miércoles, 18 de marzo de 2015

PRESENTACIÓN DE “FOTOS EN EL CONGELADOR”



                                  







Dieciocho de marzo, llueve.  Ya era hora de que le pudiese hincar el diente a la presentación de la novela: “Fotos en el congelador”. No es fácil que te publiquen una novela hoy día y, mucho menos, que salgan dos a la vez, y de editoriales diferentes. Uno lo lee así, tal y como lo digo, y piensa, menuda sobrada. Pues no, el motivo es que estos libros llevaban pululando por editoriales que estaban en fase de extinción una buena temporadita, sufriendo la misma crisis que el resto de ciudadanos. De pronto, porque la vida es así, ¡Vuela, Iván! ilusiona a la editorial Narval y se compromete a sacarlo para la feria de el libro del 2014, pero se atrasa. “Que no, que necesitamos más tiempo, un ilustrador, por ejemplo, que ya veremos.” Y yo pensando que de nuevo se volverá a pudrir mi novela en un recóndito cajón lleno de telarañas.
De pronto,  como si te sacaran un conejo de la chistera, “Fotos en el congelador”, novela de adultos, se queda finalista en el Premio iberoamericano. Dos por uno.
Dicho esto, justifico mi tardanza en contar la presentación de Fotos en el congelador, por viajes para promocionar “Vuela, Iván”.
 “Fotos en el congelador” me la presentó Luis de Luis Otero y Cristina Cerrada. Se lo debía a las dos. Dos personas entrañables en mi trayectoria literaria; Cristina porque creyó en mí desde el primer momento, porque me jaleó para que desoyera a aquellos que me pedían dejar de ser yo. “No sé a dónde te diriges, pero estoy segura de que llegarás a buen puerto”, me decía cuando le explicaba el proyecto de “Sujetos pasivos”. Nunca se me hubiera ocurrido llevar esa novela a una editorial si no hubiera sido por ella, la que nunca sabe a dónde me dirijo pero que está segura de que voy a llegar. Empezamos juntas esta difícil trayectoria literaria y espero que juntas continuemos mientras tengamos fuerzas para seguir escribiendo. Nos hemos hundido y levantado tantas veces... Ahora yo logro sacar “Fotos en el congelador” y ella se queda finalista del premio prestigiosísimo de cuentos: “Ribera del Duero”. Ha ganado muchos premios, pero éste es importante para ella. Cruzo los dedos. Se falla el 9 de abril. “Como no te lo den congelamos a los miembros del jurado”, le digo. Sonríe. “Son cincuenta mil euros”, me explica. No va a ser fácil.  Su ánimo, su apoyo, y su confianza me dieron alas para volar, y espero que mis deseos le den alas para ganar.
A Luis, hace ya mucho tiempo, le pedí que se leyera “Sujetos pasivos” por eso de que trataba de las vicisitudes de una funcionaria, una subinspectora de Hacienda muy escaldada en su vida privada y laboral. Le pedí que, si de verdad le gustaba, sacara una reseña en “La Ventana”. La sacó, y desde entonces nunca me ha faltado su apoyo incondicional. Tanto, que por las fotocopias que me han enseñado algunos compañeros, ha despertado criticas. Muchas. Que si es que no hay otra, que si parece que La ventana es de Carmen.  Él saca de mi blog los artículos que le gustan porque yo confío en él, porque sé que nunca publicará nada políticamente incorrecto. Aunque ya lo estoy conociendo más, es un polemista de la vida. “Me ponen verde, Carmen”, cuenta mientras preparamos la presentación. No es por ti, sino por mí, aclara. Acaba de entregarme mi ex compañera de despacho la fotocopia de la entrevista que me hizo en “La ventana” sobre toda mi obra. Comprendo que le critiquen, que le digan que si esto o que si lo otro,  pero yo me lo hubiera comido a besos, besos de amistad, de agradecimiento, de compañerismo.
Empieza la presentación, Luis Rafael, director de la editorial Verbum, hace un resumen de mi novela y del premio al que optaba, y yo me bebo entera la botellita de agua que nos han puesto en la librería, luego la de Luis, y posteriormente la de Cristina. Después me tranquilizo.  ¿Qué me puede pasar si tengo a Cristina a la derecha y a Luis a la izquierda? Aunque, eso sí, sin una gota de agua.  Pierdo el miedo y, como si estuviera en mi blog, me suelto la melena, disfruto, digo lo que me apetece y la gente aplaude. No tiene merito porque todos son amigos. Miguel Matesanz, otro amigo y compañero de la agencia y de literatura infantil/juvenil, el que me enseñó a empezar las novelas con acción, dispara fotos por doquier.
“Usted empieza sus novelas con muchísima acción”, me dicen en una entrevista de radio 21. “Menudo castillo”. Pienso en Miguel, con su sonrisa franca y sus miles de ejemplares vendidos, y contesto. “Es mi costumbre”.
Me siento como si una manta de mohair me protegiese de las tormentas, los huracanes, los malos rollos. El vaso está medio lleno, y yo cierro los ojos y sueño. No importa mi libro, importan ellos, los amigos que han acudido a arroparme, importan Luis y Cristina, importan los comienzos trepidantes de Miguel, y el cariño que recibo de todos los asistentes.
Firmo ejemplares  y me voy a tomar unas cañitas con los rezagados. Siento haberme demorado con las firmas y no poder disfrutar de las cañas con todos los que estuvieron conmigo. Pero ya es muy tarde, no queda casi nadie y nos  echan de la librería. Ellos también tienen que descansar.

Gracias a todos.

2 comentarios:

Unknown dijo...

como siempre te felicito y espero yo también esa cervecita para celebrar tus últimos éxitos. Sé además que te vienen en este momento "como anillo al dedo" pues a veces la vida nos zarandea y se necesita mucha fuerza para seguir en la brecha. Tú lo has conseguido. Nos vemos pronto.

carmen dijo...

Qué bien lo pasamos en Alicante. Sentí no poder irme de cañitas con vosotras, pero estoy recopilando un vídeo de Pynchon. En cuanto lo tenga te lo mando.