domingo, 17 de abril de 2016

PUES CASI MEJOR





La verdad es que, bien pensado, me alegro de que hayan tardado tanto en ponerse de acuerdo nuestros políticos. Nos pillaron un poco cansados de corrupciones, de abusos, de falta de consideración y de ataque a los más débiles, sin ninguna posibilidad de enfrentarse. Nos pilló sin defensas, no nos fiábamos de unos periodistas que estaban politizados, que no echaban mano de hemerotecas cuando se nombraba un alto cargo que ya había sido apartado de su cargo anterior por irregularidades; de jueces que eran capaces de olvidar inscribir en el registro el embargo de unos bienes, permitiendo así que fuesen vendidos e hipotecados, sin haber sido, como mínimo, amonestados; de funcionarios que no se enteraban de nada o preferían no enterarse; de empresarios que compraban viviendas sociales a los ayuntamientos para echar a los inquilinos necesitados y hacer negocio, sin responder por ello.
Estábamos hartos y quisimos el cambio, un cambio de verdad, no la intermitencia de los mismos intereses, de los mismos engaños. Hoy sabemos qué nos depara el futuro. Es difícil engañar durante mucho tiempo y ha trascurrido el suficiente. Ahora sabemos sin fisuras qué vamos a conseguir cuando depositemos nuestro voto, que van a hacer con él.
Demasiado tiempo para mantener una careta. Se acabó el engaño. Todos tenemos derecho a elegir nuestra opción pero con sosiego, y eso es lo que se ha producido en este tiempo de espera, de idas y venidas, de puestas en escena: el sosiego.
Estamos preparados para nuevas elecciones. Sabemos lo que va a pasar si gana uno u otro. Es el momento. Gracias por haber sido tan claros. No hay izquierdas o derechas, hay ideas puntuales, y esas ideas no se engloban en siglas con la rotundidad que pretenden hacernos creer, porque no somos siglas, ni nuestras creencias un todo compacto. No nos gusta que se nos distinga y separe por utilizar o no el genérico,  por unas banderas, por unas creencias. Queremos ser nosotros mismos, con nuestras opiniones, que unas veces coinciden con unas ideas y otras veces no tanto, pero a lo que no estamos dispuestos es a los etiquetados. El problema ahora mismo son las prioridades y en base a ellas depositaremos nuestro voto.
Lo peliagudo para nosotros, ahora que lo sabemos todo, es elegir: desmembramiento o corrupción. Y dentro de corrupción; de los míos o de los otros.
Elija a su corrupto preferido, a su desmembrador del país, a su anticlerical del alma. Elija a su defensor de los derechos humanos y, ante todo, descubra a qué derechos se refieren cuando hablan de “humanos”.

Algunos no lo tenemos todavía claro, pero ya no iremos engañados a las urnas, y ojalá, por el bien de todos,  haya urnas.

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