jueves, 4 de abril de 2019

EL EDIFICIO WINDSOR

                                               







Lo bueno que tiene ser rico es que todo lo puedes hacer espectacular. No te compras un piso, sino un parque temático. No tienes un comedor en tu vivienda, sino seis o siete con diferentes ambientes por si un día te despiertas con cuerpo hawaiano o country. Los ricos no rompen las cartas de la novia o las queman con una cerilla para no dejar rastro. No, ellos lo hacen todo a lo grande, y si quieren desprenderse de algo y que nadie se entere, queman un edificio de 34 plantas sin arrugarse la camisa, con poderío. Eso, por lo menos, es lo que he leído sobre Francisco González, que controlaba una sociedad investigada y a punto de acudir a juicio por una nimiedad de esas penalizadas por la ley. La auditaba Deloitte, y González, poderoso él, contrató a unos hombrecillos para que quemaran..., ¿los papeles?, no, ¿el despacho?, no, ¿la planta? no, hombre: el edificio entero
Y lo gordo es que si yo quemara emails de un supuesto novio, me pillaban desde Hacienda hasta el Madrid Central, pero si quemo un edificio entero, todo se diluye entre plantas, ascensores y bomberos.
Dicen que vieron a unos hombrecillos con trajes de amianto merodear por el edificio aquella noche. Lo grabó un matrimonio que vivía enfrente. Pero luego lo desmintió la prensa. Dijeron que se refería al reflejo de una ventana de enfrente en la que hombrecillos con linterna y trajes ignífugos, se paseaban por su casa, vete tú a saber por qué de esa guisa. Todo tan normal, tan creíble, que han tenido que pasar 14 años, descubrir al pequeño Nicolás y a Villarejo, para que se vuelva a hablar de los hombrecillos, los papeles y los reflejos de aquella aciaga noche.
Ser rico es fantástico  Ya no sé cómo pegar un pelotazo para que cuando me pillen en un desfalco, poder declararme magalomaniaca recalcitrante, salir indemne, fundar un partido y poder presentarme a las elecciones europeas como el pequeño Nicolás, para representar a la generación de los millenails.
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“Porca miseria.”

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