miércoles, 3 de diciembre de 2014

¿EL ECCE HOMO O EL PEQUEÑO NICOLÁS?





Ya no sabe una por quien decidirse, si por el ecce homo de Borja o por el pequeño Nicolás de todas partes. España tiene eso, que en cuanto te encariñas con un personaje te sale otro y, como es natural,  te dispersas. Ya me había apuntado yo a un curso de pintura  por correspondencia para aprender a  rehabilitar frescos de iglesias de pueblo, cuando se presentó el pequeño Nicolás para tentarme. Desde que me enteré de que en Borja no se requería un permiso especial para retocar frescos, que bastaba con pasar por allí cargada de pinceles, botes de pinturas, y alguna rasqueta, para ser  bienvenido, decidí ponerme manos a la obra. Me hallaba la mar de ilusionada con los colores básicos al cinto, pinceles, rasqueta y disolvente, cuando Cecilia me señaló mi esquina, que en eso hay que ser serio, como los mendigos de la puerta. Nada hacía presagiar esa mañana de martes que tras echarle un poco de disolvente a la imagen de un ángel San Gabriel, me iba a encontrar  con el rostro del pequeño Nicolás en toda su grandeza.
 Dejé los pinceles, los botes de pintura, la rasqueta y el disolvente.  Agarré las Ray-Ban y salí de allí sin siquiera despedirme de Cecilia. La oportunidad algunas veces llama a tu puerta disfrazada de fresco y no se puede ir perdiendo trenes así como así.  A partir de ese momento el pequeño Nicolás se fue haciendo fuerte en mi mente. Veía la tele embobada. Seguía su trayectoria minuciosamente, y decidí apuntarme a un curso por correspondencia para ser como él: “Como hacer amigos y meterte en el CNI sin ser detectado.” Todo un clásico.
Necesito acercarme a los poderosos, colarme en el pentágono, visitar a ministros, ministrables, alcaldes, alcaldables, Santa Sede, tribus tuareg y amazónicas, chamanes del Machu Picchu. Lo que sea. Lo importante es la influencia, tener la información necesaria y jugar con ella. 
Cecilia me pregunta todos los días si voy a volver, si le echaré una mano con los frescos, dice que se le echa el tiempo encima con tanta obra de arte,  pero es que me he emborrachado de poder, de Rivera del Duero, de chalés en La Finca. “No puedo, Cecilia, continua tú, que esto da para más, para mucho más”.
Tengo que organizar eventos, ser aforada, conseguir tarjeas black o whit incluso yellow, mientras sean opacas no importa la calidez de los colores. Necesito  pelearme en los platós de TV con Inda o con Carmona, qué más da. Lo que sea.  Necesito la gloria, el reconocimiento, el poder y los dinerillos,  porque si tengo que esperar a que el del bar de abajo me regale un decimo premiado, lo tengo crudo. Menudo es el tío. En mi barrio es que son muy suyos, y en mi país todavía más, muchísimo más



2 comentarios:

Unknown dijo...

Carmen, como siempre genial. Ya echaba yo de menos que "lidiaras" con Nicolasín. Qué país!!! un abrazo fuerte.

carmen dijo...

Es verdad, Carmina. Si parece un relato de terror.